Alternativa e): todas las anteriores
La eterna y bizantina discusión por la vocación que debiera tener la ciudad de Valparaíso (portuaria, académica, turística, patrimonial y tantas otras) ha vuelto a surgir en estos primeras tres semanas del año por las felices cifras que muestra el Turismo y las novedades respecto de los diversos proyectos que se instalarán en el borde costero.
El Turismo, dicho está, ha contado con un inesperado flujo de vehículos por Los Libertadores (récord del último cuarto de siglo, según Aduana), proyecciones de ingresos sustanciosas (US$ 114 millones, sólo de visitantes extranjeros en los primeros quince días), una vastedad de cruceros y, como nunca, con una Región bastante bien preparada -de costa a cordillera- y con una oferta amplia de actividades, festivales, eventos y demases, junto a lo cual se entronca obligatoriamente el pronto inicio de obras del Mall Puerto Barón y el más temprano que tarde destrabamiento de la ampliación portuaria.
La discusión esbozada en el primer párrafo, en tanto, debiera necesariamente ser ampliada con una alternativa propia de la antigua (y temida) Prueba de Aptitud Académica, que generalmente iba en la opción e): todas las anteriores.
¿Por qué Valparaíso debe necesariamente dejar de abocarse a una sola de estas opciones? Porque la riqueza propia del Puerto siempre integró todas las miradas -comercio, innovación y tantas otras- y hoy debe volver a apostar por ello, a través de iniciativas como las industrias creativas de Corfo, el Festival de las Artes y tantas más, en las cuales se ha privilegiado el sello de los inmigrantes, antiguos forjadores del Valparaíso que alguna vez llegó a ser La Joya del Pacífico, y hoy reducidos a propuestas gastronómicas, importadoras y empleos menores.
La disyuntiva productividad vs. calidad de vida urbana, planteada más de alguna vez por destacados arquitectos como Alberto Texido y Marcelo Ruiz, puede y debe tener un correlato entre sus actividades primordiales.
Con todo, también es responsabilidad de los detractores de la ampliación portuaria el mostrar alternativas y convencer de éstas a la comunidad, a las autoridades e incluso a los turistas y académicos locales, estos últimos -con honrosas excepciones- bastante poco protagonistas de la discusión y los problemas regionales.
La sola mención de lo bien que lo hizo Barcelona o de las bondades del renacimiento urbano de Medellín no basta para aunar todas las miradas, intenciones y sueños en torno a entelequias que solo unos pocos privilegiados conocen. El Valparaíso final es el de habitante de cerro, el del espectador del anfiteatro, pero también el del turista mendocino y el del empresario santiaguino que busca desarrollar proyectos para que el Puerto retome su competitividad perdida.