Los ataques terroristas y las comunicaciones
Si Occidente quiere derrotar al E.I. debe replantear su política comunicacional, tan relevante como el político y militar.
El nuevo y dramático atentado ocurrido en Bruselas a manos del Estado Islámico debe obligar a los medios, a los periodistas y a los usuarios de las redes a reflexionar y quizás replantearnos respecto a cómo debemos actuar frente a este tipo de acontecimientos. Y es que la guerra que ha desatado el Estados Islámico contra Occidente no sólo se lleva a cabo en Irak, Siria y en las principales ciudades europeas, sino que también en el ámbito de las comunicaciones.
El atentado contra el World Trade Center en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001 marcó un precedente. Se trató de un objetivo cuidadosamente escogido por yihadistas, un símbolo del modelo económico y del poder de los Estados Unidos, pero también un lugar en el que se aseguraba la presencia de los medios de comunicación y de cientos de cámaras. Un ataque a las torres gemelas se podía transmitir en vivo y en directo a todo el mundo, tal como ocurrió.
Desde ese atentado, occidente parece haber caído en el juego de los terroristas, de Al Qaeda y ahora en el del Estado Islámico. El objetivo primordial de estas organizaciones terroristas es provocar el terror y sin darnos cuenta estamos actuando como caja de resonancia de cada uno de sus crímenes. Cada post, cada tweet, cada foto en Instagram y cada minuto en radio y televisión también es otra victoria del Estado Islámico.
Los terroristas quieren sembrar el pánico y lo están logrando en gran medida porque nosotros contribuimos con un uso indiscriminado de la información con consecuencias insospechadas, cambiando la percepción de la realidad. El analista Moises Naim, por ejemplo, entregaba un dato interesante, en Estados Unidos es tres mil veces más probable que una persona muera asesinada por un compatriota que por un yihadista. Sin embargo, la percepción respecto de a quien deben temer es justamente la inversa.
Si Occidente quiere derrotar al E.I. debe replantear su política comunicacional, ese es uno de los puntos que hay que abordar, tan relevante como el político y militar. No apostamos por la censura, no sólo porque a estas alturas sea casi imposible, sino porque además sería caer en el mismo juego de los extremistas. Sí abogamos porque la entrega de información se realice de forma acotada y responsable, evitando ser parte del juego al que apuestan los terroristas.
Gonzalo Serrano del Pozo
Facultad de Artes Liberales U. Adolfo Ibáñez