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problema, dice, es cuando los sistemas de partidos tienden a esta última, "a polarizar y fragmentar para diferenciarse unos de otros", aun cuando existan incentivos para formar pactos más amplios.
Incentivos perversos
El sociólogo Axel Callís, director de Tuinfluyes.com y académico de la Universidad Central, dice que la fragmentación no tiene que ver solamente con que haya determinados umbrales de electividad, "sino también con el financiamiento de los partidos y la cantidad de firmas que se requiere para formar uno".
"El hecho de que para existir como partido basten firmas en tres regiones contiguas es un incentivo perverso, porque con eso se promueve partidos regionales, es decir fragmentados, caciquismos locales y no agrupaciones", agrega.
Pero piensa que "el pecado de base son los pactos electorales, que no existen en la mayoría de las democracias, porque los pactos se hacen para gobernar, no para elegir. Lo más nefasto para el sistema chileno es que haya pactos electorales que protejan, subvencionen y fortalezcan partidos chicos".
Para Natalia González, docente e investigadora del centro interdisciplinario de humanidades y ciencias sociales de la Universidad del Desarrollo, Faro UDD, la reforma de 2015, en su integridad, tiene un problema de diseño, "pues fomenta comportamientos centrífugos en vez de centrípetos en la Cámara de diputados, que lleva a que se manifiesten los problemas de comportamiento fragmentado y de gobernabilidad que ha mostrado su implementación".
Pero, añade, "los mayores problemas a mi juicio derivan del número de integrantes de la Cámara (155), sumado a la magnitud de los distritos (muy amplia) y a la posibilidad de hacer subpactos electorales".
Pecado original
Respecto de si el gobierno y los congresistas de la reforma de 2015 proyectaron o no adecuadamente las consecuencias de apostar por la disminución de las barreras de entrada al quehacer legislativo, Callís argumenta: "No, para nada, porque entre los propios legisladores dentro de partidos hubo algunos que se independizaron y crearon su propia Pyme".
Aunque no cree que haya estado en su ánimo que se llegara a 25 ó 30 partidos, reitera su crítica de fondo, que es "que los partidos chicos se eligen porque se agrupan y juntan sus votos, y eso es porque hay pactos legales que les permiten hacerlo; por eso digo que el pecado original es que existan pactos".
Natalia González: "Los problemas que traería la reforma fueron advertidos por diversos expertos que fueron a analizar el proyecto al Congreso. La reforma, aún con los severos inconvenientes que tenía, fue mayormente apoyada por el oficialismo de la época que tenía un norte claro: abrir las puertas del Parlamento a grupos que no tenían vocación de mayoría, pero que se identificaban con los postulados de la Nueva Mayoría".
Para Mario Herrera, en cambio, "el sistema electoral cumplió su propósito", pues se buscaba "aumentar en representación, aunque ello implicara disminuir la estabilidad, con reglas para incentivar que los pactos se mantuvieran unidos. El problema aquí es el diseño institucional del sistema político".
Opina que "las bajas barreras para la formación de partidos políticos junto con una polarización de las elites fomentaron la fragmentación y la polarización. Por eso es siempre importante pensar en diseños institucionales de manera completa, incluyendo ley de partidos, régimen electoral, sistema electoral y magnitud de distritos".
Razones y presiones
Sobre las motivaciones del Ejecutivo para introducir la indicación sustitutiva, que muchas voces atribuyen a presiones del sector Apruebo Dignidad, Natalia González responde que es "una tesis plausible, aunque lamentable", ya que en diversos actos públicos, como el año pasado en Enade, el Presidente "se comprometió con una reforma al sistema político para favorecer la gobernabilidad".
"Sin embargo, ahora que va concluyendo su mandato y que su coalición debe someterse al escrutinio de los votantes, parece advertir que la reforma que se tramitaba no le sería favorable y que tendría efectos electorales adversos en partidos con poca vocación de atraer mayorías, como el FA, inclinándose así por una opción que favorece a su sector en vez de mirar el interés general y el bien común".
Mario Herrera alude a tres factores, el primero relacionado con la representación y que se vincula con que en Chile no votamos por listas, sino por candidatos "y el umbral de 5% a nivel nacional atenta contra ese principio", ya que "el propósito del sistema electoral es que el candidato resulte electo de forma proporcional a los votos, independiente de si pertenece a un partido grande o pequeño".
"El segundo es más de cálculo político electoral" y apunta a que en los procesos electorales recientes ha aumentado el número de partidos, lo que incrementa la probabilidad que los del oficialismo, que está más fragmentado, puedan quedar sin escaños. Y tercero, "el umbral es difícil de explicar para la ciudadanía. ¿Qué diferencia a un partido con 4,9% de uno con 5,1%? La diferencia en escaños es muy radical, pero la diferencia en votos no tanto".
Pragmático, Axel Callís tiende a pensar que la decisión del Gobierno de modificar el proyecto excluyendo el umbral del 5% tiene que ver con que "se movieron" muchos partidos que con esa exigencia estarían al borde de la desaparición.
Soluciones posibles
Finalmente, sobre la solución más viable para por lo menos atenuar la fragmentación política, a Mario Herrera le parece interesante el tema de las listas cerradas, donde la gente vota por partidos o coaliciones y no por candidatos, por lo cual "la transformación del voto en el escaño es más sincera con el elector" y trae "otros efectos positivos para combatir la inestabilidad: aumenta la disciplina partidaria y hace más fácil para los ciudadanos entender quiénes son los ganadores".
El académico de la Universidad de Talca opina que "fragmentación y polarización no son similares", y que la primera "es más bien reflejo de una sociedad que tiene distintos componentes sociales, por lo que puede ser incluso beneficioso para la democracia que estos sectores de la sociedad queden representados". Dice que lo que hay que combatir es la polarización y que "las leyes anti díscolos y las reformas que aumentan disciplina partidaria apuntan en dicha dirección".
Natalia González: "Para atenuarla, el umbral. Para hacernos cargo, en definitiva, del problema la solución pasa por un sistema mixto, es decir, que una parte de la Cámara se eligiera bajo un sistema mayoritario manteniendo una parte, menor, electa bajo el sistema proporcional. O bien preservar el sistema proporcional, pero achicando los distritos y el número total de diputados a elegir".
A la docente e investigadora de Faro UDD le parece asimismo "que debemos hacernos cargo del florecimiento de las llamadas pymes políticas que lo único que hacen es sobrevivir a punta del financiamiento electoral que dan los votos que obtienen sus miembros en las distintas elecciones. Debemos poner un umbral de votación mínimo y exigente para tener acceso a ese financiamiento público. Hoy los incentivos están mal puestos y eso debe corregirse".
El sociólogo, director de Tuinfluyes.com y académico de la Universidad Central, Axel Callís, es partidario definitivamente de eliminar los pactos electorales. Claro que así como va la tramitación del proyecto de reforma, los plazos no dan para que haya cambios en las elecciones de este año. "Es muy difícil, tendría que haber consenso, y este Congreso tiene hoy casi un tercio, 27%, de independientes. Una Cámara absolutamente inviable desde el punto de vista de la gobernabilidad". 2