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LA PELOTA NO SE MANCHA Uno propone y Roger dispone

POR WINSTON POR WINSTON
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Ya tenía todo organizado desde el miércoles y las cosas compradas desde el viernes. La mañana del domingo debía iniciarse temprano, a las 8 horas, con la preparación de unos huevos con tocino, un par de black pudding (especie de morcillas), tomate, champiñones, un pan tostado y unos baked beans (porotos dulces) aderezados con salsa barbecue. Todo esto acompañado de un té, servido en una tetera de porcelana. Iba a ser la previa de la final de Wimbledon. Si la final entre Alcaraz y Djokovic se alargaba, pasado las 12, tendría enfriado un espumante y unas frutillas con crema, siguiendo la tradición del torneo.

Asumiendo que el partido iba a ser largo, el almuerzo estaba programado para las 14:00. Siendo Alemania el lugar de la final de la Eurocopa, correspondía abrir los fuegos con un shop y una selección de bratwursts (embutidos). El plato de fondo, un exquisito sauerbraten (carne hecha al horno) acompañado de un spätzle (un tipo de pasta germana). El strüdel quedaba para el partido, acompañado de un café para combatir el sueño.

Como ya había tenido un desayuno british, para la final entre los ingleses y españoles, el entretiempo iba a ser amenizado con una sangría, un queso manchego y un poco de jamón ibérico de bellota.

El cronograma indicaba que a eso de las 18:00 correspondía una breve siesta para preparar la final de Copa América entre Argentina y Colombia. Antes del partido, me tomaría un Fernet con Coca Cola, pero con fines puramente digestivos. En el entretiempo, de acuerdo con el curso del partido, optaría por unas arepas o unos panchos trasandinos. La noche se cerraba con unos alfajores que me trajeron de Mendoza, una manera dulce de concluir una jornada que iba a ser para el recuerdo.

El problema fue que poco antes de las 8 de la mañana, después de haber sacado a mi perro Roger a pasear, se atoró porque le di un pedazo de manzana que engulló sin masticar. Después de intentar sacárselo por la buena, intenté varias maniobras, sin resultados, por lo que tuve que llevarlo al veterinario. Luego de una larga espera, me dijeron que había que tomarle una radiografía y no se imaginan lo difícil que es conseguir que alguien haga esto para un perro un domingo. Lo logré recién al mediodía, cuando ya me había perdido la final de Wimbledon.

Ya con la radiografía en mano, el veterinario dijo que había que operarlo de urgencia. Desde el Génesis que una manzana no provocaba tanto daño. El inicio de la operación coincidió con el pitazo inicial de la Eurocopa. El riesgo que implicaba esto en un perrito viejo hizo imposible que pudiera concentrarme en ver algo del juego. Después de tres horas supimos el resultado (de la operación, no del partido): se había salvado y el pedazo había sido rescatado.

Llegué a mi casa a las 8 de la noche, pero a esa altura solo quería acostarme. Si creía que lo que había gastado en comida para este día era harto, era porque no había calculado cuánto sale operar a un pequeño animal. Lo importante es que mi Roger está vivo y que Djokovic no le pudo quitar el récord de títulos en Wimbledon al otro Roger, ese que sabe que antes de tragar las manzanas, hay que masticarlas con cuidado.