El oportunismo de siempre
Carabineros cumple 98 años bajo la sombra de la hipocresía política. Quienes ayer exigían su refundación, hoy los usan en sus campañas. Esa misma retórica deslegitimadora dejó huellas profundas, debilitando el respaldo social y político indispensable para que cualquier fuerza policial cumpla su labor.
Hoy, 27 de abril, Carabineros de Chile cumple 98 años. Sin embargo, lejos de ser una fecha de celebración tranquila, se convierte en un espejo incómodo para la clase política que, en menos de cinco años, pasó de promover su demolición a instrumentalizar su imagen en beneficio propio.
Durante el Estallido Social, Carabineros fue arrastrado al barro mediático y político. Desde el Congreso, desde los ministerios, desde las candidaturas presidenciales, se construyó un relato que presentó a la institución como un enemigo de los ciudadanos, una estructura "que debía ser refundada" y que, según algunos, "no tenía redención". Esa misma retórica deslegitimadora dejó huellas profundas, debilitando el respaldo social y político indispensable para que cualquier fuerza policial cumpla su labor.
Hoy, frente a una ola de criminalidad que el propio Estado fue incapaz de prever -o peor aún, alimentó con su ambigüedad-, los mismos actores políticos que ayer exigían su desmantelamiento corren a abrazar a Carabineros en actos públicos. Entregan reconocimientos, se sacan fotos, declaman discursos que huelen a cálculo más que a convicción.
La incoherencia es brutal. No se puede pasar de la denostación a la defensa sin pedir disculpas, sin asumir las responsabilidades políticas y morales por haber debilitado a la principal institución de orden público del país en el momento más crítico de su historia reciente. Carabineros de Chile merece más que ser usado como un parche comunicacional para gobiernos en crisis. Requiere reformas profundas, sí, pero hechas desde el respeto y la inteligencia, no desde la demolición ni la manipulación oportunista.
Hoy no son los carabineros los que están en deuda con Chile. Es la clase política la que debe dar explicaciones, reconocer su hipocresía y decidir si quiere de verdad construir un país más seguro o seguir usando a Carabineros como moneda de cambio en su eterna lucha por el poder. Si no, nada de esto habrá valido la pena.