LOS MARTES DE DON DEMETRIO Antichilenismo visceral
POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, ABOGADO Y EXDIPLOMÁTICO POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, ABOGADO Y EXDIPLOMÁTICO
El Presidente Boric declaró que percibe la existencia en el país de un "anticomunismo visceral", ello quizás como una forma de acercarse a esa colectividad y asegurar la lealtad del Partido Comunista a su gobierno. Pero lo que él debió haber señalado es que percibe "un antichilenismo visceral en el Partido Comunista", entendiendo por chilenismo el conjunto de elementos que componen el alma y el quehacer del país, tales como su cultura, su historia, su democracia, su intento de vivir en paz, su convivencia nacional, etc. Son los hijos políticos de Marx, Lenin y Stalin los que atentan día a día contra el alma misma de Chile y su acción en tal sentido es visceral. Es parte de su razón de ser y lo único que buscan es destruir lo que se ha levantado con tanto esfuerzo y sacrificio. Pero saben que jugar a ser víctimas reditúa y el Presidente ha caído en la trampa.
Sería muy lato dar ejemplos que dan muestra de la veracidad de mi aserto anterior, pero haré un repaso a "vuelo de pájaro" sobre algunos hechos concretos de "los compañeros". En 1947 y 1949 recibieron la orden desde Moscú de llevar las minas de carbón de Lota y Coronel a largas y violentas huelgas como una manera de imposibilitar el abastecimiento de carbón a las minas de cobre que eran propiedad de empresas americanas y ahí estuvieron por meses los pobres mineros sin trabajar, sin recibir paga y algunos yendo a la cárcel. En 1952, cuando Chile suscribió un acuerdo militar con Estados Unidos, los estudiantes de la época marchamos por las calles y enfrentamos a los carabineros, pues los comunistas nos decían -con su proverbial dialéctica- que aquél autorizaba a que los soldados americanos que todavía estaban peleando en Corea fueran reemplazados por chilenos. Eso era mentira, pero había orden de Moscú.
Luego, al término del gobierno del Presidente González Videla montaron un secuestro de dos dirigentes sindicales de nota, Domiciano Soto y Edgardo Mass. El plan consistía en culpar de dicho secuestro al gobierno y hacer una gran revuelta, la que terminaría con una marcha en la Alameda de Santiago donde aparecería el cadáver de Soto. Luego venía el asalto a La Moneda. Ese fue el famoso complot de Colliguay. Todo fue montado por el PC.
En abril de 1957 fueron los promotores de una asonada que casi hace caer el gobierno de Ibáñez. La acción bastante violenta del Ejército pudo controlar el caos. Durante los gobiernos de Alessandri y Frei Montalva dieron muestras de su poderío en los sindicatos produciendo largas huelgas, especialmente en las grandes minas de cobre, lo que era inmensamente perjudicial para el país, pues en esa época el porcentaje de los ingresos de ese metal era muchos más sustantivos que hoy. En el gobierno de Allende intentaron aparecer como colaboradores, pero cuando el Presidente hizo un viaje desesperado a Moscú para obtener créditos que le permitieran resolver en parte la tremenda crisis en que estaba sumergido el país, ellos miraron para el techo. Fue tal que de regreso de dicha experiencia el propio Allende le dijo a sus cercanos: "No sé a qué hemos venido a Moscú".
Luis Corvalán tenía instrucciones del Kremlin de no insistir en el otorgamiento de préstamo alguno y él, lógicamente, obedeció a sus jefes rusos. Vuelta la democracia después de terminada la dictadura, todos somos testigos de cómo los comunistas fueron ejecutores durante los gobiernos de la Concertación de una política tendiente sólo a conseguir solapadamente cuotas de poder. Para tal efecto no trepidaron, incluso, en llevar de candidato a la presidencia de la República a un sacerdote. En las administraciones de Piñera usaron la estrategia de negar la sal y el agua, sin importar lo que aquello significaba para la gente común y corriente. El denominado estallido social de octubre con estaciones de metro quemadas e incalculables daños fue básicamente obra de ellos. El propio presidente del PC, dos días después de los hechos, declaró a El Mercurio que la solución pasaba por la renuncia de Piñera.
Por espacio detendré aquí las menciones al PC, pues podría seguir con muchas más, como el hecho vergonzoso para Chile que fue el único grupo político del mundo que justificó la invasión rusa a Checoslovaquia o eran sus miembros los pocos humanos que hablaban de "nuestro padre Stalin" refiriéndose al asesino que mató más rusos que Hitler.
De este brevísimo repaso se puede colegir lo antes dicho, son los comunistas los que han tenido una conducta visceral antichilena.
Pero lo peor es su esfuerzo por implantar el marxismo-leninismo para destruir la sociedad por dentro. Es una especie de cáncer que avanza silenciosamente. Ello es por medio de la dialéctica (lo he planteado antes). Señalan que no hay valores o principios inamovibles, a excepción de las resoluciones del Comité Central. Toda idea, como la solidaridad, el patriotismo o la honestidad, por ejemplo, se pueden transformar en una tesis a objeto de confrontarla con otra idea que se constituye en una anti-tesis. Fruto de esa confrontación nace una síntesis, la cual a su turno se transforma en una nueva tesis, la que es sometida al mismo proceso de discusión ya mencionado, dándose origen a una nueva síntesis, la que a su turno crea otra tesis, y así sucesivamente. O sea, pensar que la solidaridad, la honestidad o el amor a Chile, por ejemplo, son por sí valores absolutos está fuera de lugar si es necesario para la causa. Ese proceso permite que todo lo que busca el Partido puede ser objeto de un proceso de degradación cuando ello conviene a la cúpula que lo dirige.
No está en el pensamiento ni en la acción de la inmensa mayoría de los chilenos ese procedimiento de relativización de valores fundamentales y no por ello se nos puede tildar de visceralmente anticomunistas. Al contrario, son los comunistas quienes por medio del camino descrito demuestran que son visceralmente enemigos de lo que nosotros consideramos como principios bases e indiscutibles de nuestra convivencia.