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Sobreendeudados

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El estudio plantea otra realidad preocupante: pese a que ganan menos, las trabajadoras extranjeras laboran en promedio entre dos y tres horas más que las chilenas, lo que se mantiene relativamente estable en todos los grupos etarios".

La migración hacia Chile ha sido uno de los fenómenos que probablemente más ha cambiado la cara del país, agregando nuevos colores, sabores, sonidos y, en definitiva, culturas. De hecho, el paisaje demográfico nacional ha tenido un cambio significativo en los últimos 20 años y se espera que continúe en esa senda.

Pero a la luz de los datos, pareciera que nuestra nación no estaba preparada para recibir a nuevos habitantes y que "el amigo cuando es forastero" no es precisamente tan "querido" como lo afirmaba la canción compuesta por Chito Faró en 1942.

Contrario a lo que plantea la letra de ese vals, esta semana se dio a conocer un estudio del Laboratorio de Encuestas y Análisis Social (LEAS), de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo de la Universidad Adolfo Ibáñez. El texto "Descubriendo la realidad laboral de las mujeres migrantes en Chile" analiza en detalle el mundo del trabajo en el país. Allí se plantea una nueva situación que aqueja a quienes se han avecindado en nuestro país y, en específico, a las mujeres.

A modo de contexto, se utilizan en detalle los datos de la encuesta CASEN, entre 2006 y 2022 -postpandemia- que muestran que la población migrante ha aumentado de un 1% a más de un 8%. Aquello ha significado un cambio social relevante, que también ha impactado al mundo del trabajo. Durante el mismo periodo mencionado, la fuerza laboral extranjera aumentó de un 1,6% a más de 11%. Y se calcula que más de la mitad son mujeres.

En esa misma línea, LEAS decidió estudiar cómo viven el mundo laboral las trabajadoras que vienen de otros países. Los resultados son interesantes, pero muestran también que si ya Chile tenía una gran deuda en equidad de género -diversos estudios demuestran la desigualdad todavía reinante-, en el caso de las migrantes, este déficit es aún mayor.

Según el laboratorio, una primera diferencia entre las chilenas y extranjeras es que las migrantes son, en su mayoría, más jóvenes, en un rango en el que más de la mitad de ellas tiene entre 18 y 34 años. Una primera mirada podría apuntar a que las nacionales se dedican a los estudios superiores gran parte de ese tiempo. Pero de acuerdo a la investigación, los niveles educacionales son equivalentes en ambas realidades, al menos en ese tramo etario.

Donde la diferencia es más notoria, sin embargo, es a la hora de evaluar ingresos por ocupación, en el que -dependiendo de la edad- la brecha alcanza entre 15% y 19% en detrimento de las mujeres que vienen de otros países. Las más afectadas son quienes se encuentran entre los 18 y 34 años, y entre los 35 y 54.

En esa línea, el estudio plantea otra realidad preocupante: pese a que ganan menos, las trabajadoras extranjeras laboran en promedio entre dos y tres horas más que las chilenas, lo que se mantiene relativamente estable en todos los grupos etarios.

Para LEAS, aquello puede tener relación con datos que se obtuvieron en otro estudio de 2022, el que mostró que un 60% de las mujeres que venían de otros países lo hacían en búsqueda de mejores oportunidades laborales. Eso, dicen, puede dar pie a que sean más propensas a aceptar trabajos por menos salario que las nacionales.

Los roles de género y sobre todo las labores de cuidado, también dificultan la inserción laboral de las migrantes, por cuanto una importante cantidad de ellas planteó no haber buscado trabajo en el último periodo, pues debía cuidar a hijas e hijos. Chile es, por cierto, uno de los países del continente donde estos roles siguen muy fijos en la sociedad.

Con esos datos a la vista, aparece claro que en esta larga y angosta franja de tierra la igualdad de género es una deuda pendiente, de lento avance y que no logra tomar el ritmo adecuado. Pero pareciera ser que con la mayor llegada de migrantes, ese sobreendeudamiento con la equidad solo se ha acrecentado, en la medida que ha sido sazonado también con una importante mezcla de xenofobia y clasismo. 2

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Un alcalde para Valparaíso

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Así como hay políticas de Estado respecto de temas que requieren una mirada transversal, el caos en que se encuentra la ciudad pide dejar de lado las disputas internas y pensar en un candidato que logre un consenso de todos quienes amamos Valparaíso y sufrimos con su situación actual".

Durante estos días, los partidos comenzaron a definir quiénes serán los contendores que intentarán arrebatarle la alcaldía a Jorge Sharp. Si hacemos un poco de memoria, el alcalde no tiene culpa de estar en el cargo. Los verdaderos responsables fueron los partidos políticos, quienes el 2016, divididos en dos conglomerados, le prepararon la pista, postulando a dos candidatos muy malos. Chile Vamos insistió con Jorge Castro, que venía de una administración deficiente, y la Nueva Mayoría, insultó la inteligencia de los porteños, proponiendo a un candidato popular: Leopoldo Méndez, conocido popularmente como DJ Méndez.

El triunfo del abogado Sharp, que en esa elección obtuvo casi el 54% de los votos, fue gracias a un voto de rechazo de la gente, aburrida del menosprecio de los partidos tradicionales por la ciudad. Ni siquiera sumando los votos de Castro y de Méndez (45%) alcanzaban al originario de Punta Arenas.

La historia no fue muy distinta en la elección edilicia del 2021. En esa ocasión, Chile Vamos presentó a Carlos Bannen, mientras que Unidos por la Dignidad apostó por Marcelo Barraza. Sharp mantuvo el apoyo de la primera vez (56%), la derecha siguió con su techo de un 22%, sin embargo, Barraza se desplomó alcanzando un 7%, apenas 7.709 votos. Otro regalo de los políticos tradicionales para Jorge Sharp. No sé si por ingenuidad, cobardía de no querer perder o simple desprecio por la ciudad, fue una batalla que comenzó perdida.

Más allá de las enormes dificultades que ha enfrentado, varias de ellas autogeneradas, Sharp ha sabido manejarse hábilmente para ser reelegido, llamar la atención en Santiago y lo más seguro es que, como van las cosas, pueda salir reelecto, pese al estado calamitoso en que se encuentra la ciudad.

Hasta la fecha, no he visto a ningún candidato o candidata que pueda romper esta dinámica. Si seguimos la lógica de las elecciones anteriores y aunque el voto obligatorio puede cambiar el panorama, en las últimas votaciones ambos conglomerados se han dividido el 50% de los votos que no se lleva Sharp.

Por el rol que ha tenido en la historia económica de Chile, por el desarrollo intelectual que tuvo en el siglo XIX y XX, la gran cantidad de universidades que se concentran acá, por las miles de veces que ha sido ilustrado, fotografiado, novelizado y poetizado, en definitiva, por su condición de Patrimonio de la Humanidad, el puerto no puede seguir siendo disputado como un botín por la izquierda y la derecha.

De la misma forma como hay políticas de Estado respecto de temas que requieren de una mirada transversal, el caos en que se encuentra la ciudad pide dejar de lado las disputas internas y pensar en un candidato que logre un consenso transversal de todos quienes amamos Valparaíso y sufrimos con su situación actual.

No sería algo nuevo. A lo largo de su historia, grandes personajes han ejercido el rol de alcalde de la ciudad, sin tener una filiación política clara y sin tener necesidad de ejercer el rol, pero sí una obligación moral con el puerto. Pienso en hombres notables: el empresario y filántropo Carlos van Buren. No es casualidad que el principal hospital de la ciudad lleve su nombre. Arturo Benavides, veterano de la guerra del Pacífico, hoy famoso gracias a Guillermo Parvex. Y, en el primer lugar del podio, el almirante Jorge Montt, quien, luego de participar en la revolución contra Balmaceda, se erigió como presidente de la República. Luego de eso, Montt fue alcalde de Valparaíso por tres años, entre 1915 y 1918.

Sé que lo que digo puede parecer ingenuo y, lo más seguro, es que esta columna termine envolviendo un pedazo de corvina o, más ad hoc, una cabeza de pescado en la caleta Portales, pero lo cierto es que, frente a situaciones extremas, se requieren acciones extremas. Un alcalde de unidad sería una de ellas. 2

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