La deuda de un modelo agotado
Wanderers cerró 2024 con millonarias pérdidas y sin rumbo claro. La venta de jugadores cubre deudas, no proyectos. La figura del préstamo sin intereses de Reinaldo Sánchez, aunque legal, no es saludable. Un club no debería financiarse con el bolsillo de su accionista mayoritario.
Un acabado informe publicado esta semana por el periodista Nicolás Arancibia en La Estrella de Valparaíso da cuenta de la reciente junta de accionistas de Santiago Wanderers, la cual no hizo más que confirmar lo que muchos hinchas y observadores ya sospechaban: el modelo de gestión actual está agotado. Un déficit operativo de más de 1.500 millones de pesos, la necesidad de préstamos del accionista mayoritario para mantener la operación del club, y la ausencia de planificación estructural son síntomas de una administración que ha perdido el rumbo.
Es cierto que hubo esfuerzos por revertir la situación. El aumento en auspicios, la reactivación tardía de la tienda oficial y la venta de jugadores como Lucas Cepeda representan acciones concretas. Pero también evidencian una gestión reactiva, no preventiva. Si el 2023 cerró con pérdidas millonarias y sin sponsor principal, ¿cómo no anticipar que el 2024 repetiría la tragedia?
La dirigencia justifica las alzas en los precios de los boletos con la baja asistencia al estadio, pero es un argumento circular: los hinchas no van porque no se les ofrece un espectáculo a la altura, ni deportiva ni institucionalmente. Deben desplazarse a otras ciudades y, encima, se les castiga con precios más altos. En vez de generar comunidad, se empuja al socio hacia el desencanto.
La figura del préstamo sin intereses de Reinaldo Sánchez, aunque legal, no es saludable. Un club no debería financiarse con el bolsillo de su accionista mayoritario, menos si el pago de esa deuda depende de la venta de patrimonio deportivo. Hoy, el dinero de Lucas Cepeda no se reinvierte en el equipo, sino que se usa para pagar deudas internas. Se hipoteca el futuro para apagar el incendio del presente.
Santiago Wanderers necesita más que ajustes contables. Requiere un giro profundo en su conducción, uno que ponga al club por delante de los intereses individuales. Porque cuando el Decano pierde, no lo hace solo en la cancha: lo hace también en sus oficinas. ¿Hasta cuándo?