Martin Scorsese visita su lado más espiritual con la cinta "Silence"
CINE. Andrew Garfield, Adam Driver y Liam Neeson protagonizan esta historia sobre fe y religión.
El destacado director Martin Scorsese explora su lado más espiritual en "Silence", una narración épica en la que la fe es el centro de una historia que le tomó casi 30 años poder llevar a la pantalla grande.
Protagonizada por Andrew Garfield, Adam Driver y Liam Neeson, la película -que llegará a los cines chilenos el 16 de febrero-, traslada al espectador al Japón del siglo XVII durante la persecución de los curas católicos que trataban de evangelizar el país.
Durante la presentación de la cinta en Nueva York, su director relató el camino que tuvo que recorrer para concretar este proyecto, que le dio vueltas por años en la cabeza después de haber leído el libro homónimo de 1966 del japonés Silencio Chinmoku. Éste cuenta la persecución de los cristianos ocultos, los llamados "kakure kirishitan", herederos de los más de 300 mil nipones convertidos tras la introducción de esta religión en Japón por el misionero español Francisco Javier en 1549.
"Leí el libro en 1989 y a continuación hice 'Goodfellas', donde desarrollé un estilo muy veloz, con imágenes a todo trapo. De ahí pasé a 'Casino', para ahondar en ese estilo, y cambié de tercio para encontrar una nueva manera de expresarme visualmente con 'The Age of Innocence'. Después, volví a cambiar para 'The Wolf of Wall Street'. En todo ese periodo, mi manera de ver el mundo y mi manera de contar una historia sencillamente se encontraron", contó.
Para esta cinta, Scorsese se propuso lograr una mezcla de intimismo y grandiosidad para mostrar el contraste entre la violenta persecución, tortura y asesinato de los sacerdotes y la búsqueda interna de la fe, tanto de los curas como de los creyentes japoneses.
"Silencie" se centra en la llegada a Japón de dos jesuitas portugueses, Rodrigues y Garupe (Driver) que buscan al padre Ferreira (Neeson), su mentor, desaparecido tras ser apresado por los japoneses. Rodada en unos espectaculares paisajes de Taiwán, la película retrata el doloroso proceso de unos sacerdotes que luchan contra el abandono por parte de su dios.