Según el último Anuario Estadístico de Energía de la Comisión Nacional de Energía (CNE), la matriz de energía primaria proviene de los combustibles fósiles (petróleo crudo, gas natural y carbón) que suman un 69%. El resto lo conforman la producción de biomasa (24%), la hidroelectricidad (6%) y en menor proporción las fuentes renovables de energía no convencional: energía solar, eólica y biogás. De este 69% de los combustibles fósiles, el 24,5% corresponde al carbón.
Pero este énfasis de utilizar el carbón está quedando en el pasado, ya que con la nueva información entregada por el gobierno donde la CNE, optó por un plan de construcción de 19 centrales de paneles fotovoltaicas que según sus estudios llegarían a una capacidad total de 1.895 MW y entraría en operación entre enero de 2019 hasta el 2027.
Se veía venir. El cambio en las perspectivas para el sistema eléctrico a nivel local llegó hasta la planificación de la autoridad, luego que durante este año quedó en evidencia, por ejemplo, en la licitación de suministro para clientes regulados adjudicada en agosto, donde la energía renovable no convencional (ERNC) tuvo un rol protagónico. Si bien las plantas fotovoltaicas y las de concentración solar utilizan el sol como su fuente de materia prima, difieren en forma importante en cómo funcionan, su capacidad de generar y la inversión que requieren.
En el caso de la generación fotovoltaica, los paneles -con celdas fabricadas con materiales semiconductores- son activados por la luz, transformándola en energía eléctrica. Es una tecnología que ha venido creciendo, especialmente a medida que disminuye el costo de la fabricación de los paneles. Su bajo costo, el mínimo impacto ambiental y su facilidad de construcción se pueden instalar módulos que se van ampliando según la necesidad. Sin embargo, una de sus limitantes es que funciona a partir de la acción directa del sol, por lo que tienen intermitencias en la noche, o cuando se nubla, ante lo cual requiere contar con sistemas de respaldo muchas veces a partir de combustibles fósiles para que la generación eléctrica sea constante.
Precisamente eso es lo que resuelve la tecnología termosolar con almacenamiento integrado. En esta lo que se hace es captar y concentrar el calor, para calentar sales fundidas de nitrato de amonio y de potasio al interior del sistema, las que luego son utilizadas para generar vapor que movilizará la turbina que produce la electricidad. Es decir, las sales reemplazan a otras fuentes, como el carbón.
Esta tecnología tiene realmente un enorme potencial en Chile, utilizando dos de los recursos que tiene el país: sol y sal. Chile posee uno de los mejores recursos solares del planeta, y las sales de nitrato del país pueden utilizarse para captar y almacenar la energía del sol. A diferencia del recurso hídrico, en el que hay años secos y años húmedos, el sol brilla en forma permanente, permitiendo una generación energética confiable y consistente.
Sacha Krause
Director carreras Electricidad y Automatización Industrial de Duoc UC Valparaíso