Una afrenta al rol de los Gores
El reciente oficio del Minsal que ordena financiar funciones críticas en salud revela un preocupante retroceso centralista. La salud pública requiere planificación y consenso, no imposiciones (...) esto refleja una visión anacrónica, donde el centro sigue tratando a las regiones como brazos ejecutores.
Por años, Chile ha transitado un lento y complejo camino hacia la descentralización. Sin embargo, el reciente oficio de la Subsecretaría de Redes Asistenciales, que solicita a los Servicios de Salud negociar directamente con los Gobiernos Regionales (Gore) el financiamiento de fármacos, prestaciones oncológicas y mantenimiento de infraestructura crítica, representa un claro retroceso. No por su objetivo -que podría considerarse legítimo-, sino por su forma: inconsulta, unilateral y, sobre todo, centralista.
El reclamo transversal del Consejo Regional de Valparaíso no es menor. El gobernador Rodrigo Mundaca y los consejeros han denunciado con justa razón que jamás fueron informados ni convocados a dialogar sobre esta nueva directriz. No se trata de una discusión administrativa: se trata del respeto mínimo que merece la institucionalidad regional. ¿Cómo puede el Estado pretender avanzar en eficiencia si decide a espaldas de quienes conocen mejor los territorios?
La salud pública requiere planificación, colaboración y consenso, no imposiciones. El consejero Rodolfo Silva ha sido certero al advertir que esta decisión falla tanto en forma como en fondo. La práctica de emitir órdenes "imperativas" desde Santiago sin considerar la diversidad de realidades regionales refleja una visión anacrónica, donde el centro sigue tratando a las regiones como meros brazos ejecutores.
Más grave aún es la denuncia de Catalina Thauby: no es rol de los Gores financiar el funcionamiento ordinario de servicios públicos. Ese es un deber del Estado central, no de las arcas regionales ya tensionadas por recortes y nuevas responsabilidades. Delegar sin recursos ni planificación es irresponsable y refleja una precarización peligrosa del aparato estatal.
El centralismo no puede seguir disfrazado de descentralización. Si el Ministerio de Salud quiere avanzar, debe hacerlo con respeto, diálogo y una visión territorial. Lo contrario sólo profundiza la desconfianza, debilita la gestión pública y frena el desarrollo equitativo del país.