"U.S. Boats": tradición naval viva a escala se instala en el corazón de la ciudad puerto
El Instituto Chileno Norteamericano y el Club de Modelismo Naval celebran el mes del mar con una exhibición que permancerá abierta hasta el lunes 16 de junio.
En plena calle Esmeralda, la Galería Lucrecia Acuña D. vuelve a abrir sus vitrinas al patrimonio naval en miniatura. La exposición "U.S. Boats", organizada por el Instituto Chileno Norteamericano de Cultura junto al Club de Modelismo Naval de Valparaíso, se inauguró el pasado jueves y estará abierta hasta el lunes 16 de junio, con entrada liberada y acceso para toda la familia.
La muestra forma parte de una programación cultural gratuita y permanente impulsada por el recinto, que busca acercar a la comunidad a distintas expresiones del arte y la memoria. En esta ocasión, el eje está puesto en la historia marítima y el modelismo naval, una disciplina que combina precisión técnica, conocimiento histórico y creatividad artesanal. "El modelismo no es solo un pasatiempo, es también una forma de pensar el mar desde la ciudad", señala el curador del Instituto y secretario del directorio, Juan Ayala Veloso.
La exposición llega también en el contexto del Mes del Mar, conmemoración que cada año invita a reflexionar sobre el vínculo de Chile con su extensa costa y tradición naval. "Nos permite recuperar una tradición, pero también acercarnos al mar, a la vida oceánica y al poderío naval", afirma Ayala. La muestra, que había sido una tradición hasta 2006, regresa tras 18 años de ausencia con una propuesta renovada y colaborativa. Es, en palabras de sus organizadores, una invitación a redescubrir el mar desde Valparaíso.
Regreso institucional
La exposición marca el reencuentro entre dos instituciones históricas de la ciudad: por un lado, el Instituto Norteamericano, con 77 años de presencia continua en Valparaíso; y, por otro, el Club de Modelismo Naval, que este 2025 cumple 51 años de vida. "Somos patrimonio intangible de Valparaíso. Fundado por ciudadanos estadounidenses después de la Segunda Guerra Mundial, este Instituto ha sido parte del tejido cultural porteño por décadas", destaca Ayala.
Actualmente, el organismo opera tres sedes - Valparaíso, Viña del Mar y Quilpué- con una oferta académica que abarca desde adolescentes hasta adultos profesionales. "Nuestro rol va más allá de la enseñanza del inglés, somos un enclave cultural con vínculos activos con la comunidad", agrega Ayala, quien ha sido curador de la galería por una década.
Maquetas vivas
Seis modelistas participan de esta exposición, que incluye desde barcos fluviales hasta portaaviones de última generación. Varias de las piezas expuestas, como los dioramas del Combate Naval de Iquique, forman parte del acervo del Museo Marítimo Nacional. "Estas obras enseñan didácticamente todas las maniobras navales del combate", explica Ayala, y destaca que "incluyen escenas médicas, estrategias de abordaje y movimientos de defensa".
El presidente del club y ex suboficial mayor, Oscar González Vicencio, remarca el peso histórico de los modelos: "En cada maqueta hay un fragmento de memoria. Son barcos que pelearon, navegaron, sobrevivieron o se hundieron. Nosotros los reconstruimos para que otros los conozcan". Uno de los modelos más detallados representa la sala de cirugía a bordo de la Esmeralda, una escena cruda que revela el drama humano detrás de la gesta heroica.
Oficio compartido
Más allá del arte manual, la muestra es un punto de encuentro entre generaciones y saberes. "Tenemos desde maestros hasta aprendices. Yo, siendo presidente, todavía me considero aprendiz", dice González. Las reuniones se realizan todos los sábados en el Museo Marítimo Nacional, momento en que "hacemos talleres, estudios, reparamos modelos, preparamos vitrinas. Aquí nadie cobra por enseñar", asegura.
El exintegrante de las fuerzas armadas, Roberto Ramírez y socio hace siete años, exhibe por primera vez sus modelos. "Es una satisfacción enorme que la gente vea y disfrute el trabajo que hay detrás", dice. Entre sus creaciones destaca una réplica del acorazado Yamato, que construyó desde cero y que puede navegar por control remoto, del que comenta "me gusta compartirlo. Le paso el control a los niños, les explico su historia y cómo se armó. Esa interacción es lo más gratificante".
El club cuenta con 45 socios, de los cuales unos 30 participan activamente. Las cuotas mensuales son de apenas $3.000, cifra que "nos alcanza apenas para cubrir materiales, vitrinas o vidrios rotos. Por eso eventos como este nos permiten salir a la comunidad y mostrar lo que hacemos", dice González.
Contexto histórico
El modelismo naval no es una afición nueva en Chile. Tiene raíces profundas en ciudades portuarias como Valparaíso, Talcahuano o Punta Arenas, donde la presencia activa de la Armada inspiró a generaciones a replicar buques con precisión milimétrica. "Nosotros no compramos kits armados, partimos desde planos, fotos y muchas veces desde la memoria", señala Ramírez. Cada barco implica meses -a veces años- de trabajo artesanal.
La exposición también rescata los vínculos con la Marina de los Estados Unidos. "Mostrar barcos norteamericanos es también una forma de reconocer esa historia compartida", afirma Ayala.
La galería, al ser parte del programa American Spaces del Departamento de Estado, actúa como un punto de paradiplomacia cultural. "Esta presencia no es solo simbólica: hay una historia común de navegación, intercambios y ejercicio conjunto entre las armadas", agrega.
Presencia ciudadana
Aunque el modelismo puede parecer un oficio técnico, genera interés transversal. "Llama la atención a niños, adultos, expertos y curiosos", cuenta Ramírez. Durante la muestra, los socios están disponibles para explicar el proceso de construcción, compartir planos y motivar a otros. "Nos encanta cuando alguien se nos acerca y pregunta: ¿Cómo se hace esto? ¿Qué barco es éste?", dice Juvenal Cifuentes.
En una ciudad donde la oferta cultural se ha visto reducida, esta exposición permite reactivar el vínculo entre patrimonio, oficio y comunidad. "Nos faltan espacios como éste, donde mostrar lo que se hace con pasión y precisión", reflexiona Ramírez. En palabras de Ayala, "es una experiencia donde la memoria, la estética y la identidad se encuentran".
Vocación oceánica
Uno de los ejes de la exposición es la necesidad de reconectar a Chile con su condición marítima. "Nos hemos dado la espalda al mar", reflexiona Ayala. "El desarrollo urbano ha cerrado el borde costero y desplazado a la ciudadanía del contacto directo con el océano".
En este sentido, el modelismo se vuelve una herramienta educativa, pues "muchos niños no saben qué es una corbeta, un remolcador o una fragata. En esta exposición pueden verlas, preguntar, tocar sus réplicas y aprender", dice Oscar González, asegurando que "aquí nadie cobra por enseñar". "Tenemos un compromiso con la ciudad", afirma Ayala, acotando que "esta galería no es sólo un espacio de exhibición: es un lugar donde se honra la historia y se proyecta comunidad".
Identidad porteña
Más allá de la técnica, la muestra interpela la identidad profunda y marítima de Valparaíso. "Aquí se habla mucho de patrimonio, pero se ha perdido la conexión con lo marítimo", dice Ayala. "Las ciudades también tienen alma, y en el caso de Valparaíso, esa alma está profundamente ligada al mar", añade González.
Las maquetas, que representan desde embarcaciones del siglo XIX hasta modelos modernos como el Kitty Hawk, funcionan como archivo visual alternativo y educativo, accesible para todo público.
"Tenemos socios de más de 90 años, y otros que recién se inician. Aquí nadie sabe todo, pero todos saben algo", resume González. "Queremos que esto no quede solo en Valparaíso", afirma, por su parte, Ramírez. "Lo que no se muestra, se pierde. Lo que no se enseña, desaparece", advierte Ayala, y desde esa perspectiva, "tenemos el deber de preservar, pero también de enseñar", concluye González. 2
Sebastián Casanova Díaz
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