LA TRIBUNA DEL LECTOR La guerra interminable
POR FERNÁN RIOSECO, ACADÉMICO DE LA UNIVERSIDAD DE VALPARAÍSO
En octubre de 1973 tuvo lugar un enfrentamiento armado entre Israel y una coalición de países árabes liderada por Egipto y Siria, conocida como guerra de Yom Kipur. Y, como la fascinación por los simbolismos y los números redondos parece formar parte de la naturaleza humana, el grupo islamista Hamás aprovechó la conmemoración de los cincuenta años de esa guerra para lanzar una brutal ofensiva armada en el sur de Israel que hasta la fecha ha dejado miles de muertos, la mayoría de ellos civiles inocentes.
¿Es Hamás una organización terrorista? Según Israel, Estados Unidos, Japón, Reino Unido y la Unión Europea, lo es. De acuerdo con Rusia, China, Turquía, Brasil y otros países, no lo sería. Por otro lado, ¿puede calificarse como "guerra" un enfrentamiento entre un Estado y una organización como Hamás? Probablemente sí, pues Hamás, en los hechos, es mucho más que una simple célula terrorista que actúa inspirada por ciertos principios nacionalistas, religiosos y políticos. Hamás cuenta con un enorme poder de fuego; apoyo político y militar de otros Estados; estructura jerárquica y disciplina; división de funciones; financiamiento regular y continuo; entrenamiento y experiencia en operaciones militares, etc.
No es mi intención responder a estas preguntas, sino sólo relevar el problema de fondo: ¿Ha cumplido un ciclo la ONU, considerando la actual configuración geopolítica del planeta? Estados Unidos y la Unión Europea se esmeran en mantener su hegemonía (algo más aparente que real), pero el vertiginoso ascenso de China y la guerra entre Rusia y Ucrania, incluyendo a la OTAN y a la mayoría de los países occidentales, ha puesto en jaque esa supremacía, en un contexto de actual desglobalización y resurgimiento de los Estados nacionales.
Es claro que la ONU ha fallado en su función esencial de preservar la paz mundial, aunque ciertamente el conflicto palestino-israelí es extremadamente complejo y no se trata, formalmente, de una confrontación entre dos Estados. Pero la guerra de Rusia-Ucrania y la tensión permanente entre China y Taiwán amenazan con una tercera guerra mundial, un fantasma siempre latente en el inconsciente colectivo.
Cuando la ONU sucedió a la extinta Sociedad de las Naciones en 1945, cumplió un rol fundamental en la promoción y adopción de numerosos tratados internacionales en materia de derechos humanos, en lo que constituyó un importante avance civilizatorio para la humanidad. Pero, en la actualidad, la ONU parece más enfocada en la promoción de su agenda 2030, supuestamente "progresista" y que sólo interesa (con suerte) a menos de la mitad de la población del mundo.
Mientras tanto, las guerras contemporáneas cada vez son más frecuentes y extensas, casi interminables. Y el Consejo de Seguridad de la ONU está conformado por cinco potencias, cada una con poder individual de veto, en un precario equilibrio dinámico.
¿Habrá llegado el momento de repensar a la ONU?