EL RINCONCITO DE LA CONSENTIDA Me lleva él o me lo llevo yo...
Hace un par de semanas el dilema del hiperquinético senador Francisco Javier Chahuán, pronto a jubilarse del Senado con apenas 53 años, sobre si se animaba o no a ir como candidato a diputado por RN en el Distrito 7, desdibujó severamente el orden de los partidos a nivel regional en torno a sus plantillas y también respecto de quién se quedaría con la niña símbolo del momento: la socióloga independiente Samira Chahuán Akle, prima en segundo grado del laureado exalumno de los Padres Franceses y también exfiscal de Cementos Melón.
Ella, por motivos obvios, primero tendió a fruncir el ceño durante sus vacaciones en Tongoy cuando el diputado Andrés Celis Montt sugirió la probabilidad de un enroque -primero en off en La Tercera, y luego en on en El Mercurio de Valparaíso- con él como candidato a senador regional por RN (aun cuando renunció a la tienda hace un par de meses) y Francisco Chahuán arrastrando uno y hasta dos compañeros de lista en su revival por la diputación.
Pero todo fue una montaña rusa de emociones (o emotional rollercoaster, si me permiten mostrarles mis avances en Duolingo). Así fue que a la joven y talentosa Samira, 33 años, excolaboradora regional del Gobierno de Piñera II en Salud, puntal de la campaña de algunos candidatos electos como el concejal viñamarino Francisco Bartolucci, y otros no tanto pero que no vamos a nombrar, directora regional de la Fundación Pacto Social, hija de inmigrantes (su padre es de origen palestino y su madre, colombiana), con cercanía pública a RN, y que esa noche del jueves 20 de febrero durmió poco y mal en su carpa de un Parque Nacional de la Cuarta Región, le llovieron ofertas esa misma mañana: primero, desde la UDI, para acompañar a Jorge Castro y Gonzalo Le Dantec en una hipotética lista gremialista a la Cámara Baja, y también desde Evópoli, cuya presidenta regional María de los Ángeles de la Paz, le hizo llegar la invitación desde sus vacaciones en Australia para secundar a Hotuiti Teao en la carrera por la diputación del citado distrito. Ambas ofertas fueron hechas por intermedio de El Mercurio de Valparaíso.
¿Qué haría entonces?, se preguntó la pequeña Samira, mientras se despeinaba con una mano una rebelde cana que se le colaba en su larga cabellera, en aquel intenso y politizado mes de febrero, en el cual también debió luchar para estar cerca de su ídolo, el cantante colombiano Carlos Vives, estelar de la cuarta noche -que, en rigor y por el apagón, terminó siendo la tercera- del Festival de Viña. Junto a su santa "amigui" Fernanda Castro, hija del exalcalde porteño ya mencionado y de la inigualable Rossana Ducaseau, se fue a instalar a las afueras del Sheraton, a la espera de alguna migaja de cariño por sus fans del artista nacido en Santa Marta, capital del departamento de Magdalena.
Pero como el rey del vallenato no se asomaba y la niña es avispada, descubrió por Instagram que desde el entorno de Vives habían subido a redes sociales una linda vista en altura de la Caleta Portales, la que tras contrastar con dos de sus amigos, logró geolocalizar en el restaurante Porto Fino de Renato Airola en el cerro Esperanza, a la bajadita del glorioso Club Deportivo Orompello, e hinchar como buena groupie hasta que el artista se fotografió con ella.
"Y hasta que lo conocí. Increíble, sueño cumplido. Gracias, mamá, por entregarme el amor a tu tierra. Viva Barranquilla y viva #Colombia!!!! Pd: gracias @fercastrod por ser mi partner para esta aventura. Lo logramos!!!! @carlosvives", publicó exultante en Instagram.
Obviamente, un par de noches después le quitó las entradas municipales a su partner Bartolucci y se fue a gritar como desatada por Carlos Vives a la Quinta Vergara junto a su madre.
"Como siempre, con mi mamá viendo al rey del vallenato @carlosvives. Somos muchos los hijos de inmigrantes -que por cierto, qué difícil que es- que crecimos escuchando su música, entendiendo a la distancia de la cultura, de sus comidas, de sus ídolos, de los carnavales y de la hermosa y alegre tierra cafetera. Disfruté al máximo, si les queda alguna duda pónganle audio al último vídeo y, como dijo Carlos Vives, no importa la raza, tampoco el idioma, si al fin lo que cuenta es lo buena persona. Viva Colombia!", republicó en Instagram esa misma noche.
Luego de tales excesos, Samira retomó la política. Y fue la misma política la que la encontró en el comando de Evelyn Matthei cuando Francisco Chahuán la ubicó para desearle lo mejor en su posible candidatura y, cosa no menor, acceder a fotografiarse juntos como muestra de un innegable "amiga, yo te banco", de cara a las parlamentarias del 16 de noviembre de este año.
Explicado lo anterior y advertidos de que los chahuanazos son del todo impredecibles, tampoco puede descartarse que el hoy senador haya echado al olvido su coqueteo con el regreso a la Cámara Baja -en la que estuvo desde el 2006 al 2010 en un único período-, más aún teniendo en cuenta que no pocos dentro del partido ven con buenos ojos la posibilidad de asegurar dos y hasta tres escaños con su arremetida contracíclica, como bien lo explicitó la diputada Ximena Ossandón en The Clinic.
Muchos también han escuchado al propio Pancho hablar de sus récords en la Cámara Baja, en esos gloriosos días de generoso cabello negro, vivaces corbatas y ternos de colores imposibles, como representante del antiguo Distrito 14 (Viña del Mar y Concón), tal como en la imagen de más arriba, no generada con inteligencia artificial como pudiera creerse, sino que tomada del archivo de la Biblioteca del Congreso. El hombrón integró las comisiones permanentes de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía; Salud, y Recursos Naturales, Bienes Nacionales y Medio Ambiente y formó parte de los grupos interparlamentarios chileno-chino, chileno-palestino, chileno-sirio, chileno-sueco, chileno-ruso y chileno-indio.
Fue (y ésta es de las que más le gusta) uno de los diputados con mayor asistencia a las sesiones, con 99,54%, y el que más iniciativas legales presentó a la Cámara en ese periodo legislativo: 259 proyectos.
No ahondaremos en su extensa obra literaria, acrecentada en los últimos días por Del Genocidio al Estado Palestino, de humildes 1.198 páginas y, de acuerdo al autor, un crisol de treinta años de trabajo.
Samira, en tanto, es de una generación que busca renovar la derecha con denuedo, compañera de ruta -como diría algún frenteamplista siútico- de Ricardo Neumann, Juan Pablo Rodríguez, Jorgito Martínez, Cristián "Chapita" Barrera, Bartolucci, Francisco Avello y otros próceres de esa derecha joven que quedó totalmente off side durante el Gobierno de Gabriel Boric.
Hoy, la cuenta atrás (The Final Countdown, como cantaba Europe. ¡Gracias, Duolingo!) para la decisión final de Samira se deja escuchar por sobre una eventual negativa pública de su primo Francisco Javier. Entre tanto, en cada recoveco regional, figuras como María José Hoffmann o María de los Ángeles de la Paz buscan nuevos y prometedores nombres, diamantes en bruto, algún Lamine Yamal de la política local.
Quizás lo tienen cerca, frente a sus narices, y sencillamente no se han dado cuenta.