LOS MARTES DE DON DEMETRIO
POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, ABOGADO Y EXDIPLOMÁTICO
En los inicios de los años 60 nació en el Uruguay una corriente política de extrema izquierda denominada Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaro. Poseía como inspiración ideológica la revolución de Fidel en Cuba, con las diferencias que la uruguaya era netamente urbana, no estaba subordinada a Moscú y tuvo como miembros desde sus inicios a algunos jóvenes profesionales pertenecientes a las familias más pudientes y tradicionales. Se hicieron expertos en secuestros y con la participación de aquellos fueron capaces de inventar los más ingeniosos sistemas para esconder a sus víctimas por meses, sin dejar de lado el asesinato.
Llegado el gobierno militar, este le dio guerra sin cuartel a los "tupa" que buscaban, según ellos, cambiar el Uruguay, cosa que por lo menos a mí y a muchos nos causaba extrañeza, ya que los uruguayos con los años habían creado un pequeño y hermoso país, que con inteligencia y capacidad se movía entre Argentina y Brasil. Vivían en paz aprovechando los beneficios de estar al medio de dos grandes. En 1964 se integró a aquel movimiento un pequeño agricultor descendiente de inmigrantes europeos que había nacido en 1935. Su nombre: Pepe Mujica. En los inicios no era un líder de la izquierda, pero por su manera de ser, por su sencillo lenguaje, por su capacidad para diseñar ejemplos y por su simpatía personal, poco a poco fue escalando posiciones entre sus correligionarios. En razón de su actividad política estuvo preso 15 años. El último período que vivó enrejado fue de 13 años, entre 1972 y 1985. Entre sus "condecoraciones guerrilleras" está el haber sido herido con seis balas en un enfrentamiento con miembros del Ejército.
Vuelto el Uruguay a la democracia, en 1985 se dictó una ley general de amnistía por los delitos cometidos desde el 1 de enero de 1962, lo que abrió totalmente la vida política del país y permitió a la izquierda llegar al gobierno con el Frente Amplio, del cual formaban parte una gran cantidad de extupamaros, entre ellos Mujica. Este fue nombrado por el entrante Presidente Tabaré Vásquez, en el 2005, como ministro de Agricultura y Pesca, cargo que desempeñó hasta 2008.
Lo indicado hasta aquí me lleva a hacer una reflexión. En el Uruguay todos los crímenes -muertes, secuestros y exilios- cometidos por ambos lados, militares y opositores a estos, fueron solucionados de una sola vez: una ley general de amnistía, al estilo de lo que hicimos en Chile después de la revolución de 1891. ¡Qué diferencia con lo que seguimos viviendo los chilenos, que continuamos divididos entre lo que pasó entre 1970 y 1973 y lo que sucedió después! Es por ello que las palabras de Mujica cuando vino a Santiago a los actos habidos en septiembre pasado con motivo de los 50 años de la caída de Allende, fueron de una sabiduría infinita, como lo son habitualmente sus reflexiones sobre la vida y en especial sobre los temas de Estado. En su discurso dijo: "Hay que tener memoria, pero hay que mirar hacia adelante". Eso hicieron acertadamente los uruguayos.
Don Pepe es un hombre que sigue trabajando como antes en su pequeña chacra en compañía de su mujer. Nada ha alterado su mente ni su visión de la vida. Lo anterior no es obstáculo para que posea un gran realismo. Me narraba un importante empresario chileno que realizó una inversión sustantiva en el Uruguay, que Mujica, al inicio de ese proyecto, lo quiso ver. Fue una entrevista muy grata, en la cual hizo varias acertadas comparaciones entre los problemas de la burocracia uruguaya con las dificultades que él tenía con su pequeño y viejo tractor o con su conocido y destartalado auto VW escarabajo. Le dijo, entre otras cosas, que la burocracia era terrible, por lo que cada vez que le pusieran problemas fuera directamente a hablar con él. Le agregó que había que cambiar la mentalidad y abrir nuestros países al capital extranjero. Le reiteró su bienvenida. Este era el guerrillero-tupamaro.
Recién hace unos días el mismo expresidente ha anunciado que tiene cáncer al esófago y que, además, desde hace 20 años tiene insuficiencia inmunológica. La noticia ha caído muy mal, no sólo entre los uruguayos, sino entre todos los que por años hemos seguidos sus enseñanzas, su ingenio y su espontaneidad. Pese a que está totalmente fuera de la política cada vez que habla de algo relacionado con seres humanos en general o con problemas de su país, lo que dice no pasa inadvertido y siempre tiene un grado muy alto de verdad y de razón. En lo personal espero que pueda seguir trabajando su chacra, como lo ha hecho diariamente desde hace años, pero al mismo tiempo continuar enriqueciéndonos con sus reflexiones.
Quizás de las ideas más preclaras que pronunció últimamente fue la que se refiere a la diferencia entre instrucción y educación. La primera, sostuvo, es responsabilidad de los maestros en la escuela. Ellos deben enseñar matemáticos, ciencias, idiomas, etc. Pero la educación va muchos más allá y es responsabilidad primaria de los padres y esta en gran medida se ha perdido en atención a los "adelantos de la vida moderna". El cambio que ha habido en las últimas décadas en la relación entre padres e hijos ha sido tremendo y aquel es culpable de muchas de las dificultades que hoy tenemos. Antes eran los padres quienes le enseñaban a sus hijos cómo comportarse en la casa, cómo tratar con respeto especial a la madre, cómo los niños deben tener un cuidado especial con sus hermanos, cómo se come en la mesa a una hora determinada, cómo deben comportarse antes sus profesores, cómo deben respetar a estos últimos y a todos los adultos mayores, cómo conversar entre todos los miembros de la familia a la hora de comida y no estar pendiente del celular, cómo los hombres deben respetar a las mujeres desde que son niños y que pegarle a una niña es signo de poco hombre y un muy largo etcétera. Lo indicado por don Pepe es la pura verdad. Lo vemos todos los días, a veces en nuestras propias casas. Hoy los jóvenes en su gran mayoría creen que esas cosas ya no tienen trascendencia y que el mundo moderno les dio la libertad para comportarse como a ellos les plazca. Tengo conciencia que estas palabras de Mujica, de las que participo, no serán del agrado de muchos, pero si analizamos a fondo el decaimiento de nuestra sociedad nace de las dificultades que enfrentamos desde la familia. La velocidad de la existencia diaria, las urgencias del trabajo de la pareja, el poco diálogo entre padres e hijos y entre estos mismos, hacen que el núcleo social haya perdido su base y esto ha llevado al decaimiento del entramado de toda la comunidad. Sobre este diagnóstico sé que no hay acuerdo mayoritario y mucho menos lo hay a posibles soluciones.
Por estas líneas rindo homenaje a Pepe Mujica, un hombre consecuente consigo mismo y con sus prójimos. Un ejemplo de vida por su sencillez y cercanía con los otros seres humanos. Sólo me resta pedir al Señor que lo tenga por muchos años más en la tierra y que la partida no sea dolorosa.
¡Grande, Pepe Mujica!