Estudio de Observatorio UAI advierte impacto de transporte público en salud mental de usuarios
GRAN VALPARAÍSO. Trayectos que pueden extenderse por más de 90 minutos, aglomeraciones y otras dificultades que surgen en los viajes diarios tienen el potencial de gatillar "una cadena emocional incremental de malestar psicosocial".
Un estudio realizado por el Observatorio UAI advierte que las deficiencias más notorias del transporte público en el Gran Valparaíso, como la extensión de los viajes, puede tener impactos en la salud mental de los usarios.
Este efecto, que el informe de la UAI denomina la "carga invisible de los trayectos diarios", tiene su origen en varios factores comunes del sistema licitado actualmente, principalmente los tiempos de viaje. Las cifras disponibles de la última encuesta de movilidad en el Gran Valparaíso revelan que cerca del 39% de los viajes diarios se realizan en transporte público (microbús o buses urbanos, metro, colectivos), los que duran un promedio de 40 minutos, más de un 50% adicional al que demoran vehículos particulares para el mismo trayecto.
La investigación cualitativa muestra que la movilidad cotidiana genera "una cadena emocional incremental de malestar psicosocial", con niveles crecientes de ansiedad que varían según la hora del día y las dificultades enfrentadas durante el trayecto. Factores como los buses atestados, las esperas prolongadas y la incertidumbre respecto al tiempo de llegada contribuyen significativamente al estrés. Este impacto es particularmente agudo entre quienes dependen del transporte colectivo -principalmente personas de menores ingresos-, lo que intensifica las desigualdades sociales ya existentes.
La incertidumbre sobre la posibilidad de llegar a tiempo al trabajo o a una consulta médica, el miedo a ser víctima de un asalto, o la preocupación por contagiarse en un vehículo lleno, expone el informe de la UAI, generan una carga mental constante.
"Los resultados del estudio permiten inferir que el transporte público, especialmente en trayectos largos y con condiciones adversas como aglomeraciones y demoras, puede tener un efecto negativo en la salud mental", explica el académico de la Escuela de Psicología de la Universidad Adolfo Ibáñez, Felipe Rojas.
Precisa que "el informe se basa en evidencia empírica y científica que vincula las características de movilidad con el malestar psicosocial".
Agrega que el perfil más vulnerable es aquel que combina pasajeros de baja autonomía modal, con trayectos prolongados y condiciones socioeconómicas desfavorables, lo que incrementa su exposición al estrés crónico asociado a la movilidad urbana.
Dificultades de atención
Los prolongados tiempos de viaje tienen otros impactos negativos en el bienestar de los usuarios, advierte el académico de la UAI. En primer lugar, la dificultad del trayecto puede disuadir a algunos habitantes rurales o de zonas apartadas de buscar atención médica oportuna. Así lo advierten estudios globales , que señalan que cuando las personas enfrentan viajes muy largos para llegar a un centro de salud, son menos propensas a acudir aunque lo necesiten.
Sin embargo, quienes sí realizan el viaje por necesidad médica, advierte el estudio de la UAI, lo hacen muchas veces en condiciones físicas delicadas (enfermos, adultos mayores), lo que añade peligros adicionales. Por ejemplo, una persona con una condición cardíaca o respiratoria puede descompensarse durante un traslado de casi dos horas. Adicionalmente, el estrés de viajar estando enfermo -preocupación por el estado de salud sumada al estrés propio del transporte- puede agravar cuadros de ansiedad y conducir a peores resultados en la recuperación.
Otro punto por considerar es el retorno a casa después de recibir atención. Tras un tratamiento médico, procedimiento o alta hospitalaria, esas mismas dos horas de viaje de vuelta pueden significar dolor, fatiga extrema e incluso riesgo de complicaciones para el paciente. Todo ello configura una situación de injusticia en salud: quienes viven más lejos de los centros urbanos no solo tardan más en acceder a cuidado médico, sino que el propio desplazamiento se convierte en un factor que atenta contra su bienestar.
En la práctica, esto supone que una población ya vulnerable por su aislamiento geográfico enfrenta un riesgo añadido debido a la movilidad deficitaria. Por ejemplo, en los datos de origen-destino de viajes de salud, las comunas "externas" aportan un número apreciable de viajes hacia Valparaíso y Viña (destinos con hospitales), pese a la distancia.
Propuestas
A partir de estos resultados, el profesor Rojas hace una serie de recomendaciones para la implementación del nuevo sistema de transporte público licitado que deberá comenzar a operar a partir del próximo año. La más importante es reducir los tiempos de traslado, lo que significa priorizar recorridos directos y servicios expresos en horarios punta, especialmente desde zonas periféricas, para disminuir los trayectos más largos, que hoy pueden alcanzar hasta 108 minutos.
El académico de la UAI también propone mejorar la frecuencia y puntualidad para "minimizar la incertidumbre en los viajes, que es uno de los factores más estresantes para los usuarios". Asimismo, pide mejorar las condiciones de confort y seguridad, e incluir asientos cómodos, ventilación adecuada, control de aforo y más seguridad dentro de las máquinas.
"El transporte público, especialmente en trayectos largos y con condiciones adversas, puede tener un efecto negativo".
Felipe Rojas, Académico UAI
39% de los viajes diarios se realizan en transporte público, de acuerdo a las encuestas de origen-destino.