Discursos políticos
En definitiva, los costos, aunque sea una argumentación lógica, racional, siendo manipulativa para mover el foco de atención en otra dirección ante lo indefendible, pueden ser más altos cuando se sale a plantear una situación que, a todas luces, ni siquiera responde al sentido común, en un clima electoral y de profunda desconfianza en el Chile de hoy".
Los discursos políticos han sido estudiados desde larga data. En la actualidad, no se remiten a la intervención clásica de esos líderes que, frente a sus públicos o electores, elevaban su oratoria de largas horas en espacios masivos para asegurar una elección o presentar un proyecto emblemático, requiriendo de una persuasión de alcances significativos.
Con la estructuración de un ecosistema mediático digital, ahora protagonizado por plataformas de redes sociales, esos discursos habitan en muchos lugares y formatos. Así, la comunicación política se diversifica, por ejemplo, adquiriendo las modalidades de una entrevista en televisión para lanzar un par de "cuñas", responder a las interpelaciones públicas a través de X, organizar un Live por Instagram o lanzar algunas ideas fuerza por Tik Tok.
Ese discurso político, por ende, se expande con una rapidez considerable, generando una cobertura amplia e ingresando en la agenda de discusión de una sociedad. Cuando aquello acontece, esos usuarios reelaboran e intervienen en los debates que las redes sociales habilitan para generar el habitual tráfico de opiniones, de variada índole y calidad en la información, pues comienzan también a primar las emociones.
Con este entorno de interacciones, el sentido estratégico para las figuras políticas y sus discursos, como se apreciará, se convierte en algo fundamental para el posicionamiento y la búsqueda de los objetivos políticos. Lo que se comunica, en la multiplicidad de espacios de apertura dialógica en los que se pueda habitar, otorga visibilidad e incidencia, pero también un control limitado para los políticos de los efectos que genera lo que ellos dicen en esas audiencias, sobre todo, cuando no es verosímil lo que se transmite.
En definitiva, los costos, aunque sea una argumentación lógica, racional, siendo manipulativa para mover el foco de atención en otra dirección ante lo indefendible, pueden ser más altos cuando se sale a plantear una situación que, a todas luces, ni siquiera responde al sentido común, en un clima electoral y de profunda desconfianza en el Chile de hoy.
Por ejemplo, un político cuestionado por un hecho de impacto público que afecte la probidad, podrá entregar muchas explicaciones: que es un ataque de los rivales políticos, que lo quieren despojar de lo que representa ideológicamente, que no tiene responsabilidad por los incentivos que recibe, que es una táctica ante lo bien que marca en las encuestas ad portas de una elección comunal o de otro tipo.
En el convencimiento de esa personalidad política, amplificado por las condiciones comunicacionales antes señaladas, probablemente una parte de esa audiencia reforzará su visión de mundo y no aplicará una mirada crítica frente al discurso de esa figura que siente cercana. Es más, de acuerdo a las características electorales de la comuna en la que se presentara, esa candidatura podría hasta asegurar su triunfo.
Sin embargo, el costo a mediano plazo será alto para el sector político vinculado a esa figura que, midiendo aún la verosimilitud de esas argumentaciones, las implicancias éticas y el escenario de volatilidad reputacional que se está experimentando por situaciones de corrupciones administrativas, no efectuase una clara señal comunicacional a la opinión pública frente a ese caso.
Claro está, esa señal habrá que hacerla entendiendo que tendrá consecuencias y si la figura interpelada amenaza con el discurso que se está haciendo habitual en la realidad del poder chileno, "si caigo yo, caen todos", será el momento de hacer el control de daños a nivel estructural para actuar bajo principios o entender que el espacio de la decencia política se perderá de forma indeclinable por asegurar el corto plazo. 2
Doctor en Comunicación
Director Escuela de Periodismo
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
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