Veinteañeras ayudan a no videntes con juguetes Lego
Innovación. Las duras piezas de plástico que han ayudado a pasar las tardes a millones de niños, hoy también sirven para crear robots que dan ubicación y autonomía a personas ciegas.
Daniela Sáez y Sofía Carrasco, estudiantes de Ingeniería Civil Telemática e Ingeniería Civil Electrónica en la Universidad Técnica Federico Santa María, se conocieron en el taller de robótica del Liceo N°1 Javiera Carrera, donde "nuestra profesora, Susana Nahuelcura, nos propuso participar en una feria científica cuyo tema era la neurociencia. Ahí creamos este prototipo que al principio se llamaba 'emulador sensorial'", cuenta Daniela, mientras que Sofía detalla que "había muy poca participación de mujeres en la categoría de tecnología, generalmente era como más embriología o humanismo, entonces fue ir un poco más allá de lo que siempre hacíamos para el liceo".
Ahí, mediante un kit de Lego, es decir, de aquellas ultrarresistentes conexiones de plástico con las que los niños juegan a crear monstruos que combaten y caen desechos en cientos de pequeños ladrillos, con los que luego los padres se clavan los pies; que ahora también incluyen sensores de ultrasonido, tacto y luz, Sáez y Carrasco armaron una especie de sistema nervioso externo que envía señales auditivas al portador sobre su entorno, es decir, si se aproxima a un objeto o hay muchas luces.
Pero "el proyecto realmente avanzó cuando comenzamos a trabajar con personas ciegas, ahí vimos el impacto social que tenía nuestra idea", afirma Sáez, además de explicar que 'emulador sensorial', ahora llamado I-Sense, indica el color de las cosas al usuario, información que es detectada a través de "frecuencias lumínicas. Así, cuando la persona quiere saber si, por ejemplo, algo es rojo, aprieta el sensor de luz en dirección al objeto, función que ayuda en tareas como comparar cajas de remedios, lo que incrementa su autonomía".
Luego, cuando las jóvenes volvieron a probar el artefacto con los no videntes "fue emocionante, porque lo que para nosotras partió como un juego, emocionaba a la gente hasta el llanto", recuerda Sáez, mientras que Carrasco guarda la opinión de estas personas que "decían pucha, nadie piensa en nosotros, la tecnología avanza a paso gigantes pero solo para algunos".
Animadas por esto, pasaron por varias ferias de emprendimiento en Chile, hasta que el año pasado viajaron a representar al país en la Gala de Emprendimiento Juvenil Mundial de NFTE en Washington. "Se sentía súper bien ser chilena, latinoamericana y estar haciendo ciencia en Estados Unidos", dice Sofía Carrasco, y "la gente nos preguntaba que cuándo lo íbamos a sacar a la luz, o si ya nos habían llamado de alguna empresa grande para construirlo en serie", termina Daniela Sáez.