De herencias y héroes
Por qué ahora. ¿Es porque, de no resultar, no hay nada que perder considerando su capital político? ¿O es porque en su análisis Chile necesita hoy un superhéroe, capaz de ir al sacrificio y "salvar" al país?
Karen Trajtemberg *
La decisión del ex presidente Ricardo Lagos de lanzar su candidatura y "tirarse a la piscina" llegó a darle un nuevo aire a la poco atractiva discusión política de las últimas semanas. Más allá del futuro que pueda tener su postulación, mientras la mayor parte de los dirigentes sigue analizando la crisis que vive el país -con matices que van desde un simple tropiezo en el devenir institucional hasta una hecatombe de proporciones-, el ex mandatario aparece golpeando la mesa y, de paso, le hace un "F5" a la conversación.
Con su aterrizaje en la carrera hacia 2018, Lagos cambia el panorama (aún cuando hace rato su candidatura sonaba en el aire) y genera réplicas cuyos efectos veremos en las próximas semanas y meses. Porque con su decisión, las municipales terminaron aquí. Ahora comienza la presidencial.
Este es el momento en que aparecen las incógnitas: ¿El PC continuará en alianza con la Nueva Mayoría (¿Nueva Concertación?) o volverá al camino alternativo? ¿Quiere el PC gobernar con Lagos? ¿Y Lagos -considerado el adalid de la moderación- está dispuesto a gobernar con el PC?
¿Y qué hará la DC, cuando ya los dirigentes más "laguistas" adelantan su respaldo al ex mandatario, mientras -sin ni una sola gota de agua en la piscina- Ignacio Walker también anuncia estar "disponible" para gobernar los destinos del país?
Las réplicas también afectan a su propio sector, el PS. ¿Estarán Isabel Allende y José Miguel Insulza ya preparando las maletas para dejar la presidencial antes de que comience formalmente? ¿O estará el ex presidente dispuesto a competir con sus "compañeros" en una primaria vinculante? Porque lo primero que deberá entender el ex jefe de Estado es que el Chile de hoy no es el de 1999. Ni mucho menos el de 1993. Hoy las primarias no son negociables. Y su liderazgo tampoco es imbatible ni incuestionable.
En todo caso, el diagnóstico que hace Lagos es acertado. Efectivamente el mundo ha cambiado económica, política y socialmente. También es cierto que han surgido nuevas exigencias y la ciudadanía es infinitamente más crítica de lo que podría haber sido hace 16 años. Un elemento importante es que además se trata de un votante (y no votante) empoderado, que tiene el don de la ubicuidad: está en todas partes, vigila, comunica y muchas veces magnifica todo.
No hay que menospreciar además que se trata de una ciudadanía algo bipolar: Por un lado huye de los extremos y valoriza a quienes apuntan a la mesura, pero por otro lado pide cambios radicales. No es un votante fácil de convencer.
A esto hay que agregarle la herencia "¿maldita?" que recibirá quien se haga cargo de la Presidencia a partir de marzo de 2018. Sea Ricardo Lagos o Sebastián Piñera, se encontrarán con un país sumido en la desidia política y con un universo electoral incierto. Porque tomando los números de la CEP, donde un 57% dice que no se identifica con ningún sector, un 50% afirma que "casi todos" los políticos son corruptos y un 70% no sabe o no contesta respecto de quién le gustaría que fuera el próximo mandatario, el escenario es absolutamente abierto. Faltó, eso sí, una pregunta esencial: sea quien sea el candidato, ¿está ud. dispuesto a ir a votar?
La maraña que dejará Michelle Bachelet en La Moneda es aún más enredada, con hebras infinitas de las que deberá hacerse cargo el próximo mandatario. ¿Qué hacer con la crisis económica, política e institucional del país? ¿Cómo lograr que la ciudadanía vuelva a confiar en una clase política que -desde la presidencia hacia abajo- parece tener poca o nula renovación? ¿Qué hacer con el hiper-reformismo (o si se quiere, la retroexcavadora)? ¿Se modera el discurso o se agudiza? Y si se decide la moderación, ¿qué hacer con reformas profundas que quedarán a medio camino, como la nueva Constitución? Pero si la respuesta es moderación, ¿qué hacer con el PC, algunos sectores del PPD y los Navarro?
Finalmente, otra pregunta que queda abierta es por qué el expresidente decidió lanzarse. Por qué ahora. ¿Es porque de no resultar, no hay nada que perder considerando su capital político ya hiper consolidado? ¿O es porque en su análisis Chile necesita hoy un superhéroe, capaz de ir al sacrificio y "salvar" al país?
Lo único claro hasta ahora es que la campaña 2018 comenzó y que los "niños" se fueron a la "mesa del pellejo". Con el escenario actual, esta será una pelea de grandes. Y el síndrome del "pato cojo" que afecta a los presidentes en el último periodo de su campaña, a estas alturas es ya un "pato tetrapléjico".
* Periodista, cientista política y directora de la Escuela de Periodismo de la UAI.