El tenis chileno
A fines de los 80, principios de los 90, me encontraba viendo un partido, en la cancha N° 3 del Club de Tenis Unión, de Viña del Mar. Estaba junto a Rafael Araya, padre de Cristián, nuestro jugador en ese entonces de Copa Davis.
En un descanso del partido se acerca un señor a Rafael y le dice lo siguiente: "¿Qué le aconsejaría a un papá que tiene un hijo muy buen tenista y está en edad de entrar a la universidad? ¿Qué sea un tenista profesional o que estudie una carrera?".
Y Rafael le contesta: "Vengo llegando del Roland Garros. Vi a un grupo de tenistas alemanes con su entrenador y el encargado que se preocupa de reservar hoteles, de la comida, de canchas, etc. Si algún jugador debe volver a casa por problemas imprevistos, se demora 3 horas en tren, o menos en avión".
El jugador chileno viaja solo, duerme lo más barato posible, se alimenta con "completos" en los quioscos del club. Usa el frontón, espera que algún colega conocido lo invite a paletear. Lo recordé hace un par de meses, cuando leí la triste despedida de nuestra campeona Cecilia Costa con solo 23 años, cansada de la falta de recursos y ayuda.
Casimiro Perocarpi Aravena
Cierre de Sociología
Hace un tiempo, la corporación (sin fines de lucro) de un colegio particular pagado dependiente de los ministerios de Cultura y Educación de un país europeo, decidió "desvincular" a trece académicos de la institución. Su proceder implicó la notificación de los afectados durante la jornada escolar, debiendo retirarse ipso facto, sin siquiera poder terminar sus clases.
Acto seguido, el ministerio (extranjero) solicitó la renovación de toda la plana directiva de la corporación, prohibiendo la reelección de aquellos involucrados en tal vejamen.
Hoy vemos como la UVM cierra carreras antojadizamente, despide a sus profesores (con grados doctorales, como si abundaran en esa institución), afectando a docentes, alumnos y familias enteras. ¿Se aplicará acá el mismo rigor que tuvo el Gobierno de Alemania?
Federico Bravo Hutinel
Derecho a la vida
Rumbo al Congreso en Valparaíso, un imponente cartel blanco acaparó mi atención. "¿Dónde estarán? Abortos y desaparecidos: el mismo duelo", rezaba la gigantografía. Y me dejó pensando. No hace mucho tiempo, de hecho, otro controvertido anuncio en la misma autopista indicaba que el aborto era "tortura, muerte y desaparición".
¡Cuánta razón tienen! Los detenidos desaparecidos enlutan la historia nacional con un silencio doloroso. Padres, hijos, hermanos y amigos fueron literalmente borrados de la faz de la tierra por pensar diferente. No sólo eso, los torturaron antes, despojándolos del último fragmento de dignidad; aquello que aún les recordaba que eran seres humanos.
Con el aborto sucede algo similar. El aborto es tortura, porque esas pinzas desgarran el cuerpo de la madre y el cuerpo del hijo en gestación. El aborto es muerte, en tanto asesina a un ser indefenso e inocente mientras mata el alma de la mujer, la que jamás se "des-embaraza", sino que sólo se convierte en madre de un hijo muerto (y muerto por sus propias manos).
El aborto también es desaparición: desaparece el padre de la criatura -a quién se le exime de toda responsabilidad-, desaparece el niño en gestación, desaparece el valor de la familia y desaparece cualquier rastro de esperanza en la humanidad.
Henry Boys Loeb Presidente Fundación Soñando Chile
Analogía
La economía mundial está pasando por dificultades -debilidad china, problemas en países exportadores de materias primas, complejos escenarios políticos, condiciones financieras menos favorables, etc.-, lo cual, sin duda, ha repercutido en nuestra economía. La analogía del barco ayuda: vamos navegando por aguas más turbulentas.
La misma analogía sirve para analizar la situación doméstica. Los tripulantes del barco tienen doble responsabilidad, por cuanto no sólo realizan un manejo sumamente inapropiado, sino que son los responsables de no haber llevado al barco hacia aguas más calmadas.
Hay una buena noticia. Las malas condiciones de navegación no parecen estar ayudando a la tripulación a seguir avanzando a paso firme por este mal rumbo. El capitán no da la vuelta ni mueve un poco el timón, pero al menos las dificultades externas lo frenan (sólo un poco) en su velocidad de seguir. También hay una mala noticia, y es que el daño ya se ha hecho. El barco no solo está golpeado, además se ha perdido un tiempo valioso para moverse hacia una zona más favorable. Y también hay un riesgo enorme: a este barco le queda demasiado tiempo con este capitán.
Félix Berríos Theoduloz
Festival de Olmué
Qué pena sentí al enterarme de algunos de los artistas que estarán presentes en el Festival de Olmué. Se convirtió en un Festival de Viña chico, sin identidad, sin que predomine el folclor.
Marta Fernández