Un evidente desprecio por las Regiones
A la triste constatación de que al Gobierno no le interesa lo que pase más allá de Curacaví, se suma ahora la arrogante actitud de la oposición. Que se entienda bien: el problema no son las candidaturas, sino las formas. Cualquier día nos enteraremos por el Instagram comunal UDI de Las Condes sobre quiénes serán nuestras nuevas autoridades.
Por crudo que suene, hay vidas e historias que valen más para algunos que para otros. En la industria marítima mundial, por ejemplo, un seguro de vida para marinos de países tercermundistas cuesta menos de la vigésima parte del precio que se le aplica a un tripulante europeo. En Chile, no sólo decrece su importancia al alejarse de la capital, sino que se le agrega un sesgo político: el fallecimiento de un conscripto en el altiplano de Putre lleva a muchos a pedir la renuncia del Comandante en Jefe del Ejército, pero nadie exige la salida de la Delegada Presidencial Regional tras un incendio con 135 muertos en Viña y Quilpué, o la de la ministra del Interior por los tres carabineros asesinados en Cañete.
Y aun cuando vivir en regiones no sólo representa un handicap respecto de hacerlo en la capital, en torno a calidad de vida, salud, transporte, medioambiente, oportunidades, sueldos, acceso a deportes y cultura, y otros índices perfectamente parametrizables, hoy también los políticos pretenden que sus habitantes agachen la cabeza y acepten sin chistar las decisiones -las más de ellas, tremendamente desinformadas, erradas y hasta ridículas- que se toman desde Santiago.
Por lo mismo resulta tan indignante la impresentabilidad de los últimos hechos que han afectado a la Región de Valparaíso, partiendo por la falta de respeto de la vocera de Gobierno al lavarse las manos sobre su supuesto rol de "enlace" para la emergencia tras el incendio de febrero en Viña, Quilpué y Villa Alemana, el cual -en perspectiva- sólo le interesó hasta que los matinales privilegiaron otras pautas.
El desembarco electoral a matacaballo de la derecha en la Gobernación Regional y las municipalidades locales va en esa misma línea, dando la razón a aquellos que los acusaban de despreciar a los habitantes de la zona aplicando con total desparpajo lo que la literatura de las Ciencias Políticas ha acuñado como "turismo electoral". No sería nada de extraño que, en Viña por ejemplo, el precandidato arquitecto se aburra de tanto manoseo y en los próximos días nos presenten un nuevo nombre. Que se entienda bien: el problema no son las candidaturas, el problema son las formas. Cualquier día de estos nos enteraremos por Bad Boys, el Facebook republicano o el Instagram comunal UDI de Las Condes sobre quiénes serán nuestras autoridades en una zona donde tienen escaso arraigo, baja o nula representación parlamentaria, y los terceros perdieron dos alcaldías grandes con escándalo. Algo menos de arrogancia y un fleco de humildad no sería desaconsejable.