La congestión es una realidad que apreciamos a un ritmo creciente en la cantidad de automóviles, buses y camiones en calles y caminos. Esa percepción se concreta en las cifras del parque automotor nacional, que supera ya los 7 millones y medio de vehículos.
Entrando al detalle, en la Región de Valparaíso se contabilizaban al año pasado 580 mil vehículos, en tanto que en los primeros 5 meses de 2017 se suman otros 13.561, cifras de la Asociación Nacional Automotriz de Chile. Solo en mayo pasado se vendieron en la zona 3.066 unidades livianas o medianas.
El total a mayo de ese tipo de unidades vendidas en todo el país sumó 135.337, a lo que se agregan 5.077 camiones.
Estas cifras son expresión de desarrollo, pero, a la vez, se debe considerar que nuevos vehículos no significan que otros sean dados de baja, con lo cual la congestión, la contaminación y los riesgos van asociados a ese crecimiento. Esta situación exige atención más allá de normas de tránsito, cobro por estacionamiento o restricciones para ciertas máquinas.
Sería posible, como ocurre en otros países, establecer un estímulo a la eliminación de vehículos antiguos, dando algún bono a quien entrega una unidad que, efectivamente, se recicla, desaparece, y no sigue en circulación. El tema, como en muchas materias de proyección nacional, está en los recursos, siempre escasos.
Hay sin embargo otras medidas que pueden desalentar el uso de vehículos particulares, como una mejoría del transporte público, hoy en general de mala calidad pese a importantes esfuerzos e inversiones como las que se realizan en la capital en el Transantiago o la eterna extensión del Metro, con costos que paga todo el país pese a la entrega de compensaciones a través de los llamados "fondos espejo". Aterrizando la materia al plano regional urge la extensión de Merval hasta La Calera, recuperando su trazado tradicional y contribuyendo así a una efectiva integración local. El eje Merval debe consolidarse como la gran herramienta del mejoramiento del transporte público mediante la tan postergada extensión, más convoyes y un sistema tarifario flexible para el viajero eventual.
Hay que perfeccionar a la vez el actual sistema de buses locales e interurbanos, para estimular su uso en el transporte diario, que al ser hoy insatisfactorio lleva al empleo de automóviles particulares, muchas veces utilizados por una sola persona. Finalmente, para distancias cortas o medianas, la bicicleta debe ser un medio más allá de su uso recreacional.
La congestión, la incorporación de nuevos vehículos, la contaminación y el cuidado del medio ambiente exigen miradas de anticipación ante un desafío creciente que no podemos pasar por alto.