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LA TRIBUNA DEL LECTOR Memorias Festivaleras (II)

POR JORGE SALOMÓ FLORES, HISTORIADOR
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Para la décima versión del Festival, en 1969, la Municipalidad encargó al artista ítalo-chileno Claudio di Girolamo el diseño de la Gaviota de Plata, galardón que reemplazó la primitiva Lira de Oro y se convirtió en el reconocimiento emblemático del certamen. En 1979, por iniciativa de la Comisión Organizadora, se entregó excepcionalmente la Gaviota de Plata al humorista Jorge Romero, "Firulete", por nueve actuaciones desde los inicios del Festival. En 1981, la presión del "monstruo" con sus antorchas de diarios encendidos, gestó la entrega del signo de la competencia a los artistas del show, tras la glamorosa presentación del popular cantante español Camilo Sesto.

El Festival de mayor duración fue el XII, realizado entre el 2 y el 18 de febrero de 1971, durante 17 días. Lo transmitió la televisión chilena, con la producción local de UCV Televisión y la transmisión de Canal 9 de la Universidad de Chile como frecuencia repetidora.

César Antonio Santis se convirtió en el conductor más joven del certamen. Con 21 años de edad, para la frecuencia de Radio Minería condujo 8 ediciones festivaleras entre 1968 y 1975. También emergió la participación femenina en el escenario viñamarino, con la figura de televisión Laura Gudack junto al lozano Santis.

Entre 1976 y 2004, el conductor más emblemático del Festival es Antonio Vodanovic, que además de cumplir el rol por 29 años ininterrumpidamente, tuvo responsabilidad en la organización y la parrilla artística de muchas ediciones. Entre 1976 y 1993 lo hizo para Televisión Nacional de Chile, luego hasta 1999 para Mega y en sus últimos años con Canal 13. En 2009, la organización entregó las palabras de obertura a Anthony -como lo bautizó cariñosamente Gloria Benavides- que emocionó al público y telespectadores con sus agradecidas reflexiones.

Gloria Benavides "La Cuatro Dientes", cantante y humorista chilena, ostenta el récord de mayor cantidad de presentaciones, 11 distribuidas entre 1963 y 2002. El cantante español Miguel Bosé la sigue con 10 actuaciones entre 1981 y 2018.

En la historia festivalera se considera memorable la versión de 1981, con participación de figuras notables de la canción en español, como Julio Iglesias, José Luis -el Puma- Rodríguez, Camilo Sesto y Miguel Bosé. La versión contó también con presentaciones de KC and The Sunshine Band, Maureen McGovern, Ray Conniff, Ángela Carrasco, Leonardo Favio, Hernaldo Zúñiga, y los artistas chilenos José Alfredo Fuentes, Gloria Simonetti y Los Huasos Quincheros.

Tras la quiebra de la Compañía Refinería de Azúcar de Viña del Mar (CRAV), a instancias del doctor Luis Sigall, en 1982 se trasladó la reja de la industria a la entrada del parque, para mejorar las condiciones de flujo del público, dando belleza al sector. En reconocimiento al querido doctor y exregidor, el municipio acordó denominar "Plaza Dr. Luis Sigall Morrison" al acceso a la Quinta Vergara.

Desde 1975 hasta ahora el Festival se presenta durante seis noches. Sólo debió suspenderse la noche de clausura del 27 de febrero de 2010, por el terremoto que ocurrió esa madrugada, en que se alcanzó a presentar a los artistas de la penúltima noche, con actuaciones del cantante guatemalteco Ricardo Arjona y la actriz, modelo y cantante colombiana Fanny Lu. Para la organización fue un verdadero milagro que la jornada de esa noche sísmica hubiera terminado con las gradas desocupadas, antes del trágico sismo y tsunami que afectó a Chile central. El covid también jugó una mala pasada al Festival, obligando a la organización a suspender las versiones de 2021 y 2022. El encuentro viñamarino se retomó en 2023 con la versión 62.

En 2024 se vivió una jornada que permanecerá en el recuerdo del público, con la soberbia actuación del tenor Andrea Bocelli, acompañado por una orquesta nacional formada por 114 músicos, 40 coristas, con participación de las sopranos Larisa Martínez, Pía Montero, también la violinista Caroline Campbell y por su hijo Matteo. Otras presentaciones que marcaron hitos de distinción y notables ovaciones, fueron las del tenor español Plácido Domingo, en 1994; la soprano chilena Verónica Villarroel, en 2009, y el bailarín flamenco Joaquín Cortés, en 2011.

Siempre es bueno dejar testimonios para la memoria colectiva, en este caso con el certamen musical más antiguo que se mantiene vigente en nuestro continente.

La filosofía animal de Albert Caraco

POR FERNÁN RIOSECO, ABOGADO
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Hay pensadores como Nietzsche, Mainländer, Schopenhauer y Cioran, que son incómodos porque nos interpelan y nos muestran aspectos de la realidad que no queremos ver y menos asumir, domesticados como estamos para llevar una existencia lo más indolora posible desde la comodidad, el consumo, el hiperespectáculo y la intrascendencia. Sin embargo, pocos filósofos son tan incómodos como Albert Caraco (1919-1971), tanto que no recomiendo su lectura a ninguna persona que esté pasando por un cuadro de angustia, estrés, depresión o melancolía. Para todos los demás, en especial aquellos que no temen estar a pocos centímetros de las fauces de un animal fiero, el pensamiento de Caraco aportará una mirada radical, pero fresca, innovadora y profundamente humana.

De sus dos obras principales, Breviario del caos y Post mortem, puede decirse que la filosofía de Caraco se basa en tres axiomas: a) tendemos a la muerte como la flecha al blanco, y no fallamos jamás; b) el ser humano es un virus; y c) el Homo sapiens es un error de la evolución. La metáfora de la flecha no es casual, pues constituye una crítica velada a Aristóteles, quien casi al comienzo de su Ética a Nicómaco sostiene que, así como el arquero busca un blanco para sus flechas, nosotros buscamos un blanco para nuestras vidas. Ese blanco, dice Aristóteles, es el telos, el propósito, el sentido que le damos a nuestra existencia, que no es otro que la vida ética, ya que el ejercicio de la virtud es lo que conduce a la felicidad.

Caraco, sin embargo, disiente de Aristóteles. El único blanco de la vida es la muerte que, a diferencia de la felicidad, no es una ilusión, sino el destino que nos espera a todos. La prosa de Caraco es brutal, despiadada, implacable. Su pensamiento es como una fuerza de la naturaleza desatada. En su filosofía radical no hay espacio para la piedad, el consuelo o la esperanza, sino sólo para la aceptación de las consecuencias lógicas de una vida que carece de sentido. A diferencia de Camus, Sartre y hasta Cioran, Caraco no nos provee de consuelo ni placebos. Si la vida es una imposición antes que un regalo, el único blanco posible es la desaparición, la extinción, la nada, el vacío.

Mientras la mayoría de nosotros pasamos por este mundo provistos de una cierta cuota de esperanza y otros, como Cioran, soportaban la existencia por curiosidad, Caraco se mantuvo vivo por compasión hacia sus padres, en especial a su "Señora madre" como solía llamar a su progenitora, pues ningún padre debiera enterrar a sus hijos. Su madre murió en 1963, pero le sobrevivía aún su padre.

Cuando su padre murió un día de septiembre de 1971, Caraco cumplió con la promesa que había venido anunciando hace tiempo a su editor y a los pocos amigos que lo frecuentaban. Al día siguiente de la muerte de su padre, Caraco, acaso el filósofo más radical, coherente y humano, dejó este mundo para siempre.