Avance imparable de la autoconstrucción
Un vistazo satelital a la zona afectada por el megaincendio muestra que 50% de familias decidió no esperar la solución del Estado. Esto ocurrió sin la asistencia técnica necesaria para garantizar, entre otras cosas, que las viviendas cumplan con todas las medidas de seguridad.
Un rastreo satelital realizado por la firma de urbanismo Atisba a las zonas afectadas por el megaincendio del 2 y 3 de febrero de 2024, aporta una evidencia más al fracaso monumental del Estado en su intento de reconstruir, a tiempo y en forma adecuada, las casas destruidas en los cerros de Viña del Mar, Quilpué y Villa Alemana. El análisis de dicha cartografía aérea muestra, por ejemplo, que la mitad de las soluciones habitacionales son fruto de los esfuerzos de autoconstrucción emprendidos por las propias familias afectadas, la mayor parte de ellas sin ningún apoyo concreto del Estado. Además, un peritaje más detallado a las imágenes obtenidas revela que alrededor de 600 viviendas fueron reconstruidas en zonas de riesgo de incendio, tal como advierte el plan de emergencia del municipio de Viña del Mar, es decir, la autoridad no solamente fue incapaz de entregar una solución adecuada y a tiempo, sino que también falló al momento de fiscalizar adecuadamente que, en la espera, no se cometieran los mismos errores del pasado. Como bien apunta el arquitecto de Atisba y excandidato a la alcaldía de Viña, Iván Poduje, el rápido avance de la autoconstrucción ocurrió sin la asistencia técnica necesaria para garantizar, entre otras cosas, que las viviendas cumplan con las medidas de seguridad adecuadas y las condiciones normativas que luego le permita a las familias una regularización rápida de sus nuevas casas. Esto ocurre en paralelo a los otros fenómenos urbanos que preocupan a la ciudadanía, como el crecimiento de asentamientos urbanos irregulares y la ocupación ilegal de viviendas semiabandonadas. El problema mayor es que no se observan en Minvu, Serviu, MOP, Gobierno Regional y los municipios involucrados las capacidades técnicas mínimas que permitan, siquiera, alentar esperanzas de una reconstrucción que avance al ritmo que exigen las necesidades de los damnificados.