El Congreso y Valparaíso (o el Poder cojo)
A diferencia de La Moneda o el Palacio de Tribunales, el panorama que rodea al Congreso es desolador: veredas destruidas, comercio informal de subsistencia sobre plazas y espacios públicos, edificios patrimoniales vacíos y vandalizados.
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Hace algunas semanas se inauguró en Santiago el proyecto "Plaza Tribunales", que renovó el entorno de la sede del Poder Judicial con una calidad comparable a las grandes recuperaciones patrimoniales que vemos en Europa.
El proyecto contempló espejos de agua, nuevos paseos y áreas verdes, mobiliarios de primer nivel, un nuevo museo y estacionamientos subterráneos que liberan espacio para agrandar veredas. Y de noche, el resultado ha sido sencillamente espectacular, gracias a un proyecto de iluminación que incluye al Palacio de los Tribunales, además de la Academia Judicial y otros edificios relevantes.
Hace 15 años, el ex Presidente Lagos impulsó una transformación similar en el barrio cívico de La Moneda. Se reemplazó un estacionamiento que enfrentaba la sede del Poder Ejecutivo hacia la Alameda, por una plaza ceremonial y se desplazó el altar de la patria para recuperar la perspectiva al paseo Bulnes, contemplada en el proyecto original de Brunner y Carvajal.
Bajo esta plaza, llamada De La Ciudadanía, se creó un museo de notable diseño rodeado por cafés, restoranes y tiendas que le han dado vida al barrio cívico y donde es común ver a ministros de Estado, parlamentarios y miles de estudiantes que visitan este espléndido espacio urbano.
Diez años después, el ex Presidente Piñera tomó la posta y ejecutó un plan de mejoramiento de las calles y fachadas que rodean la casa de gobierno y los céspedes y luminarias de sus plazas. Además, completó la caja cívica construyendo el edificio que hoy alberga al Ministerio de Desarrollo Social y lo hizo en un sitio vacío que era destinado a los estacionamientos del Registro Civil.
Gracias a estos proyectos, Chile cuenta con dos barrios de clase mundial, que realzan la importancia republicana de los poderes Ejecutivo y Judicial, y que de paso, han servido para revitalizar el centro histórico de Santiago.
Dicho lo anterior, cuesta entender (y verdaderamente cuesta) porque no se ha aplicado el mismo criterio para el Poder Legislativo, localizado en Valparaíso y donde prácticamente nada ha cambiado desde que Pinochet decidiera trasladar el Congreso al sitio ocupado por el antiguo hospital Deformes.
A diferencia de La Moneda o el Palacio de Tribunales, el panorama que rodea al Congreso es desolador: veredas destruidas, comercio informal de subsistencia sobre plazas y espacios públicos, edificios patrimoniales vacíos y vandalizados, una Avenida Argentina cuyos pavimentos se están hundiendo con un bandejón central inhóspito y deteriorado, una iglesia (Doce Apóstoles) que sigue con daños desde el 27/F y el mismo terminal de buses con una fachada remozada precariamente.
Hay varias razones que explican esta situación, como el centralismo o la intención de algunos de llevar de vuelta el Congreso a Santiago, lo que no justificaría invertir en su entorno.
A estas alturas estos factores dan un poco lo mismo. Lo que importa es cambiar esta situación y para ello hay varias ideas sobre la mesa. Nuestra Corporación Metropolítica presentó una que propone transformar la Avenida Argentina en un parque arbolado, con veredas más anchas y áreas reguladas para localizar una parte del comercio que ahí se instala en condiciones que estén a la altura de una ciudad calificada como Patrimonio Mundial.
Propusimos que esta nueva Avenida Parque llegara al mar, demoliendo el paso elevado del nudo Barón, replicando la situación observada en el paseo Bulnes que termina en el Parque Almagro, o del National Mall de Washington que conecta el Congreso con el Memorial de Lincoln, mediante un parque con un gran espejo de agua rodeado de museos y edificios públicos.
La propuesta que hemos impulsado y que fue entregada a la Intendencia Regional, también contempla crear un barrio cívico en torno al Congreso, integrando la plaza O´Higgins, el Teatro Municipal y mejorando los pavimentos y veredas de Pedro Montt, Uruguay y Juana Ross-Victoria, como ocurrió con Morandé, la Alameda y Teatinos en el proyecto de La Moneda.
La Universidad Católica de Valparaíso también formuló una propuesta liderada por el arquitecto Salvador Zahr, que más allá de variaciones en su diseño, perseguía los mismos objetivos. Si hacemos un recuento histórico, de seguro encontraremos decenas de iniciativas parecidas.
Hoy es el momento de concretarlas, y no solo por una noción básica de justicia en la distribución de recursos y atributos, sino porque en el Barrio Almendral se están discutiendo las reformas más importantes que marcarán el futuro de Chile y no tiene lógica ni presentación que ello ocurra en un edificio cerrado a la ciudad, con un entorno que posee niveles de deterioro que superan toda capacidad de asombro.
Confiamos que todos los actores que participan del Congreso, que lo visitan, debaten o trabajan en él, apoyarán decididamente un plan integral de recuperación urbana para su entorno, con inversiones públicas que le devuelvan a la dignidad que merece un Poder del Estado que sigue estando cojo y que merece un contexto tan memorable como los barrios cívicos de La Moneda o el Palacio de los Tribunales.
Gonzalo Cowley
Iván Poduje