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ENTREVISTA. Rodrigo Mundaca, gobernador regional y los resultados del plebiscito:

"No podemos cerrar este proceso, porque sigue siendo un anhelo"

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Francisco Meneses V.

Una vez conocidos los resultados del plebiscito en el que se rechazó la propuesta de Constitución emanada desde el Consejo Constitucional, el gobernador regional Rodrigo Mundaca hizo su análisis.

"Esto pone de manifiesto el tremendo desafío que tenemos todas las autoridades que ejercemos nuestros cargos, a propósito de haber sido electos democráticamente, en la construcción de grandes acuerdos", dijo la autoridad, pero "con la ciudadanía, de ponernos a disposición de los excluidos de siempre, para los cuales para los cuales esta propuesta constitucional no les hizo sentido".

- ¿Qué es lo que se viene ahora a partir de hoy, a nivel político en la región y en el país?

- Es evidente que este mecanismo fracasó, esta propuesta constitucional fracasó, cuando se encapsuló en un grupo "de supuestos iluminados" que iban a proponer una propuesta constitucional al pueblo de Chile, que en rigor era la propuesta de un sector, en particular del Partido Republicano, que ejerció su capacidad de veto en el proceso, que instaló una visión de sociedad excluyente, que mantenía y profundizaba las exclusiones. Esa dramaturgia no se puede volver a repetir, porque hoy día el pueblo de Chile sigue anhelando la consagración de derechos (...) La tarea que tenemos todas y todos es escuchar a ese pueblo, que hoy día sigue siendo el principal ausente de los procesos de construcción.

- ¿Y cómo se escucha a ese "pueblo ausente" del proceso de construcción política, para solucionar los problemas que se arrastran por años?

- La escucha activa dice relación con que las autoridades electas democráticamente tenemos que estar en el territorio, en nuestras comunidades, transformando los anhelos y esperanzas en obras concretas, en materia de vivienda, educación, seguridad, conservación, medio ambiente, aguas, cultura, deporte. El proceso de descentralización en el que estamos involucrados, es probablemente el hito político más importante que enfrenta la sociedad chilena en el siglo XXI; que le puede cambiar la vida a las personas cuando levanta política pública desde los territorios, las comunidades, escuchando a las organizaciones de la sociedad civil, a los vecinos y vecinas.

- ¿Cómo deben afrontar las organizaciones y movimientos sociales esta etapa que comienza?

- Hoy día hay un proceso de deconstrucción del tejido gregario, y ese proceso dice relación con el rol que deberían desempeñar las organizaciones sociales, los movimientos sociales, los independientes; porque objetivamente este resultado sobrepasa con creces a los partidos clásicos de la sociedad chilena. Yo fui un tipo muy crítico del mecanismo que se empleó al inicio de este segundo proceso, también de la forma en que se fueron fraguando los acuerdos que finalmente cristalizaron esta propuesta constitucional que el pueblo de Chile ha rechazado ampliamente, y que en la Región de Valparaíso tiene un resultado inequívoco (...).

- ¿Qué tan viable es un tercer proceso constitucional en dos, cinco o diez años más?

- Lo voy a decir en estos términos, me parece muy ufano que hayan autoridades que plantean de que aquí el proceso constituyente se cierra. Creo que eso es bastante vanidoso plantearlo, porque en la práctica se sigue considerando al pueblo, a la ciudadanía como ciudadanos de segunda clase. No podemos cerrar este proceso porque sigue siendo un anhelo, los mecanismos que se han empleado el pueblo los ha rechazado y ampliamente. Plantear que el mecanismo se cierra por decreto, son cuestiones que la ciudadanía rechaza.

"Esto pone de manifiesto el tremendo desafío que tenemos (...) en la construcción de grandes acuerdos".

¿En contra de qué?

Director ejecutivo de Fundación Piensa
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Siempre es difícil escribir una opinión en una jornada electoral, pues faltan muchos elementos de jucio que se van aclarando con el paso de las horas, días y meses.

El pueblo de Chile ha decidido, por una relevante mayoría electoral, rechazar la propuesta del Consejo Constitucional y mantener vigente la Constitución de 1980.

La opción "En contra" tuvo promotores muy diversos, desde Daniel Jadue hasta Teresa Marinovic y, naturalmente, quienes concurrieron por esa opción lo hicieron asistidos por diversas razones y motivaciones. Me atrevo a intuir que la que permitió inclinar la balanza fue la protesta contra una política que ha perdido cuatro años en una discusión constitucional que parece lejana de las urgencias sociales. Si alguna vez los chilenos vieron en el cambio constitucional una opción para salir de la crisis hoy, defraudados, descreen de la aptitud de la Constitución para solucionar sus problemas, están fatigados de este debate y son críticos del camino que abrió el 18 de octubre y el "Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución". Cuatro años después "estamos donde mismo".

El resultado tiene efectos en el proceso político de corto plazo. Parece evidente que fortalece al gobierno -jugado por el En Contra- y debilita a la oposición -jugada, en su mayoría, por el A Favor-. Esto le permitirá al Ejecutivo enfrentar con una mejor posición negociadora la discusión de las reformas tributaria y de pensiones y obtener un cierto impulso para las elecciones locales del año 2024.

El gobierno no tiene mucho más que celebrar.

En primer lugar, porque el triunfo de la generación que, en parte, se construyó en torno a la bandera de cambiar la "Constitución de Pinochet" y ser la "tumba del neoliberalismo" es el de legitimar, por segunda vez de un modo muy claro, la "Constitución de Pinochet" y aquellas reglas institucionales que, a juicio de ellos, consagrarían de manera pétrea el denominado "neoliberalismo". Hoy, cuatro años después del 18 de octubre, nuestra Constitución termina más legitimada. Curioso triunfo. El verdadero triunfo del gobierno -y de esa izquierda que lo sustenta- era la aprobación de la propuesta de la Convención Constitucional pasada.

Por otro lado, el triunfo del "A favor" sí le daba una opción interesante al gobierno: firmar el cierre de la "discordia constitucional" y, con la implementación de la nueva carta fundamental, tener algún tipo de agenda legislativa viable. La alternativa (seguir el camino que ha tenido hasta hoy) no es muy auspiciosa: imposibilidad de materializar acuerdos y cumplir sus promesas de "cambios estructurales" mostrándose ampliamente incapaces en la gestión de asuntos públicos, con una extendida "sequía legislativa". Una generación muy buena para marchar y destruir pero muy mala para acordar y construir. Tampoco se ve una victoria por este lado.

En el caso de los promotores del "A favor" si bien estamos frente a una clara derrota, lo cierto es que no parece dramática. La inmensa mayoría de ese mundo nunca quiso un cambio constitucional y siempre estuvo en este proceso a contrapelo. Ahora bien, el resultado pone en entredicho la virtud del acuerdo posterior al triunfo del rechazo, que si bien se entendía como un cumplimento de la palabra empeñada en campaña (rechazar por una nueva y buena) terminó demostrándose como apresurado, innecesario y contramayoritario.

Ahora, a escuchar la voz de pueblo: cerrar la discusión constitucional y abocarse a los problemas profundos de Chile, que lamentablemente son muchos.

"El gobierno no tiene mucho más que celebrar (...) una generación muy buena para marchar y destruir pero muy mala para acordar y construir".

Juan Pablo Rodríguez