LA TRIBUNA DEL LECTOR Bonvallet tenía razón
POR FERNÁN RIOSECO, ABOGADO
Por esos avatares del destino, el año 1999 conocí a Eduardo Guillermo Bonvallet. Junto a un grupo de ajedrecistas que jugábamos el Torneo Mayor de Chile fuimos a Radio Zero, donde "Bonva" era grito y plata con su programa Otra vez de Zero, para pedirle que nos ayudara a denunciar ciertas irregularidades en la Federación Chilena de Ajedrez. Bonvallet me escuchó amablemente y después de mi perorata dijo: "Mira hue… yo no puedo estar denunciando a los cinco millones de delincuentes que hay en este país".
En esa época no entendí mucho su frase. Me parecía exagerado pensar que un tercio de la población podían ser delincuentes. En realidad, lo que Bonvallet quería decir era que muchos compatriotas no sólo infringían la ley, sino que se jactaban de ello o, al menos, el quebrantamiento de las reglas no les producía ningún remordimiento. Es la mal entendida "viveza" del chileno.
Veinticinco años después, parece que Bonvallet tenía razón. Llevamos más de una década con un 40% de evasión en el Transantiago; Fonasa destina más del 43% de sus recursos a pagar licencias médicas (y un alto porcentaje de ellas son falsas); un significativo número de deudores del CAE no devuelve el préstamo, incluyendo a cuatro diputados a julio de 2022; hace pocos meses una banda de crimen organizado defraudó al Fisco en más de $85.000 millones mediante licencias médicas falsas; las denuncias falsas de usuarios de tarjetas bancarias han causado un perjuicio al Banco Estado de US$120 millones, sólo a noviembre de 2023; casi la mitad de los municipios enfrenta investigaciones penales y/o administrativas por diversas irregularidades; y proliferan el tráfico de influencias, los conflictos de interés, los pitutos y los casos de corrupción: Pacogate, Milicogate, Hermosilla, Fundaciones, etc.
A su turno, la población migrante ha crecido de 600 mil extranjeros el año 2015 a casi dos millones en la actualidad. Si bien la mayoría son personas decentes y honradas, una cantidad no menor ha decidido no adaptarse a nuestra cultura e infringir nuestras leyes, sin pudor alguno. Para qué mencionar el tráfico de drogas y armas, la trata de personas, el lavado de activos en barberías, los loteos irregulares, la ciberdelincuencia, el sicariato, los secuestros extorsivos, y auténticas ciudadelas en tomas ilegales controladas por el crimen organizado.
La anomia es total. La sociedad está fracturada, descompuesta y polarizada. No hay respeto por las reglas ni por la autoridad. La ética pública y privada escasea. Cada uno busca su propio interés y son raros los que aún observan las leyes.
El alma de Chile está desgarrada, pero su corazón, su gente, no hace nada. Recuerdo un diálogo de la serie Yellowstone:
"Los cobardes dominan el mundo hoy. Con reglas y costumbres de cobardes. Para triunfar hoy sólo debes saber cómo culpar a otros y quejarte. En estos días sobrevive el más débil".
Parece que Bonvallet tenía razón.