PCdV: el oprobio y la vergüenza
Cuatro días duró Vladimir Morales como Pdte. del Parque Cultural, en un proceso que puede calificarse de bochornoso.
El impresentable equívoco cometido por la ministra de Cultura, Carolina Arredondo, en el nombramiento del arquitecto Vladimir Morales como nuevo presidente del directorio del Parque Cultural de Valparaíso terminó por sepultar cualquier esperanza -si acaso la había- de que el actual Gobierno sería capaz de poner fin a la crisis financiera y administrativa que arrastra hace años el principal recinto cultural de la ciudad. Exseremi de Obras Públicas y exsecpla del municipio de Viña del Mar en los años del alcalde Jorge Kaplan, Morales había sido designado para llenar la vacante dejada por la expresidenta de Unapyme, Giannina Figueroa, quien renunció hace 25 días en medio de un profundo hoyo económico que mantiene al PCdV sumido en la incertidumbre sobre su futuro. ¿Era demasiado difícil encontrar un profesional que no cargara, como Morales, con una condena por fraude al fisco -ya cumplida- y una eventual participación en el esquema de sobresueldos que empañó al MOP a inicios de este siglo? ¿Nadie advirtió a la ministra Arredondo del riesgo político que había y las evidentes dudas que surgirían con el nombramiento del arquitecto? ¿Es tanta la improvisación e incompetencia que el decreto de nombramiento del cargo más importante del recinto cultural más relevante de Valparaíso tuvo una vigencia de cuatro días? Lo ocurrido es una vergüenza para el ministerio y un oprobio para la comunidad, que espera un recinto con una administración que esté a la altura de la designación patrimonial que ostenta. Es cierto que la superación de los problemas del PCdV no pasa por un nombre específico, sino que por un proceso más profundo del que ninguna de las instituciones socias quiere hacerse cargo: un cambio estructural de su orgánica y de sus formas de gobernanza interna. Pero más allá de ese hecho evidente, este estropicio por parte del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio parece una renuncia triste y sombría a la prosecución de ese desafío mayor y una prueba incontestable de la incompetencia exhibida por la actual administración para hacer frente a la crisis del PCdV. En medio de este enredo, persiste la duda de si los funcionarios del parque recibirán los sueldos adeudados y si el recinto podrá abrir el 1 de junio, el mismo día que el Presidente Boric debe rendir cuentas al país desde el Cogreso, en calle Pedro Montt, a poca distancia del lugar de esta tragedia cultural.