LA PELOTA NO SE MANCHA
Me alegra que un jugador invierta lo que ha ganado en otros rubros, se entretenga en nuevos negocios y pueda tener un pasar sin sobresaltos. Es muy triste ver a un ídolo en la ruina pidiendo ayuda. Entre los que han sabido aprovechar lo ganado, hay casos interesantes: Gerard Piqué organiza partidos de leyendas, Lio Messi acaba de sacar una línea de bebidas hidratantes. En nuestro país, también hay casos exitosos como los de Marcelo Salas y Pajarito Valdés.
Arturo Vidal, en tanto, está en esa transición de jugador activo a retirado y ha empezado a incursionar en diversos negocios. Ya tiene un vino, hamburguesas y, ahora, participa en una casa de apuestas.
Partamos por el vino. Alguien convenció al bueno de Arturo de que en Chile se consumía poco vino (es el segundo alcohol más popular, después de la cerveza) y que hacía falta uno nuevo en el mercado. Entonces Vidal sacó su propio mosto, pero no cualquiera. Una botella cuesta $25.000 pesos, tiene en la etiqueta una foto de la cara del jugador llena de tatuajes y lleva por nombre "King 23". Nunca he pagado eso por una botella, pero dudo de que alguien que pueda hacerlo escoja uno con la cara de Vidal. ¿No habría sido mejor una cerveza o un vino popular? Arturo: tenemos que hablar.
Vamos ahora con las hamburguesas denominadas "Sin Miedo". El nombre tiene sentido para los que conocen y admiran la actitud de Vidal dentro de la cancha, pero para el común de los cristianos genera desconfianza. ¿Sin miedo a qué? ¿A que no sea carne de vacuno? ¿A que no te vas a intoxicar? ¿A que nos va a engordar? O el peor de todos los miedos: comer y quedar con hambre. Hay más de un centenar de hamburgueserías en Santiago y a la gente le encanta, en ese sentido, pero respecto del nombre... Arturo: tenemos que hablar.
Vamos al tercer y último emprendimiento, la promoción de un sitio de apuestas. Asumo que es un extraordinario negocio y eso tentó a un Arturo que no se cansa de jugar. No está claro cuál es su rol, pero es la cara visible e inspiradora del nombre de la página: "Apuesta con el King", justo en un momento en que aparecen en entredicho los resultados...Arturo: tenemos que hablar.
Lo que parecía ser una anécdota se terminó complicando cuando en el partido de Copa Libertadores, Vidal fue expulsado por hacer gestos a la barra de Racing de Argentina. Inmediatamente florecieron las sospechas y todos corrieron a ver cuánto pagaba la expulsión del mediocampista en el sitio: 21 veces lo que uno apostara. La conexión parecía obvia, pues al jugador le sacaron la tarjeta roja cuando el partido ya estaba perdido.
Sin embargo, el argumento no me cuadra. Si Arturo Vidal es dueño o participa de la casa de apuestas, le debería interesar que los apostadores ganen poco, casi nada y no 21 veces lo que apostaron. Tampoco tiene mucho sentido que él haya apostado en su propio sitio (o al que auspicia) para hacerlo perder dinero. Los casinos y las casas de apuestas ganan en la medida en que el resto pierde, En ese sentido, habría que averiguar cuántos apostaron a que no lo expulsaban; y, solo en esa línea, el argumento podría tener sentido, pero me parece rebuscado.
El problema de Vidal es que su pasado lo condena. El bautizazo el 2011, su accidente con Ferrari el 2015 y su mismo estilo directo y agresivo, hacen que todo lo que haga dentro y fuera de la cancha sea objeto de duda.
El rey Arturo o The King, ese apodo que tanto fascina al jugador, cada vez se parece más al personaje del cuento, ese rey que fue engañado por un par de estafadores que le hicieron un traje tan maravilloso que solo los más inteligentes podían ver. Cuando quiso lucirse, nadie quería reconocer que el rey iba desnudo, hasta que un niño, en su inocencia, lo expuso frente a todos. Ojalá que el niño aparezca antes de que quede en pelotas.