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La derecha dividida en Viña del Mar

Con plazo fatal hasta el martes para inscribir primarias, la oposición bucea entre su propio egoísmo para desafiar a Macarena Ripamonti. Ripamonti ya parece haber librado de muy buena manera del desastre de los incendios y la reconstrución, por lo menos en cuanto a popularidad se refiere.
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La fragmentación de la derecha en Viña del Mar debiera ser una buena noticia para la alcaldesa Macarena Ripamonti, quien ya parece haber librado de muy buena manera del desastre de los incendios en cuanto a popularidad se refiere. En primer lugar, la estrategia -establecida por los diputados Jorge Brito y Diego Ibáñez- de apuntar las responsabilidades del siniestro contra Senapred para quitar responsabilidad a las jefas comunales de Viña, Quilpué y Villa Alemana, resultó bastante bien. Prueba de ello es que la propia Comisión Especial Investigadora (CEI) de la Cámara Baja en su constitución del pasado martes apuntó a las fallas del citado organismo, la Conaf e Interior. Y, salvo por el republicano Luis Sánchez, nadie se animó siquiera a mencionar la posible citación de alguna de las alcaldesas.

En segunda instancia, la rocambolesca lentitud en el proceso de contención y reconstrucción en los cerros y sitios afectados por el fuego, incluyendo planes a medio hacer y enviados por WhatsApp, ya le fue traspasada al Gobierno por la comunidad, los damnificados, las propias alcaldesas, el gobernador regional, las organizaciones civiles y los medios de comunicación.

Dicho eso, la UDI pide unidad a través del hasta anteayer precandidato a alcalde, Osvaldo Urrutia, quien propone al exgobernador independiente Gonzalo Le Dantec. Evópoli se cuadra con el que les ofrezcan. RN da señales de querer llegar hasta el final con el concejal Carlos Williams, apoyado por el diputado Andrés Celis. Republicanos, después de haber manoseado a tres precandidatos para la comuna, soprendió con Antonella Pecchenino, hija del recordado caricaturista "Lukas".

La autofagocitación del sector es discutida por el consejero regional Manuel Millones, quien insiste en forzar primarias a como dé lugar, al tiempo que la UDI no sabe si logrará convencer a Iván Poduje, Pamela Hödar u optar por Le Dantec. Al excura Marcelo Catril no parece quererlo nadie, pero su eventual arraigo en las tomas y en Monte Sinaí es un factor que sigue convenciendo a algunos. Hay plazo hasta el martes para inscribir primarias. ¿Se pondrán de acuerdo en ello, apostarán por ir divididos o, finalmente, coincidirán en un candidato único? Al final del día, hoy gana Ripamonti.

¿Cuello y corbata?

Bernardo Donoso Riveros , Profesor emérito PUCV
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En las conversaciones y, por ende, en las informaciones generalmente se usa decir "delito de cuello y corbata" para significar una específica forma delictual o, probablemente, actos de tal connotación. Naturalmente, como sucede muchas veces, afirmando un juicio definitivo, sin esperar los fallos del Estado de derecho o sin otorgar cuidado al sentido de la presunción de inocencia. Parece ser entonces que, como en tantos actos de nuestra vida, tipificamos los eventos del devenir humano. Ponemos los actos humanos sobre una mesa en la cual agrupamos partes que nos parecen similares, las categorizamos, las incorporamos a nuestro ver y pensar, haciendo que nuestra experiencia, prejuicios, relatos, ideologías, estudios de alguna disciplina en particular, y muchos otros, nos permiten hacer un dibujo a firme que tiende a ser socialmente observado como exacto.

Tal vez hubo alguna vez una sola interpretación: el delito percibido o juzgado por los tribunales que fue cometido por una persona que reúne ciertos atributos sociales que actúa indebidamente en el "mundo financiero" u otros espacios similares. Una precaria conclusión sería que estamos hablando de estrato socioeconómico y ciertos tipos de delito. Así es poco probable que incluya, principalmente, algunos de los atroces asesinatos o secuestros y similares que hemos experimentado como sociedad en los últimos años, muchos de ellos derivados de alguna red que cruza diversos países, asociados a fuentes que van del crimen común a aquellos más sofisticados que incluyen coordinaciones, logística, motivaciones, incluidas las dictatoriales ideológicas. Volviendo atrás, en la connotación socioeconómica, el cuello con corbata permitía inferir o activar prejuicios.

En el presente se nos generan algunas confusiones aún no consolidadas. Así, una persona de los estratos "originales" de la tipificación ya no usa corbata en su cuello. Son las tendencias generacionales de la moda, como ha sucedido siempre. A medida que pase el tiempo podremos, tal vez, observar una modificación de estas nomenclaturas: el devenir y la experiencia modificarán los usos y costumbres y el lenguaje y los prejuicios y la generalización y la simplificación. ¿Pueden los que no usan "cuello y corbata" cometer delitos de "cuello y corbata"?

En el cruce de tiempos, experiencias emergentes y dolorosas, distorsiones de lo real, lo creído y lo "soñado", pueden suceder estas "humanas confusiones" sostenidas en la buena fe y también en la sutil manipulación interesada a la cual se puede recurrir para afirmar un objetivo. Por ejemplo, podría una persona usar el decir "cuello y corbata" para descalificar al probable infractor. Una forma de clase social, de pequeña lucha de clases, donde "esos o esas" comenten tan reprobable acción, impunes ciertamente. Los otros infractores pertenecerían al mundo oprimido desprovisto de privilegios. Puede parecer exagerado intentar esta penetración a un mundo de usos interesados, aunque podría tener sentido para "ver mejor". Imaginemos que estamos invitados a una escucha, una lectura crítica de las afirmaciones que pasan suavemente por nuestros ojos y oídos. Puede ayudarnos a ser más libres para mirar el menú que vamos a digerir.

La importancia del censo

Manuel Díaz , Investigador Fundación Piensa
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Ya casi ha pasado un mes desde que partió el censo, la encuesta más importante que se realiza en el país. Esta herramienta tiene como objetivo entregarnos información sobre la población actual, permitiéndonos generar proyecciones y una planificación de las políticas públicas de largo plazo. Por ejemplo, a partir del censo se estiman las cantidades de vacunas que el país tiene que adquirir año a año, como también cuáles tienen que ser los focos de las políticas que el país debe impulsar.

No es novedad que el Estado dispone de recursos limitados para resolver problemas urgentes que afectan a la ciudadanía: transporte, salud, vivienda, educación, entre otros. Los distintos desafíos que cada asunto conlleva exigen una inversión importante y, por lo mismo, responder a la pregunta de cómo y dónde invertimos esos recursos para que lleguen a la mayor cantidad de personas toma relevancia. Justamente, el censo es la encuesta que nos permite saber estas cuestiones esenciales, dado que tiene una mayor granularidad que cualquier otra encuesta, esto significa que posee un mayor detalle y es más específica que otros instrumentos de medición.

Lamentablemente, en el último tiempo hemos visto críticas infundadas al censo. Se dijo que por primera vez se preguntaría por el nombre completo de los integrantes del hogar, lo que vulneraría la garantía constitucional de la privacidad; o que la información sobre el número de habitaciones sería utilizada para expropiar viviendas. Todas estas cuestiones, además de ser derechamente falsas, muestran una creciente desconfianza en las instituciones que pone en riesgo el éxito del proceso. Y es que no podemos darnos el lujo de que este instrumento vuelva a fracasar como ya pasó el 2012. De lo contrario, ¿cómo podemos diseñar soluciones a los problemas si no sabemos cuántos somos ni dónde habitan las personas? En este contexto, es esencial subirse al barco del censo. Su éxito no es el del gobierno de turno, sino de una política de Estado. Entender esto es fundamental para llegar a buen puerto, dado que esta encuesta permite delinear los próximos diez años de desarrollo del país. Asimismo, tiene un efecto profundo en cuestiones esenciales como son el resto de las encuestas realizadas en el país -sea la Casen, la encuesta CEP o estudios de mercado-, ya que estas usan el censo para el diseño muestral y, por tanto, definir a quienes tienen que encuestar para que el instrumento sea representativo del país, afectando tanto al mundo público como al privado.

En definitiva, tener un buen censo nos permite avanzar. Sin información la tarea de todos se vuelve mucho más difícil. Es verdad que el censo puede mejorar; por ejemplo, en países europeos se usan metodologías híbridas que habilitan a las personas responder online, lo que permite abaratar costos y ser más eficientes en el uso de los recursos públicos. Pero, de todas formas, esta discusión tiene que ser para el futuro, ahora lo importante es que a fin de año sepamos realmente cuántos somos y contar con información precisa para afrontar los problemas del país.