La migración es una realidad universal, muchas veces con aristas dramáticas de crueldad, hambre y muerte de miles de personas que cruzan fronteras, mares, montañas y desiertos en busca de mejores condiciones de vida.
Y nuestro país, nuestras ciudades, no son ajenos a esa realidad, como tampoco a los abusos que muchas veces afectan a esos migrantes que, no olvidemos, son seres humanos.
No olvidemos tampoco que en gran medida la mayoría de nosotros, "chilenos bien chilenos" de hoy día, somos fruto de flujos migratorios recientes o lejanos. Una realidad que nos obliga, al menos en teoría, a tender la mano al migrante, a mirarlo como persona y a evitar los abusos de que son víctimas debido a la precaria situación en que llegan al país, en ocasiones en forma irregular.
Es el caso de 11 migrantes indios denunciado en Viña del Mar, hoy en manos de la justicia, quienes, en versión del fiscal Pablo Avendaño, ingresaron al país con antecedentes falsos, inducidos y con viaje financiado por un ciudadano de esa nacionalidad que "los traía a trabajar en forma desmejorada… con un ánimo de lucro en los locales que mantenía".
La investigación, afirma, apunta al ingreso ilegal, en tanto su situación de permanencia en el país está regularizada. El caso no es nuevo y revela una trama en que se tuerce la legalidad a partir de antecedentes falsos con el objetivo final de explotar a migrantes, con bajas remuneraciones y malas condiciones de vida, todo ello dado que es la única opción que tienen debido a la precariedad de su permanencia en el país. Las esperanzas de buen ingreso y de enviar recursos a lejanas familias se desvanecen.
Esta realidad, réplica de situaciones aún más graves que ocurren en otras partes del mundo, merece en nuestro país atención para evitar su reiteración y, en casos como el de Viña del Mar, consistente reacción judicial.
Las falsas promesas, la falsa documentación, la "inversión" en pasajes para "comprar" mano de obra barata deben terminar. Para ello son necesarias reformas a la legislación vigente sin que implique cerrar la puerta a corrientes migratorias que, al final del día, son un aporte al país.
Es fundamental informar en los países donde mayoritariamente se originan esas corrientes sobre las normas imperantes en Chile y de los eventuales engaños a que futuros migrantes se encuentran expuestos. Tarea proactiva para nuestro servicio exterior para evitar situaciones como la denunciada en Viña del Mar que, los hechos lo comprueban, no es nueva.