Secciones

POR SEGISMUNDO

RELOJ DE ARENA Para la historia gastronómica

E-mail Compartir

Si con sopa está mejorando, sopa hay que seguirledando… Consejo médico decimonónico de raíces populares que se basaba en el buen resultado de alguna medicina, no precisamente de la sopa. Nuestro fallecido amigo Tomás Eastman, arquitecto y en algún momento regidor de Viña del Mar, sostenía otra afirmación médica basada en la medicina práctica, esa sin mayores auxilios digitales o electrónicos: "No calza el pulso con la orina…". Lógica afirmación cuando ambos factores estaban a la mano del facultativo.

Pero mejor sigamos con la sopa, concretamente la de tortuga que hemos aludido en esta página y sobre la cual abunda posteriormente el doctor en historia Gonzalo Serrano del Pozo, en columna dominical, aludiendo a la gran difusión nacional e internacional de ese preparado en el siglo antepasado, plato que se consideraba "exquisito y vigorizante", de gran consumo entre los más adinerados, pero de gran crueldad en sus primeros pasos, con "gemidos lastimeros" de la inocentes y reposadas víctimas.

Pero el tema de fondo son la sopa y su poder sanador más allá de inquietudes de tipo sexual

En estos días fríos, siempre viene bien una sopita. Hay cientos de recursos para prepararla para todas las tendencias y latitudes. Pueden ser veganas o carnívoras. Lo importante que entreguen calorías.

A nuestro medio la sopa y sus variantes deben haber llegado con los conquistadores y sus costumbres, aprovechando los productos locales fruto de la pesca, la caza o el cultivo de ingredientes del viejo mundo adaptados a los usos locales.

Así llegamos a nuestros días con las sopas, cazuelas, caldillos, consomés o cremas. Algunos de estos platos más sofisticados y otros más populares, no necesariamente más baratos.

Nos encontramos así en la contundente cazuela de chancho de la zona de Aconcagua o el notable valdiviano, de la ciudad austral. Y está, por cierto, el caldillo de congrio nerudiano o la sencilla carbonada.

Algunos recuerdan las "sopitas de agua" que ofrecían en ciertas pensiones a los estudiantes de regiones.

Las preparaciones líquidas para almuerzo o cenas son variadas. En la edición 1997 de "La buena mesa", Olga Budge de Edwards, encontramos 43 páginas con recetas de este plato en todas sus variedades, desde el distinguido y apabullante Bouillabaisse que pide, de partida, 4 kilos de pescados y mariscos hasta la sopa de merluza, pescada para decirlo fácil, pasando claro está, por dos versiones de la muy francesa y maravillosa sopa de cebolla.

La sopa, en forma y con nombre más elegante de consomé era parte de los grandes banquetes de varios y desafiantes platos.

Gran plancha

El 24 de noviembre de 1901 era botado en los astilleros de Caleta Abarca el escampavías "Meteoro", 600 toneladas de desplazamiento, 45 metros de largo y dos máquinas de 400 caballos de fuerza cada una. Era una expresión del potencial de nuestra industria naval desarrollada en la maestranza viñamarina de Lever y Murphy. Allí, además, se fabricaron locomotoras, carros de ferrocarril, automóviles y estructuras para varios puentes aún vigentes.

En tiempos de tensiones vecinales, nunca faltan, era necesario mostrar el potencial productivo del país y por eso la ceremonia de botadura de la flamante nave toda de acero, fue encabezada por el Presidente Germán Riesco.

Madrina de la nave fue la esposa del ministro de Guerra y Marina, Elvira Serrano de Mathieu, quien quebró en la proa de la nave una botella de champaña francesa Dry Monopole. Aplausos. Se retiran las cuñas para que la nave se deslice al agua…Hasta ahí todo bien, pero se olvidaron de unas tablas que trabaron el timón de la embarcación. Así, casi frenado, el flamante buque cambió trayectoria y se fue contra el destructor "Guardiamarina Riquelme". Resultado, daños en ambas naves por 8 mil pesos, cantidad importante en años del cambio del siglo.

Pero la función debe continuar. Discursos y felicitaciones del caso y un banquete en el Gran Hotel, situado en calle Álvarez con calle Quillota, inaugurado en 1874 por visionarios empresarios que asumieron el futuro turístico de Viña del Mar.

El banquete debía comenzar a las 10.30. Muy temprano, casi desayuno, para componer el cuerpo. Sin embargo, la contundencia de la oferta gastronómica exigía tiempo y dedicación.

El ágape parte con "consomé real", una sopita con nombre elegante. Continúa con corvina al estilo de Montreuil; jamón, mortadela, anchoas y aceitunas; filete de vacuno con champiñones; volován a la financiera; espárragos a la mantequilla; pollo a la plancha con salsa tártara; pavita trufada y ensaladas para lubricar el exigido sistema digestivo. Continuaba la función con helados al licor, omelet, queso gruyere, frutas de la estación y café… ¿Cómo habrá sido la siesta tras esa maratón gastronómica?

Para dejar pruebas del condumio, la lista precedente estaba elegantemente impresa. Recuerdo para los invitados. Podría esa nómina contribuir a la identificación de los males intestinales de algún asistente. Amenizaba este festival gastronómico una banda militar que interpretó temas de la también contundente opera Tannhäuser de Wagner, relativamente contemporáneo del caprichoso "Meteoro".

Documentos

La impresión de los menús fuera de ser un recuerdo, era una prueba, un documento de valor histórico que demuestra la generosidad gastronómica de los anfitriones que sellaban de esa manera algún evento de importancia.

Un trabajo académico de la Universidad de los Andes recoge esos documentos gastronómicos reunidos en el Museo del Carmen de Maipú y entrega valiosa información. Examinando las reproducciones publicadas se comprueba siempre la presencia, con denominaciones elegantes, algunas en francés, de la "sopita". Destaca el menú ofrecido con ocasión del Abrazo del Estrecho, febrero de 1899, ofrecido al Presidente de Argentina, Julio A. Roca, por el mandatario chileno Federico Errázuriz en aguas de Punta Arenas. El mismo trabajo rescata un menú de un banquete en el crucero Ministro Zenteno que incluye una cazuela de gallina. Se advierte allí que los vinos servidos son Concha y Toro, cuyo agente en Valparaíso es Víctor Medina. Así la publicidad rompe el protocolo. Los menús impresos se han mantenido en el tiempo. Los hay bellísimos de líneas de vapores tradicionales y hasta bien logrados de la primera clase de algunas líneas aéreas.

Pero la modernidad irrumpe en el tradicional y casero mundo de la sopa con las muy actuales "sopitas de sobre", en diversas dimensiones partiendo de aquella un tanto ofensiva "sopa para uno". Las hay de todos los sabores en vistosos sobres indicando los componentes que intentan reproducir los tradicionales.

Fuera de alguna presencia del producto original, zapallo o champiñones, por ejemplo, encontramos almidón de maíz, acentuadores del sabor glutamato mono sódico, inosinato y guanilato de sodio. Todo esto en letra muy chica. Lectura para ociosos y curiosos como este periodista que prefiere una sopita de "hueso chascón con médula", bien acompañada de verduras, arroz y papas. Claro que para muchos es un gusto de otros tiempos, pues esa sopita de sobre ahorra tiempo, recurso escaso, y tal vez dinero. Y, aunque sea, sugestión, quita el frío.