"La gente piensa que me volví loco, pero detrás de cada salto hay años de dedicación"
Hace unos años, el viñamarino Sebastián Álvarez abandonó su carrera en la Fuerza Aérea de Chile (FACH) con la intención de seguir un sueño y dedicarse por completo a su verdadera pasión: el paracaidismo. Fue así como con sus ahorros partió a Estados Unidos, donde rápidamente se involucró con algunos exponentes del wingsuit flying, especialidad extrema que deriva del paracaidismo y que consiste en lanzarse desde acantilados, puentes, aviones y otras superficies utilizando un "traje alado" que brinda flotabilidad para hacer vuelos rasantes a altas velocidades.
Amante de la adrenalina, el "Ardilla", como le dicen sus cercanos, viajó pronto a Europa a perfeccionarse en una disciplina que le permitió abrir sus alas completamente para llegar a ser el exponente más destacado a nivel nacional y uno de los mejores del mundo. En Chile se hizo conocido a través de un video donde aparece volante entre dos edificios separados entre sí por pocos metros.
Ese salto, realizado a principios de 2014, sería el inicio de un año notable, donde compitió en dos de las pruebas más importantes a nivel mundial: Red Bull Aces en Estados Unidos y World Wingsuit League en China.
- ¿Cómo recuerdas tu participación en Red Bull Aces?
- Era la primera versión de la competición e invitaron a los 52 mejores pilotos del mundo. Parece que estoy haciendo las cosas tan bien que quedé en el sexto lugar. Al principio no me esperaba llegar en esa posición, pero terminé muy contento porque te das cuenta que el trabajo que vienes realizando por años da resultados.
- ¿Cómo fue estar con los mejores exponentes del mundo en China?
- A esa competencia invitan a los 25 mejores del planeta y salí decimotercero. Saltamos de una montaña que se llama Tianmen. Dentro de toda la locura, los estándares de seguridad son súper altos, así que en realidad no es nada tan peligroso, pero es competitivo y la idea es volar lo más rápido posible. Hay quienes se pasan toda la vida peleando para poder entrar a esa competencia, por eso refleja toda la inversión que he hecho en cuanto a tiempo, dinero y sacrificio.
- ¿Cuando dejaste la FACH te veías compitiendo a este nivel?
- Lo soñé, pero nunca me vi participando en estas competiciones. Es lo que se cosecha después de tanto sembrar, estoy contento de hacer las cosas bien y con hartas ganas de seguir adelante. Cuando hay pasión y el compás en tu vida es el corazón, las cosas salen. Hay que buscar lo que a uno le gusta, y cuando se encuentra eso todo siempre sale bien.
- ¿Qué tan importante para tu carrera fue la formación que obtuviste en la FACH?
- Me ha dado una muy buena formación en relación a la disciplina, porque este deporte es de mucha disciplina y autoconocimiento. Hay que ser súper maduro para saber cuándo decir sí o no, y eso se relaciona con la rigurosidad. Por otro lado, está el tema de la aeronáutica, aerodinámica, meteorología y física, que me permite saber cómo funcionan los perfiles alares y otros elementos importantes. Hay un gran legado que me dejó la FACH y yo le trato de sacar el máximo provecho.
- ¿Y cómo se maneja el miedo?
- Lo trato de transformar en un sentimiento positivo. El miedo se puede controlar al igual que muchas otras cosas en la vida, aunque es difícil. Si lo logras hacer, el miedo te ayuda a concentrarte, a estar más alerta, a tener todos los sentidos bien activos. Me encanta estar en ese trance entre concentración y adrenalina, que es exquisito.
- Este deporte tiene una relación estrecha con la muerte, ¿cómo se convive con eso?
- Respeto a la muerte más que antes. Trato de hacer las cosas bien dentro del riesgo que corro, que obviamente está a la vista. La gente piensa que me volví loco de un día para otro, pero detrás de cada salto hay experiencia, estudio y años de dedicación y esfuerzo. No es que alguien se pone un traje y simplemente se pone a saltar.
Contra viento y marea
La falta de financiamiento y apoyo es una de las grandes barreras que Sebastián Álvarez ha debido sortear para dedicarse a esta disciplina. Por eso divide su tiempo enseñando paracaidismo, entrenando y compitiendo. Asegura que ha vivido en carne propia lo que siempre se suele criticar en Chile, y que tiene relación con la falta de apoyo para deportes que poco y nada tienen que ver con el fútbol.
"Lo que me parece increíble es que la cultura chilena es pésima para abrir los ojos y darse cuenta que hay talentos en otros ámbitos. Me gustaría que en todos los deportes que no son fútbol hubiera más apoyo y así salieran más Chinos Ríos. Al final somos buenos para otras cosas, pero ni siquiera lo sabemos", critica el paracaidista profesional.
Pese a ello, parece que nada lo desmotiva y está decidido a seguir practicando aquello que más le apasiona. Tanto así que recientemente volvió a la palestra por un video en el que sale atravesando una bandera de Chile hecha de plumavit, y que fue sujetada por unos amigos suyos en la cumbre del cerro Manquehue, en Santiago.
- ¿Cómo surgió esa idea?
- El trasfondo de esa iniciativa era saber cuán preciso podía llegar a ser volando a alta velocidad. El video de las torres de Reñaca en realidad no era nada complicado en relación a este nuevo desafío.
- ¿Es Chile un buen escenario para el wingsuit flying?
- Estoy en esa búsqueda de lugares buenos para saltar, cada vez que vengo a Chile lo hago. Ahora fui a Chillán y encontré una nueva montaña, de a poco voy hallando más lugares. Pero es complicado porque requiere de financiamiento y ahí faltan auspicios para ir a meterme a la cordillera.