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Con Valparaíso como termómetro

Boric busca reafirmar el progresismo en su última Cuenta Pública, equilibrando promesas de campaña con gestión concreta.
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El Presidente Gabriel Boric entregará hoy su tercera y última cuenta pública desde el Congreso Nacional en Valparaíso, en un momento clave para su administración y para el futuro del progresismo en Chile. Más allá del recuento de obras y promesas cumplidas, esta intervención se perfila como una oportunidad para reposicionar el relato político de su gobierno y reafirmar el compromiso con su base electoral.

Desde La Moneda ya se ha adelantado que el discurso buscará hablarles a "los propios", reforzando las ideas matrices del Frente Amplio y el Partido Comunista. Entre los anuncios se espera que destaque el proyecto de aborto legal hasta las 14 semanas, la condonación de deudas educativas, el sistema nacional de cuidados y, eventualmente, avances en la despenalización de la marihuana. Todas promesas de campaña que aún resuenan en los sectores más movilizados del oficialismo.

Pero no se puede obviar el escenario que ofrece Valparaíso. La región vive una situación compleja: afectada por la desigualdad, la inseguridad, el abandono del patrimonio, y una reconstrucción incompleta tras los incendios en Viña del Mar y Quilpué. En ese sentido, esta Cuenta Pública no puede ser solo un ejercicio ideológico. También debe incorporar compromisos concretos con la región sede del Congreso. Se espera inversión pública efectiva, medidas para reactivar el turismo, mejoras en el transporte y atención a la crisis habitacional.

Además, persiste la tensión interna respecto a una posible radicalización en política exterior, particularmente en relación al conflicto en Gaza. El retiro de los agregados militares israelíes esta semana fue una señal potente, y sectores del oficialismo esperan aún más: un quiebre diplomático o medidas comerciales. Sin embargo, desde el Socialismo Democrático advierten que gestos de esa magnitud podrían dificultar el diálogo político interno y afectar un legado más transversal.

El progresismo debe demostrar que puede gobernar sin perder convicciones, pero también sin renunciar a la gestión efectiva. En Valparaíso, Boric tiene la oportunidad de mostrar que ambos caminos no son excluyentes. Que se puede avanzar en derechos sociales y al mismo tiempo ofrecer certezas al país. Su discurso, por tanto, no solo será un balance: será una declaración de intenciones sobre cómo quiere cerrar su mandato y cómo pretende que se recuerde su gobierno.

Si logra equilibrar convicción y responsabilidad, hablarle tanto a sus bases como al país que aún espera resultados, esta Cuenta Pública puede marcar un antes y un después. Desde Valparaíso, puede dejar claro que el progresismo, bien gestionado, no es solo una promesa, sino una forma viable de gobernar.

Inmersión para aprender

Bernardo Donoso Riveros , Profesor emérito PUCV
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Una barca cruza las costas de la nación. ¿O la Patria misma será la barca? Va cargada de preguntas, de dudas, de incertidumbres, de sorpresas o confirmaciones. Cargada de lo intuido y lo inimaginable. En las aguas del Pacífico las olas mueven a la nave y también a su tripulación. Cada persona, desde su propia historia, formación, compromiso con valores, pertenencia a una cultura ("la del modo de ser de los pueblos") puede tener sentimientos de zozobra, de esperanza, de pragmatismo, de utilitarismo, de decepción, de dolor o de angustia, de futuro. Las preguntas se transforman en tierra fértil para observar los cultivos, cómo crece cada planta y por qué alcanza la altura que alcanza (qué es la altura), cómo son los frutos, cómo se separa el trigo de la cizaña. La parábola del Evangelio es un sendero a las respuestas.

La carga de la nave nos "inunda" como personas y abre una invitación y una oportunidad para hacer una inmersión. Ella, la inmersión de cada uno, bajo las aguas, entregará respuestas y caminos. ¿Es posible, tal vez sin otra opción, ir a la escuela de las circunstancias y la historia? Aprender a separar y no generalizar, aprender cómo los sentidos, la mente y el corazón, ponen sobre la mesa la verdad. ¿Qué aprendizajes están latentes a la espera de cada uno en esta escuela de la realidad profunda? La información de cada día como los relatos orales y los testimonios permiten construir una perspectiva y a partir de ella escribir las enseñanzas para la vida. Somos alumnos de este tiempo y la tarea es la reflexión para dibujar la pintura de la sociedad honorable aprendida con la evidencia y el rigor. Mirando atrás estos tiempos podamos decir que todo esto creó las condiciones para una vida mejor.

La conversación nacional, con el aporte de cada uno, sin trampa, sin manipulación, renunciando el interés menor, no debe ser despreciada como una ingenuidad. Detenerse un instante para que emerja la nueva posibilidad y volvamos a cultivar las relaciones con estricto compromiso a las bases que los clásicos, los pensadores de grandes culturas, los humanistas han desplegado por siglos. Las lecciones de aquellas personas que han sido constructoras de la Patria son un manantial del cual beber el agua cristalina del servicio en la construcción del Estado, el crecimiento y el bienestar. La zozobra de la democracia, como en otras naciones, se alimenta de muchas fuentes explícitas o sutiles; tangibles y directas; evidentes u otras más dañinas como las que parecieran pertenecer a ámbitos no relacionados.

En la escuela del presente surgen las promesas y responsabilidades de cada uno, sin rehuir al papel ineludible en la mantención de la navegación para llegar sanamente a puerto en todos los futuros. Para cultivar, íntimamente y junto a otros, la ética del trabajo, de las relaciones en comunidad, del respeto a la palabra empeñada, de la cohesión de la nación que se sostiene en la confianza mutua. Salir de las aguas de la inmersión, del hundimiento, para lograr la emersión: elevándonos cada uno. Entonces la nación será reconocida por sus valores, que cuida su urgente esfuerzo al desarrollo. Puede ser un tiempo presente que se nos da como una oportunidad de hacer historia.

Recuperar Valparaíso

Arturo Barrios Oteiza , Diputado por el Distrito 7
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Valparaíso tiene muchas cosas en la mirada de la gente. Es un puerto, casi principal. Es una comuna abandonada y en franco deterioro. También es una provincia poderosa que concentra la mayor parte de las actividades del litoral. Aunque, asimismo, es capital de la próspera región del mismo nombre. Además, es la capital legislativa del país. Ninguna de estas denominaciones, sin embargo, se conmueve por su larga agonía como el emporio más importante del Pacífico Sur, como lo fuera otrora.

Alberga una cantidad relevante de autoridades: la alcaldesa, el delegado presidencial regional, el gobernador regional, la ministra de las Culturas, el subsecretario de Pesca, el director nacional de Aduanas, el presidente del Senado, el presidente de la Cámara de diputados y el comandante en jefe de la Armada Nacional, como ninguna otra ciudad del país. Ninguno de ellos, salvo la alcaldesa, parece tener un vínculo con el entorno en que ejercen sus autoridades. No parece normal que tales autoridades no tengan un influjo positivo sobre la ciudad.

Valparaíso nace como pueblo portuario, sin mayor importancia en la era virreinal. Valparaíso, a diferencia de otros lugares de Chile, crece con la República, ya que todo lo que se puede ver en la ciudad fue levantado después de la independencia del país, debido a que se convirtió en un puerto relevante para las rutas comerciales del mundo, lo que motivó su auge en todo en el siglo XIX y hasta la apertura del Canal de Panamá en 1914. Su larga declinación desde hace más de un siglo, no ha impedido que siga siendo el principal puerto del país y abrigue en su seno una cantidad no menor de relevantes instituciones públicas, como las mencionadas.

El Barrio Puerto es el más antiguo de la ciudad, ya que es habitado desde la época colonial. En él se ubica La Matriz, la primera iglesia de Valparaíso, la Comandancia en Jefe de la Armada de Chile y las mayores instalaciones del puerto de la ciudad: el Servicio Nacional de Aduanas, la Corte de Apelaciones de Valparaíso, el Registro Civil, el Ministerio de la Cultura; el Monumento a los Héroes de Iquique y la primera estación del Merval.

Por ello, la iniciativa del senador Tomás de Rementería, que propone crear un centro cívico en el Barrio Puerto para enfrentar el deterioro patrimonial de Valparaíso, es una esperada y excelente iniciativa.

Recuperar el barrio en torno a la plaza Echaurren permitiría, efectivamente, establecer un barrio cívico y, al mismo tiempo, restaurar en el lugar más emblemático del puerto porteño. Actualmente, esta zona está marcada por el abandono. Si hemos de recuperar Valparaíso, deberíamos empezar por el lugar en que todo comenzó. El Estado, debe tomar la iniciativa. La propuesta no sólo permitiría el ahorro fiscal, sino fundamentalmente la voluntad de honrar nuestra historia, comenzando por dignificar el Barrio Puerto.