Sin que exista ninguna prueba concluyente, desde hace muchos años circula en la ciudad de Valparaíso la historia (algunos la califican de leyenda urbana) de que, a comienzos del siglo XIX, llegaron hasta sus costas dos hermanos franceses, de profesión panaderos, y de apellido Marquette, los que a partir de un novedoso diseño de sus masas (dos bollos unidos de manera natural en su primera fermentación y cuya división es luego marcada por una varilla), terminaron instalando en Chile el popular término "marraqueta", atribuible a 72 de los 90 kilos de pan que un connacional promedio come al año.
Por estos días se ha instalado en la zona una bonita discusión en relación a "La ruta de la marraqueta", iniciativa privada que busca disminuir los niveles de sodio en el pan, y que se paseó por Valparaíso, ciudad en la cual no pocos levantaron la voz para advertir que, precisamente acá, no se llama a este tipo de masas "marraqueta" o "pan francés" (como en Concepción), sino "pan batido", una marca registrada de la que cualquier porteño bien nacido suele enorgullecerse, al igual que con otros modismos locales como "salida de cancha", "emporio" o "capa".
Hasta esta redacción llegaron numerosas misivas quejándose por la aceptación sin remilgos de la imposición capitalina del término marraqueta en la citada ruta. Ayer, en tanto, el director de la Asociación Gremial de Panaderías de la Quinta región (Unipan), la primera del rubro en América Latina, se dio el generoso tiempo de explicar a sus consumidores por qué se sumaron a esta iniciativa, que no es otra que la gran cruzada de la panadería nacional y su objetivo de que se reconozca a nivel mundial el pan marraqueta como producto de origen, algo similar a la afamada baguette francesa.
El punto, y esto bien vale el romanticismo y la nostalgia, es el recuerdo que cada uno de nosotros tiene respecto de las marraquetas o panes batidos consumidos: con mantequilla, palta, mermelada, pebre y otros. ¿Existirá otro tipo de pan más adecuado para el grasoso, nunca bien ponderado, pero irresistible choripán?
De acuerdo con los expertos, la marraqueta tiene sus gracias: es un pan liviano y sin grasas, confeccionado a partir de harina, agua y levadura; y asimilable al baguette francés, el káiser alemán o la barra española, de sabor preferentemente neutro. Ahora se le ha restado sal.
Y así es cómo la marraqueta, el más democrático y transversal de todos los panes, encontró su lugar en el mundo, aunque para muchos siempre sea pan batido.