Secciones

Alerta por licencias médicas truchas

Más de 25 mil funcionarios, muchos en la Región de Valparaíso, usaron licencias médicas para viajar. Corrupción silenciosa que exige sanciones.
E-mail Compartir

Cuando el Frente Amplio apenas comenzaba a recomponerse tras la crisis provocada por el caso ProCultura, con sede local en la comuna de Limache, la Contraloría asestó un nuevo golpe: más de 25 mil funcionarios públicos utilizaron licencias médicas entre 2023 y 2024 para salir del país. No se trata solo de una falta administrativa, sino de una señal de descomposición en la ética pública. Y aunque el gobierno de Gabriel Boric ha intentado reaccionar con comisiones, plazos y sumarios, lo cierto es que la ciudadanía percibe descontrol e impunidad.

A esta vergonzosa postal se suma una arista médica: 250 profesionales del sistema público -18 de ellos del Servicio de Salud Viña del Mar-Quillota-Petorca- asistieron partos en clínicas privadas mientras estaban con licencia. La gravedad es triple: por un lado, se daña la fe pública; por otro, se compromete el financiamiento de un sistema de salud ya tensionado, y, finalmente, desprestigia la profesión médica.

La Región de Valparaíso, además, aparece como epicentro del escándalo: la Corporación Municipal de Viña del Mar concentra 270 casos; la de Valparaíso, 209; Quilpué suma 122; San Felipe, 134; y comunas como La Calera, Quintero y Concón también figuran con decenas de casos. El paso Los Libertadores, se supo, fue la vía de escape para casi 4 mil de estos "pacientes" recreativos. A nivel político, alcaldes como Macarena Ripamonti han sido tajantes: esto no es solo abuso, es corrupción. Y claro que lo es.

La indignación ciudadana crece porque ve cómo el sistema se degrada desde adentro. El problema no es solo de control, sino de cultura: cuando mentir para obtener un beneficio se vuelve práctica aceptada, la corrosión es total. Y así, mientras miles de trabajadores enfrentan enfermedades reales sin apoyo, otros se ríen desde la playa, financiados por el Estado, o paseando por Europa, como lo hizo el amigo de correrías juveniles del propio Presidente, Raúl Domínguez, jefe una subdivisión de la Subtel.

Chile necesita sanciones reales, sin blindajes ni pactos de silencio. La probidad no puede seguir siendo letra muerta. Y el Presidente Boric, que el 1 de junio enfrenta su última cuenta pública, haría bien en mirar este caso como lo que es: una prueba de fuego para su ya tan vapuleada credibilidad.

¿Conocemos las tradiciones y museos de la región?

Magdalena Pereira y Diego Melo , Investigadores del Centro de Estudios del Patrimonio Facultad de Artes Liberales, U. Adolfo Ibáñez "Extendemos la invitación a explorar la diversidad de Valparaíso, a visitar sus sitios emblemáticos y a redescubrir la riqueza de sus tradiciones".
E-mail Compartir

La Región de Valparaíso exhibe una rica diversidad cultural, desde su arquitectura urbana única hasta sus valles interiores conectados históricamente al puerto. Esta amalgama se manifiesta en arquitectura emblemática, museos con narrativas locales y festividades religiosas/agrícolas tradicionales, conformando un valioso legado material e inmaterial.

Para su plena apreciación, se requiere una estrategia educativa formal y no formal, sistemática y orientada a las nuevas generaciones. Esto implica transformar museos en espacios dinámicos de aprendizaje, analizar la arquitectura como testimonio social y cultural, y vivenciar festividades en su profunda dimensión histórica/antropológica. Se necesitan recursos pedagógicos rigurosos y atractivos para despertar curiosidad y fomentar la apropiación significativa del legado regional.

Esta conciencia patrimonial enriquece la formación ciudadana e impulsa el turismo interno/regional. Jóvenes conocedores y orgullosos son los más auténticos embajadores de su identidad. La formación escolar debe integrar este interés, conectándolo con la responsabilidad política y ciudadana. Proyectos educativos innovadores, investigaciones locales, rutas culturales guiadas por jóvenes y el uso de la tecnología pueden mitigar el desconocimiento de la identidad regional. Para ello, los museos deben diversificar sus ofertas interactivas. Asimismo, las festividades, comprendidas en su profundo significado simbólico, atraen visitantes genuinamente interesados y fortalecen su valor.

Un esfuerzo coordinado entre instituciones educativas, culturales, municipios y el sector turístico es fundamental para una valorización patrimonial sólida y sostenible. Reviste crucial importancia instar a las familias a incorporar esta valoración en su vida cotidiana: las historias de los abuelos, los juegos tradicionales y el disfrute de la gastronomía local son sellos que consolidan el aprecio por lo propio.

Formar jóvenes conocedores y orgullosos de su patrimonio no sólo garantiza la preservación de la identidad cultural para futuras generaciones, sino que impulsa un turismo interno sostenible, donde la riqueza local es un motor de desarrollo económico y social para la Región de Valparaíso. Invertir en la educación patrimonial de los jóvenes es una estrategia visionaria para robustecer la identidad colectiva y potenciar el turismo regional desde sus fundamentos.

Por ello, extendemos la invitación a explorar la diversidad de Valparaíso, a visitar sus sitios emblemáticos y a redescubrir la riqueza de sus tradiciones. Esta inmersión en nuestro patrimonio fortalecerá el arraigo de la identidad regional y fomentará un turismo cultural consciente y enriquecedor.

170 años de historia patrimonial en Valparaíso

Alejandra Arriaza Loeb , Directora nacional de Aduanas "Reconocer y valorar nuestro patrimonio nos conecta con el servicio a la ciudadanía, nos exige actuar con integridad y nos ayuda a proyectarnos con coherencia hacia el futuro".
E-mail Compartir

En un país que avanza hacia el futuro, es esencial recordar que el progreso y la memoria caminan juntos. Ad portas de celebrar el Día de los Patrimonios, el Servicio Nacional de Aduanas es un claro ejemplo de cómo una institución puede combinar modernización con historia, eficiencia con identidad y desarrollo con respeto por sus raíces. Como una de las primeras instituciones públicas creadas en el país, Aduanas no sólo es parte del Estado, sino también una pieza clave del patrimonio institucional y cultural de Chile.

Aduanas nació junto con la República. Desde sus inicios ha sido testigo del desarrollo económico y social de la nación. Su rol ha evolucionado, pero su presencia se ha mantenido constante: regulando el comercio y recaudando, protegiendo nuestras fronteras y, sobre todo, ocupando un lugar en la historia de Chile.

Por eso, hablar del patrimonio en Aduanas no es sólo referirse a edificios, archivos o mobiliario antiguo. También es reconocer una cultura organizacional, una memoria funcional y un relato colectivo construido por muchas generaciones de funcionarios y funcionarias que han dado vida al Servicio. Habitamos el patrimonio de diversas maneras. Lo hacemos desde nuestros edificios históricos, pero también desde nuestras prácticas cotidianas, nuestras tradiciones institucionales y el sentido de pertenencia que nos une.

Esto se vive cotidianamente en la Aduana Regional de Valparaíso, cuyo edificio este año cumple 170 años y que ha sido usado de manera ininterrumpida para la misma función que fue creado. En sus oficinas día a día se comparten espacios con vitrinas centenarias, documentos manuscritos, sellos antiguos y mobiliario que habla de otra época. Este cruce entre lo histórico y lo contemporáneo no es casual: es parte del ADN de Aduanas.

Además, en tiempos donde lo patrimonial tiende a ser visto sólo desde lo turístico o cultural, reafirmamos que el patrimonio es también una herramienta para fortalecer lo público. Nos recuerda por qué existimos, qué función cumplimos y a quién servimos. Reconocer y valorar nuestro patrimonio nos conecta con el servicio a la ciudadanía, nos exige actuar con integridad y nos ayuda a proyectarnos con coherencia hacia el futuro.

Por eso, en el Servicio Nacional de Aduanas el patrimonio no es sólo un legado: es una responsabilidad viva que nos interpela a cuidarlo, difundirlo y actualizarlo permanentemente. No como una carga del pasado, sino como una brújula que orienta nuestro presente.