Escribiendo y estudiando desde Concón a Tokio
Hay también diferencias en la forma en que Japón se relaciona con la tecnología. Cosas que en Chile son normales, como el uso de tarjetas de débito o los trámites digitales, aún no se han establecido en el otro lado del mundo. Esto tiene mucho que ver con que una de cada diez personas tiene más de 80 años y que casi 30% de la población supera los 65".
Existen pocos lugares más alejados de Chile en el mundo que Japón. Pese a una larga historia diplomática entre ambos países-casi 130 años de amistad-y el creciente interés en el animé, la música y la cultura popular japonesa, el país del sol naciente sigue siendo un misterio para muchos chilenos. En parte por su lenguaje, costumbres y cultura hermética y en parte por el choque entre las expectativas creadas por la popularización de todo lo asiático en Chile. Estudiar en Japón no es solo un desafío académico, sino que una experiencia profundamente transformadora. Significa disfrutar de todas aquellas cosas que uno ve por redes sociales, pero también aprender a navegar tanto las diferencias como las similitudes entre Sudamérica y Asia.
¿Cómo se llega a estudiar y vivir en Japón? ¿Qué es lo que se gana y lo que se extraña? Lo primero que hay que entender del sistema educacional japonés es que es muy variado y amplio. Los niveles de dificultad y de los temas de estudio son altamente específicos, lo que hace necesario estudiar un montón sobre centros de estudios, objetivos y-por supuesto-proyecciones después de acabado el programa. Algunas personas están conforme solo aprendiendo el idioma, lo que se puede hacer a través de agencias que te instalan en una escuela sin grandes trámites, pero sin grandes posibilidades de abrirse a otros caminos. Otros buscan una universidad para pregrado y posgrado, y la verdad es que existen muchas oportunidades. La mayoría de las becas requieren postular habiendo sido aceptado en una institución, otras, como la famosa MEXT, te piden pasar un proceso y elegir un par de universidades antes de enviar los documentos a las instituciones. En cualquier caso, la calidad de la educación también varía-como en cualquier lugar-dependiendo el tipo de institución que uno elija.
El idioma puede ser una barrera, aunque el inglés es usado en la mayoría de los programas internacionales, la vida diaria requiere de saber aunque sea un poco de japonés o hacerse de una red de apoyo-a veces entregada por la institución-que ayude a hacer aquellos trámites para los que no necesitaríamos ayuda normalmente, como abrir una cuenta bancaria o registrarse en la municipalidad. Sin embargo, el español tiene claras ventajas en pronunciación y estructura para empezar a aprender japonés, cosa que mejora aún más cuando uno se sumerge en la cultura. Lo que viene después es acostumbrarse a ese ambiente, amoldarse a los cambios y saber pedir ayuda.
Hay también diferencias en la forma en que Japón se relaciona con la tecnología. Cosas que en Chile son normales, como el uso de tarjetas de débito o los trámites digitales-así como tomar consultas-, aún no se han establecido en el otro lado del mundo. Esto tiene mucho que ver con que una de cada diez personas tiene más de 80 años y que casi 30% de la población supera los 65 años, lo que hace muy difícil actualizar sistemas o crear cambios sociales. Este año, por fin se dictaminó acabar con el uso de los disquetes, que en Chile fácilmente fueron reemplazados por CD hace más de 20 años. Aún así el país está a la cabeza de ciertas áreas de innovación tecnológica, incluyendo la espacial, de transporte o computacional. Es por ello que a menudo se le llama el país de las contradicciones o el sincretismo.
Finalmente, algo que me gustaría haber sabido antes de pensar en viajar a Japón-o cualquier otro país-es cómo prepararse a renunciar a cosas que en Chile parecen naturales. Las frutas y verduras, así como la carne de vacuno, son lujos a los que uno tiene que renunciar. La socialización también es muy distinta a lo que uno acostumbra en Latinoamérica. Sin embargo, los humanos seguimos siendo humanos, y si uno aprende a convivir con esas diferencias, la vida se torna mucho más fácil. La invitación es-para quienes tengan la intensión de emprender camino así-a informarse muy bien no solo de las cosas que queremos conocer de un país, sino también de las que podrían significarnos un desafío. 2
"