LA PELOTA NO SE MANCHA
POR WINSTON POR WINSTON
Real VARdrid
El título no es un error de tipeo ni un equipo nuevo, sino el apodo que se la ha puesto al tradicional equipo de España, Real Madrid, debido a una serie de cobros que lo han favorecido el último tiempo a través del sistema de asistencia de video, más conocido como VAR. Es imposible desconocer los méritos de Los Merengues: 15 Champions, 36 títulos de la Liga y 20 Copas del Rey, pero que los árbitros los ayudan, los ayudan.
Sin embargo, lo que sucedió a mitad de semana en el clásico madrilista válido por los octavos de final de la Champions League, requiere más que una explicación. El partido había terminado empatado y se tuvo que definir por penales.
El punto es que en la tanda de los doce pasos que debía dirimir cuál de los equipos de la capital española debería avanzar a la siguiente fase, el VAR anuló el tiro-gol del argentino Julián Álvarez, delantero del Atlético, debido a que al momento de impactar el balón, el pie de apoyo dejó de serlo para resbalarse y tocar, sin querer, la pelota. Esto fue considerado, por los genios del VAR, como otro golpe diferente al inicial. Los hinchas blanquirrojos no lo podían creer y los televidentes que nos habíamos escapado antes de la pega, no lo podíamos entender y menos comentar, porque íbamos a quedar al descubierto.
Y es que aunque la decisión de los "árbitros robots" se ajuste al reglamento, resulta bastante ridículo, porque el jugador no sacó ventaja, por el contrario, terminó en el suelo por culpa de sus toperoles, que no cumplieron la función para la que fueron creados: mantener al futbolista de pie en la cancha de pasto.
Ese penal perdido fue suficiente para desnivelar la serie y provocar la clasificación de los de la casa blanca, dejando, otra vez, a los colchoneros sin la posibilidad de ganar la famosa "orejona".
Ya existía un antecedente de algo similar en la final de la Copa del Mundo de 2022. En la tanda de los penales entre franceses y argentinos, a Lionel Messi le sucedió algo parecido. Después de pegarle al balón, este golpeó su otro botín. Pero aquella vez, los del VAR prefirieron hacerse los locos antes de echarse encima a los argentinos, a la FIFA y a los auspiciadores de la Pulga que habían invertido millones en el astro.
Todo esto me tiene contrariado y eso que no le voy ni al Real ni al Atletic. Y es que, si hay algo que favoreció el desarrollo del fútbol en el mundo durante el siglo pasado, fue su simpleza. Aquí no hay puntuaciones sin sentido como en el tenis, no hay que estar siempre contando los segundos como en el básquetbol, ni estar preocupado de que los pases sean siempre hacia atrás como en el rugby. Si la pelota entra, es gol y punto. Todo lo que está apareciendo es de una sofisticación que termina aguando la pasión del momento y transformando el fútbol en un deporte cada vez más aburrido y burocrático.