La renuncia de Enjoy a su licencia
La empresa concesionaria pidió a la SCJ el fin de su permiso para operar las salas de juego en Viña del Mar, Coquimbo y Pucón.
La furiosa reacción del municipio viñamarino ante la solicitud de Enjoy para abandonar la concesión del Casino Municipal no solamente es un aviso claro sobre el descalabro que significa dicha renuncia a las arcas consistoriales, sino también una preocupante evidencia de que no existe un "Plan B" para una situación que pudo anticiparse de mejor manera. La petición hecha por Enjoy S.A. a la Superintendencia de Casinos de Juego (SCJ) surge en medio de su segundo proceso de reorganización judicial, luego de que el primero no lograra que la firma fundada por la familia Martínez superara su delicada situación financiera. En paralelo, Enjoy se encuentra sometido a un procedimiento en el Tribunal de la Libre Competencia, debido a una acusación de la Fiscalía Nacional Económica (FNE), que ubica a la empresa como parte de una colusión de la industria de casinos en el país para repartirse la adjudicación de licencias. Una tercera derivada de este problema surge de la larga historia que existe entre los antiguos dueños de Enjoy S.A. y la ciudad. La familia Martínez llegó a la concesión del Casino Municipal de Viña del Mar en 1975 y se mantuvo ligada estrechamente a las actividades de la ciudad durante todo este periodo; incluso después que el fondo de inversiones norteamericano Advent International entrara a la propiedad de Enjoy en 2017. Para Viña del Mar se trata de una profunda pérdida financiera (por una modificación legal de enero de este año, Enjoy puede seguir operando por tres años sin que se cobren boletas de garantía) y un vacío simbólico que se parece mucho al cierre de un largo ciclo.
Lo fundamental ahora es que la SCJ entregue claridad sobre los tiempos que puede demorar en decidir la petición de renuncia y, más clave aún, qué pasos siguen en este proceso. Una prioridad de todas las autoridades debería ser resguardar los ingresos del municipio viñamarino, pero también actuar con transparencia y celeridad, para evitar que la incertidumbre carcoma las confianzas y termine por afectar aquellos ámbitos más relevantes de la vida viñamarina. Un cierre eventual del Casino, aunque sea por un tiempo acotado y reducido, sería un impacto enorme a la industria del turismo en Viña y, por lo mismo, su eventual aplicación futura debe quedar despejada lo antes posible.