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LA TRIBUNA DEL LECTOR Gabriela Mistral en Valparaíso

POR ABEL GALLARDO, ABOGADO Y EXCORE, CONCEJAL Y SEREMI
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En cuanto a Valparaíso, vive en mi memoria por la cordialidad de su gente, más esa su alegría que parece una gracia que él reciba del mar", dice Gabriela Mistral en el emotivo discurso que brinda desde los balcones de la antigua Intendencia el día 8 de septiembre de 1954, en su primer viaje a Chile nueve años después de ser galardonada con el Premio Nobel de Literatura.

Ha desembarcado a las 10 de la mañana del vapor Santa Marta para hacer un viaje triunfal, cruzando la Plaza Sotomayor a bordo de un auto descapotable mientras recibe el saludo de más de 50 mil porteños congregados con sus pañuelos al aire.

"Os agradezco -agrega- este recibimiento que prueba que me recordabais tanto como yo a cada uno de vosotros, hijos de ésta tierra, hijos de mi querido Chile".

Seguramente la emoción y el justo orgullo se entreveran con recuerdos menos gratos de su dura vida pasada. A los 15 años de edad obtiene un empleo como ayudante y empieza su oficio de profesora trashumante; a los 32 años llega -por fin- a la capital para asumir como directora del pudiente Liceo de Señoritas N° 6. Pero se trata de un triunfo efímero porque parte de la élite la critica ácidamente con un argumento que desnuda su origen pueblerino: no posee estudios formales superiores que acrediten su condición de maestra.

Alcanza a estar menos de un año en el cargo; pero cuidadosa como es, encuentra el motivo exacto para que parezca formal renuncia: la invitación para ser parte de un novedoso plan educativo que en 1922 le formula el gobierno reformista de México que tiene a la educación como su estandarte más alto.

"Es el pago de Chile" sentencian algunos columnistas de 1954, al recordar accesoriamente que recién seis años después de recibir el Nobel sus compatriotas acuerdan brindarle el más humilde Premio Nacional de Literatura.

Desde Valparaíso, el mismo día de su desembarco parte a Santiago a bordo del tren presidencial dispuesto especialmente para ella. Es un viaje larguísimo porque en cada estación el tren aminora su marcha para que la poetisa reciba el saludo de las autoridades del pueblo y el cariño de la gente más humilde.

En Quillota se ve al Gobernador corriendo por el andén con un presente en las manos, en Llay Llay una niña intenta entregarle un canasto que en el que cacarea una gallina; en Polpaico un muchacho hace esfuerzos por subir al tren un cabrito de regalo.

"Chile significa para mí lo tierno de mis sentimientos. Su sol ha alumbrado mis pasos polvorientos por todos los continentes. Sus niños son mis niños. A ellos he cantado a la medida de mis fuerzas..." ha dicho tras recibir el título de Ciudadana Honoraria de Valparaíso y escuchar emocionada las palabras de la niña Gabriela Núñez, de 7 años, alumna de la Escuela Hogar Gabriela Mistral de Limache, que la saluda así: "Madre nuestra, las mejores flores que podemos ofreceros son nuestros tiernos corazones, aromados por vuestra poesía".

Seguramente, siente la poetisa Gabriela Mistral, que este sí es el verdadero pago de Chile.

El problema de los tres cuerpos

POR FERNÁN RIOSECO, ABOGADO
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Los seres humanos estamos tan acostumbrados a las regularidades que nos parece trivial que alguien afirme que se puede predecir con exactitud la órbita de la tierra alrededor del sol. Gracias a Kepler y Newton sabemos que esa rotación es elíptica, circular, parabólica o hiperbólica, y bidimensional.

Pero ¿qué pasa si incluimos un tercer cuerpo? Pues que surge un problema planteado hace más de 350 años por Newton, y que hasta la fecha no tiene solución: el problema de los tres cuerpos en mecánica orbital.

Dicho de manera gruesa, al incorporar un tercer cuerpo con masa y gravedad (por ejemplo, la luna en el binomio tierra-sol) ya no resulta tan fácil calcular la trayectoria de los cuerpos. Por el contrario, lo que sucede es algo parecido al caos. Tres son multitud.

En la trilogía de ciencia ficción del escritor chino Cixin Liu, el problema de los tres cuerpos en realidad es un pretexto para plantear agudas preguntas existenciales e, incluso, para sentar las bases de una protodisciplina que Liu llama sociología cósmica.

Estamos a fines de los 60 en la China comunista de Mao, y mientras Estados Unidos y la Unión Soviética luchan por ganar la carrera espacial, China desarrolla su propio programa espacial que incluye la búsqueda de vida inteligente en otros planetas.

Ye Wenjie, una joven astrofísica china, ve como su padre Ye Chetai (físico y brillante como ella) es brutalmente asesinado por los guardias rojos por difundir ideas occidentales contrarias a la revolución cultural, misma acusación que luego recae en Ye Wenjie. Esta última se niega a retractarse de sus ideas, por lo que es confinada a vivir en una base militar secreta durante diez años, buscando exoplanetas y observando el movimiento del sol.

Un día, Ye Wenjie nota un efecto reflexivo en el sol que permite amplificar las señales de radio y enviar potentes mensajes a otras galaxias. Decide enviarlo en dirección al sistema Alfa Centauri. El mensaje misántropo de una Ye Wenjie maltratada por la vida reza así: "Nuestra civilización ya no es capaz de resolver los problemas por sí misma. Necesitamos su intervención". El mensaje es recibido por los habitantes de un exoplaneta llamado Trisolaris, quienes buscan un nuevo planeta debido al caos que producen los efectos gravitatorios de sus tres soles. Un trisolariano pacifista le advierte a Ye Wenjie que, si envía un nuevo mensaje, ellos obtendrán la ubicación de la tierra y vendrán, en 400 años, a hacernos pedazos.

Hasta aquí los spoilers. Sólo dejaré algunas preguntas inquietantes: ¿Enviaría usted el segundo mensaje a Trisolaris? ¿Condenaría a toda la humanidad por las miserias humanas y la destrucción que hacemos de nuestro planeta?

¿Realmente tenemos "derecho" a vivir en la tierra? ¿Hasta qué punto importa resolver el problema de los tres cuerpos? ¿Será adecuado seguir enviando mensajes a civilizaciones que potencialmente podrían ser peligrosas?