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POR GABRIELA CHOMER

EL RINCONCITO DE LA CONSENTIDA Óleo de una mujer con sombrero

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Supe que me han echado harto de menos y, si puedo ser sincera, mi ausencia puede explicarse por una decisión propia; en tanto mi regreso, por culpa de la señora cuyo nombre titula la columna que va inmediatamente debajo de este espacio.

Como verán, me conseguí una buena licencia médica, que me costó como cuarenta lucas, con un doctor inmigrante que me recomendaron unos amigos de Calle Larga. Les hablo de esas licencias de verdad, pues, tras las cuales a una se le olvida hasta la contraseña del computador de la pega y el nombre de, al menos, un par de compañeros de oficina.

Empero, y mientras disfrutaba de mi infinito descanso con total impunidad, alguien me denunció con una foto por WhatsApp, lo que coincidió con el escándalo destapado por la ya citada Tía Dorothy.

Conminada a volver a los campos de algodón -no por lo cómodos, sino por su carácter esclavista- hube de ponerme a leer diarios viejos, revisar millones de SMS y reconquistar a mis despreciables y ya olvidadas fuentes para que me contaran qué diantres había pasado, estaba pasando o llegará a pasar en esta golpeada región.

Primero que nada, me encontré con una especie de mundo al revés: mientras el pobre de Gonzalo Winter tuvo que ponerse de rodillas para sacarse una foto ladeada, sin sonrisas y casi a la mala con la alcaldesa Maca Ripa hace algunas semanas, ahora descubro que Andrés Celis, el candidato a senador de la UDI (sí, de la UDI), no tuvo ni que tocar la puerta para conseguirse un póster tamaño real con la jefa comunal rebosante de felicidad y hasta con una gaviota de plata de fondo.

Como parece que el ninguneo no había sido suficiente, el gobernador Rodrigo Mundaca repite hasta el hartazgo que "no se siente identificado" con ninguna de las cuatro cartas oficialistas (Winter, Tohá, Jara y Mulet) y que cualquier día de estos levanta su propia candidatura.

Ahora, si de tener el diente largo se trata, nadie más feliz que Mauricio Viñambres Adasme, el impenitente exseminarista y exalcalde de Quilpué, quien ya comenzó a asomar en las encuestas a diputado por el Distrito 6 y jura de barriga que en un mes más termina por comerle la color al incumbente Nelson Venegas. Tanto ha crecido el hambre del Tío Micho, cuentan por ahí, que ya ha comenzado a gestionar apoyos con viejas glorias de sus días de guerrillero espiritual y lector de la Teoría de la Liberación. Uno de ellos sería nada menos que el neotrovador cubano Silvio Rodríguez, quien podría ponerse, si no con un recital en Quilpué, al menos con un saludito por redes sociales. Para aquellos que crean que el exalcalde está blufeando y que lo más cerca que ha estado de Silvio fue cuando tuvo una polola un tanto lana en Colliguay, vaya este documento histórico que se ve a la derecha: el retrato de ambos, Silvio y Micho, codo a codo, durante los heroicos días de Viñambres como luchador social y funcionario público tras el regreso a la democracia a comienzos de los noventa.

Siempre en el Distrito 6, no pocos en Quilpué sonreían algo nerviosos ayer durante la visita de la candidata de Chile Vamos, Evelyn Matthei. ¿El motivo? La avanzada decidió llevarla únicamente a la Ciudad del Sol, pero nadie tuvo las agallas de contarles a los iluminados del comando que anda dando vueltas en la comuna una gruesa acusación contra un funcionario municipal de confianza por un escandalete de rendiciones de cuentas registrado en su paso por una comuna del sector surponiente de la Región Metropolitana y que, aseguran, explotará precisamente mañana viernes. De pasadita, también expusieron a la exalcaldesa de Providencia a una entrevista en un grisáceo sitio web que acostumbra a solicitar óbolos a cambio de protección editorial a los políticos locales y que incluso maneja un tarifario especial para la difusión de las grandes obras de nuestros parlamentarios.

Para cerrar, y como la tontera no tiene límites, reconozco haber visto múltiples fotos de candidatos locales, mayo en mano, saludando el Día del Completo. Dios nos libre.

Dorothy Pérez, la dama de hierro

POR FERNÁN RIOSECO, ABOGADO
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Corría el mes de agosto de 2018, cuando el excontralor Jorge Bermúdez dictó la Resolución Exenta N° 21, por medio de la cual decidió remover de su cargo a la entonces subcontralora Dorothy Pérez, argumentando "pérdida de confianza". Sin embargo, tanto la Corte de Apelaciones de Santiago como la Corte Suprema le dieron la razón a Pérez, al sostener que el acto administrativo de Bermúdez era ilegal y arbitrario, ya que de acuerdo con la Ley Orgánica de la Contraloría, el subcontralor goza de inamovilidad, de modo que sólo puede ser removido previo juicio de amovilidad tramitado de conformidad con las reglas que el Código Orgánico de Tribunales establece para la remoción de jueces que forman parte del Poder Judicial.

Vamos, ahora, a octubre de 2024. El Presidente Boric decide nombrar a Dorothy Pérez en el cargo vacante por cese de funciones de Jorge Bermúdez, convirtiéndose en la primera mujer en ostentar en propiedad el más alto cargo del ente contralor en toda su historia. Antes de la designación de Pérez, Bermúdez expresó que, en su concepto, la actual contralora no era una buena candidata, toda vez que carecía de la "prestancia y autoridad intelectual respecto de sus colegas" y, además, porque mantenía supuestos conflictos de interés desde el punto de vista ético.

El tiempo -ese árbitro severo e implacable- terminó por darle la razón a Dorothy Pérez. En apenas seis meses como titular, la contralora ha ejercido sus funciones con el rigor, seriedad, responsabilidad y probidad que la ciudadanía espera de cualquier funcionario público en el desempeño de su cargo, desatando un terremoto institucional con el informe consolidado de información circularizada (CIC), que denuncia a más de 25.000 funcionarios públicos que se habrían valido de licencias médicas ideológicamente falsas para salir del país durante el período de reposo laboral.

Como ciudadanos, debemos agradecer a la contralora por tener la audacia de hacer lo correcto. Sin embargo, es preocupante que los gobiernos de turno se muestren incapaces de detectar a tiempo y sancionar estas prácticas delictivas e inmorales. Los Comités de Ausentismo Laboral van en la línea correcta de prevenir estos comportamientos indebidos, pero es indispensable que el país tenga absoluta claridad de cuántos y quiénes son los funcionarios que conforman la administración del Estado, y que se modernicen los sistemas de fiscalización y control.

Dice Chesterton, con su perspicacia habitual, que "a cada época la salvan un puñado de hombres y mujeres que tienen el coraje de ser inactuales" (Lo que está mal en el mundo, 2008). Para que el país enderece el rumbo, no basta con la contralora. Necesitamos, al menos, un puñado de hombres y mujeres valientes como Dorothy Pérez, que tengan el atrevimiento de salvarnos de la profunda anomia y bancarrota moral que nos afecta como sociedad desde el 18/0.