VILLA ALEMANA.- "Aquí...desde su observatorio en Villa Alemana, a 104 kilómetros de Santiago de Chile, informa el astrónomo Carlos Muñoz Ferrada; anote, y por favor, no me cambie nada porque yo soy el astrónomo y el responsable de lo que digo...".
Con esa tradicional frase, el astrónomo y sismólogo chileno, encabezaba sus esperados despachos informativos para diarios, revistas y radios regionales, nacionales y extranjeras, desde su vieja casona-observatorio, en la comuna de Villa Alemana, en la V Región. Este centro de estudio paradójicamente se desplomó en el terremoto de marzo de 1985 y fue reemplazado por una vivienda asísmica convertida en hogar, museo astronómico y observatorio.
SUS FUNERALES
Ayer, a las 01.10 horas, a los 92 años, una trombosis que agravó una afección pulmonar, apagaron para siempre la voz, la vida y las predicciones de "don Carlos", en esa tranquila comuna.
Su funeral tendrá lugar hoy, a las 16 horas, luego de una misa que se oficiará en la parroquia San Nicolás de Bari de esta comuna.
Este astrónomo autodidacta se hizo conocido debido a sus constantes informaciones sismológicas e incluso predicciones en este campo, que le significaron ganar credibilidad al acertar en repetidas ocasiones, pero también detractores del mundo científico que no creían en estos anuncios.
Casado con María Dolores Rivera Lino, le sobreviven sus hijos Carlos, Lucía y Marina -su hijo primogénito Nelson falleció antes-, además de nueve nietos.
HOMBRE CONTROVERTIDO,
Con la muerte de Carlos Muñoz Ferrada ha desaparecido el controvertido astrónomo chileno, el autor de la teoría sobre volcanes y terremotos denominada "Geodinámica" (La fuerza de la tierra), el hombre amable, pero a veces hosco con los ansiosos del materialismo.
En 1948, estableció en la apacible Villa Alemana, su "bunker" astronómico, con equipos de sismología de segunda mano, otros caseros hechos por el mismo, desde donde, a cualquier hora del día, siempre estuvo dispuesto para los periodistas, los estudiosos y la gente común, prediciendo durante medio siglo terremotos, sismos, cambios de clima y erupciones volcánicas.
En una ciencia tan compleja y difícil como la sismología, sus vaticinios provocaron en Chile, y en otros países que visitó, respeto, temor e incluso su expulsión de Nicaragua.
En nuestro país ha habido sólo tres ciudadanos que tienen el privilegio de haber anunciado la predicción exacta de grandes terremotos y sismos destructivos con víctimas y daños numerosos: ellos son el Capitán Middleton y Funcionario Nuño, del Instituto Hidrográfico de la Armada de Chile, para el gran terremoto de 1906 (donde expusieron la Teoría Cooper), y el estudioso Carlos Muñoz Ferrada para el terremoto de Chillán de 1939, con 40 mil muertos.
¿QUIEN FUE FERRADA?
A los 7 años, a pie descalzo, de bolsón grueso, con un sandwich, un cuaderno y un lápiz, fue a la escuela en Linares, debiendo cruzar lagunas y charcos, observando siempre la conducta de la naturaleza, principalmente las aguas, los árboles y las plantas.
Su profesor de escuelita primaria quedaba impávido, cuando Carlitos Muñoz, en medio de la clase, se ponía de pie y salía con sus "preguntas tontas": "¿Profesor por qué el sol se ve tan raro y muy débil y no calienta?. El maestro fuera de sí, lo echaba fuera de la clase porque según é la menoscababa la clase.
Su padre Félix lo matriculó en la Escuela Náutica de Pilotines de Chile, egresando en 1929 como piloto tercero. El 13 de abril de 1956, recibió su titulo de primer piloto de la Marina Mercante Nacional. Por muchos años se desempeñó en la ex Empresa Marítima del Estado (Empremar).
Después se recibió de profesor de Astronomía y Metereología en la Armada, terminando como docente de Aeronavegación. Años después ingresó como técnico metereólogo de Lan Chile, trasformándose en jefe de Metereología de la empresa.
También estudió Ingeniería y Física experimental en la Universidad de Chile, efectuando estudios en la Sociedad Astronómica de Paris, nombrándosele miembro de la Sociedad Astronómica de Dijon, y lo propio ocurrió en Milán.
Con el cambio del gobierno de Pedro Aguirre Cerda, lo echaron del trabajo, viajando a Concepción, donde en 1936 con el arzobispo local Santiago Silva, crearon el observatorio de la ciudad penquista.
En la década de 1940 lo contrató como astrónomo investigador el gobierno de Panamá, viajando en 1948 a El Salvador a desarrollar investigaciones sísmicas y metereológicas, donde conoció a María Dolores Rivera, con quien se casó y tuvo cuatro hijos, transformándose en su gran colaboradora.
Durante casi medio siglo, en el observatorio de Villa Alemana, su esposa de día de noche o de madrugada, lo apoyó, efectuando las mediciones diarias del heliómetro (intensidad solar), el anemómetro (fuerza del viento), el pluviómetro (agua caída) e incluso atendía los llamados de investigadores, amigos y la prensa, a quienes muchas veces entregaba un anticipo de las características de los movimientos sísmicos cuando el astrónomo no estaba.