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"El Servicio de Impuestos Internos no debería depender del poder político"

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En lo que va del 2023 se formalizó al exacalde Raúl Torrealba por fraude al Fisco, delitos tributarios, lavado de activos y asociación ilícita; estalló el caso Convenios; se conoció un audio de los abogados Luis Hermosilla y Leonarda Villalobos en que se abordaba el tema sobre presuntos sobornos al SII y a la CMF; y esta semana quedaron en prisión preventiva Belén Carrasco, como autora del delito de malversación de caudales públicos por el desvío de $1.060 millones del municipio de Algarrobo, así como el alcalde de la misma comuna, José Luis Yáñez, que fue formalizado por malversación de fondos y cohecho.

Para el consejero y expresidente del Consejo para la Transparencia, y profesor de derecho UC, Francisco Leturia, "hay tanto escándalo diario que no estamos pudiendo preocuparnos de las cosas importantes. Todo el mundo está en la indignación, en el escándalo, pero no en los cambios y las reformas que hay que hacer. Eso es súper preocupante, porque desde hace mucho tiempo las personas que estamos en esto venimos tocando la campana de que mientras robar sea fácil, haya impunidad, las sanciones sean bajísimas, y muy difíciles de pillar, esto va a seguir pasando".

- Según la encuesta CEP, un 59% de los consultados considera que la corrupción en Chile es mayor que hace cinco años. ¿Es una realidad, una percepción o se han visibilizado más?

- La corrupción afecta las confianzas de la gente y la confianza es subjetiva. Si vamos descubriendo cosas que antes no pasaban, o no nos enterábamos; (...) si estas cosas siguen pasando, y seguimos descubriendo más y más situaciones, se genera un daño a la vida cívica, a la confianza en las instituciones, al respeto a la autoridad que puede tener consecuencias súper desastrosas. Primero, un tema vinculado con si lo hacen otros por qué yo no. Segundo, si es que todo está corrompido, si los tribunales no funcionan, la fiscalía no funciona, qué saco yendo a la ley, a las instituciones, mejor hago justicia por mano propia. Y se genera un mal clima, que termina repercutiendo en todo (...). Entonces, no hay que descuidar el lado subjetivo, porque la confianza lo es, y hay que preocuparse mucho de que la gente confíe en que las instituciones funcionen y el estado de derecho se cumpla.

- En esta misma encuesta, un 68% apunta al Congreso donde hay más corrupción, ¿por qué cree que se genera esto? Considerando que las municipalidades, que están más cercanas a la gente, se ubican en un tercer lugar con un 57%.

- En general las municipalidades aparecen como instituciones muy valiosas, muy apreciadas, muy cercanas a la gente, pero también donde hay muchos espacios para la corrupción y eso pasa, en parte, por lo que la gente ve o percibe o imagina de sus propios municipios; y también de los casos de corrupción que prácticamente aparecen todas las semanas en los medios de comunicación. Del tema del Congreso, creo que aquí también pagan justos por pecadores, en el sentido de que, por distintas razones, desde hace mucho tiempo, el Congreso es la institución del país en la que la gente menos confía, sólo superada por los partidos políticos, que están llegando a niveles de cinco, seis por ciento. O sea, niveles de confianza en el suelo y cuando la gente no confía da lo mismo que haya un parlamentario que sea honorable o muchos que lo sean. La gente quiere ver resultados. Y para volver a confiar, generalmente, se demora muchísimo tiempo. Ahora hay razones que han justificado esto, o sea, los políticos que dicen una cosa y hacen otra, que no cumplen las promesas...

- ¿Qué podrían hacer?

- Creo que sería importante que los políticos asumieran ese cuestionamiento y tomar cartas en el asunto, porque aquí si no se pega un golpe de timón fuerte para recuperar esa confianza y, por el contrario, si seguimos descubriendo todos los días casos vinculados a la corrupción pierde todo el país.

- ¿Qué le parece el caso Hermosilla y las posibles coimas?

- Siempre va a haber personas que van a transgredir la ley, siempre van a ver funcionarios que se van a tentar. Por eso, es súper importante investigar pronto y bien qué es lo que hubo realmente. Otra situación que contribuye mucho es que el sistema tributario nacional es sumamente complejo, es realmente un laberinto. La mayoría de los chilenos hacemos nuestra declaración de impuestos por internet, aceptamos, algunos les devuelven y otros tienen que pagar. Pero cuando estamos hablando de grandes contribuyentes, la cosa se enreda mucho y, efectivamente, hay mucho poder en manos de funcionarios, mucho poder discrecional que deberíamos terminarlo de una vez por todas. Por lo pronto, el SII no debería depender del poder político, mientras no se haga ese cambio, la verdad todo lo que estamos hablando son voladores de luces (...). Hay que dar algunas señales también: autonomía para el Servicio de Impuestos Internos, mejores sistemas de control también para ello, menos facultades discrecionales, un sistema más simple y fácil de verificar. Son cosas de perogrullo.

-¿Por qué no cambian, entonces?

- Porque hay gente a la que también le interesa que sea confuso (...). Tampoco me refiero solamente a eso, porque aquí hay un tema de coimas, de estafa, de organización criminal, hay muchos temas; pero también tenemos un sistema que permite hacer mucha triquiñuela. Permite que la gente les transfieran patrimonio a sus hijos y a sus nietos sin pagar impuestos; permite mucho juego. Igualmente son figuras que no debiéramos tener que están asociadas a la evasión, pero con el timbre de que son legales. Mientras exista la ley con esos espacios, no es bueno para nadie. Debemos simplificar y hacer más pareja la legislación tributaria para todo el mundo.

- ¿El SII es el único que debería ser autónomo?

- Hay muchos órganos del Estado que necesitan más autonomía y también muchos que necesitan más control. La Contraloría, el Banco Central, el propio Congreso, el Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, buena parte del mundo municipal que no están sometidos al Consejo para la Transparencia y tienen unas reglas especiales y más blandas. La Ley de Transparencia también podríamos agrandarla, profundizarla y perfeccionarla mucho, porque nos quedó chica. La pregunta es ¿cuál es el interés que tienen estos órganos de no cumplir la Ley de Transparencia igual que todo el mundo? (...) A nadie le gusta que lo controlen, a mucha gente le gusta comportarse en las instituciones públicas como si fueran sus dueños y, por supuesto, no ser ni cuestionados ni fiscalizados. Siempre va a haber gente que está muy interesada en que las cosas no cambien, porque tienen un negocio montado en torno a ello, venden influencias, cobran, cobran caro y eso explica en buena medida por qué las cosas no cambian (...). Para personas inescrupulosas, éstas son oportunidades de negocio. Es un poco lamentable.

- ¿Eso es lo que sucede en el Caso Convenios?

- Absolutamente sí. (...) Nada libera, a ninguna institución pública o privada, sobre todo las que no tienen dueño, las que tienen menos control, de ser utilizadas por personas inescrupulosas. Lo que pasa es que, en el caso de las fundaciones vinculadas a Revolución Democrática, la situación fue grotesca y fue un tinglado hecho en forma muy obscena, muy descarada. No fue el típico caso del funcionario municipal o de un ministerio que se arregla los bigotes en un caso puntual. Esto, con los antecedentes que tenemos, más parece una organización con una decisión inicial de tomar una serie de medidas para obtener recursos que deberían ser destinados a solucionar problemas graves. No quiero relativizar casos como de uso de información privilegiada o presiones para que la regulación sea de una manera u otra, son igualmente casos gravísimos de corrupción; pero no teníamos recuerdo de que los fondos se obtuvieran directamente de las platas destinadas a las necesidades sociales más urgentes y eso, por supuesto, que es muy chocante e indignante.

- ¿Cómo se recuperan las confianzas con la ciudadanía?

- Creo que la ciudadanía desconfía con justa razón, porque todos los elementos que se le han puesto adelante son para que esa sea la reacción natural. Lo que también destacaría como algo positivo. Nosotros todavía nos indignamos, nos sorprendemos y nos molestamos, lo que ya es el inicio de una solución. Si estas cosas pasaran y la gente dijera "esto no hay cómo cambiarlo, no tiene vuelta, siempre ha sido así", la comodidad de la clase política sería aún mayor. Creo que aquí la gran clave para que haya un cambio es la presión ciudadana.

Siempre va a haber gente que está muy interesada en que las cosas no cambien, porque tienen un negocio montado en torno a ello, venden influencias, cobran, cobran caro y eso explica en buena medida por qué las cosas no cambian".

Flor Arbulú Aguilera

flor.arbulu@mercuriovalpo.cl

Leturia Asegura que cualquier institución está proclive a ser utilizada para ser corrompida.

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