La Cámara Chilena de la Construcción (CChC) y la Pontificia Universidad Católica (PUC) dieron a conocer esta semana los resultados del Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU) 2023, un instrumento que elaboran en conjunto, mediante el análisis de datos públicos y oficiales vinculados a 44 variables, las que se agrupan en seis dimensiones: condiciones laborales, ambiente de negocios, condiciones socioculturales, conectividad y Movilidad, salud y medioambiente, y vivienda y entorno. Como instrumento de diagnóstico, el ICVU es una guía imprescindible para que tanto los municipios como la comunidad sepan dónde están las fortalezas de cada comuna y dónde sus debilidades; en qué áreas hay oportunidades no aprovechadas correctamente y dónde se hace urgente aplicar inversión.

A nivel regional, los resultados del indicador no muestran grandes variaciones respecto de años anteriores, con la comuna de Concón desmarcada de todo el resto con un promedio de puntaje que la ubica en el tramo ""alto", la única a ese nivel. Le sigue Quillota, en la categoría de "medio alto" y más atrás, con un promedio de "medio bajo", se ubican Viña del Mar, Quilpué, Villa Alemana, Los Andes y San Antonio. Cierran la muestra Valparaíso, Limache, San Felipe y La Calera, con un promedio que emplaza a estas comunas en el segmento "bajo".

¿Qué ha pasado en Concón en los últimos quince o veinte años que le ha permitido desmarcarse del resto de las comunas? La respuesta es necesariamente multidimensional y debe considerar tanto la capacidad de inversión demostrada por el sector privado para transformar el paisaje urbano de esa localidad recién consolidada, como las habilidades aplicadas por sus sucesivas autoridades para otorgar espacios y facilidades a dicho desarrollo. Es en esta cooperación permanente entre la oportunidad que puede explotar el sector privado y el espacio de diálogo que abre el sector público donde reside parte del secreto para tener una buena calidad de vida urbana.

El último informe sobre desarrollo humano en Chile (PNUD, 2024) nos debiera llevar a una profunda reflexión sobre los aspectos ahí relevados, particularmente aquellos vinculados a la educación. Se valora las transformaciones del sistema educativo en cuanto a acceso y aumento de matrícula en todos sus niveles, especialmente la educación terciaria.

Pero la calidad de la educación continua sigue siendo un tema de preocupación para el país, así lo señala el PNUD. Los resultados de mediciones nacionales e internacionales muestran bajos resultados, junto con evidenciar las diferencias en el aprendizaje según las condiciones socioeconómicas del estudiantado.

Interesa, entonces, analizar sistémicamente la situación. El sistema escolar atraviesa por problemáticas profundas derivadas de las condiciones de salud mental de estudiantes y docentes, del efecto de la crisis social y de salubridad en los aprendizajes, de la convivencia escolar interna y de contexto, entre otras. Además, la formación de profesores y profesoras en la universidad se ha complejizado y tensionado por las condiciones demandadas (acceso, baja matricula, financiamiento, acreditación). Quizás producto de todo lo anterior, no se ha podido revertir la baja valoración de la profesión docente, situación que incide en el bajo interés por estudiar pedagogía de quienes provienen de la educación media y en el abandono temprano de la docencia por parte de los profesionales de la educación.

Así, el escenario para la formación docente se ha precarizado pese a los esfuerzos de la política pública y de las universidades que actualmente -con todas las condiciones y tensiones del sistema -forman profesionales en el área.

Como sociedad tenemos una enorme tarea en términos de 'conducir los cambios para un desarrollo humano sostenible', como demanda el PNUD. La educación debiese retomar el liderazgo, articulando las iniciativas de política pública a partir de los aportes de todos quienes se relacionan con ella. El plan nacional docente- recientemente presentado por el Mineduc- es un buen inicio para fortalecer al sistema escolar, sus estudiantes, docentes y comunidades. Necesitamos fortalecer la formación universitaria de profesoras y profesores en Chile, estableciendo las mejores condiciones para que las instituciones formadoras puedan hacer efectivamente su tarea. Todo ello debería contribuir para contar con un sistema educativo robusto y articulado con los desafíos que la sociedad entera demanda de la educación. El PNUD nos convoca a no ceder al pesimismo y avanzar hacia el desarrollo humano sostenible donde los actores vinculados hagamos bien la tarea.