Las niñas que en 2010 ingresaron a primero básico en la Escuela Ramón Barros Luco, no alcanzarán a pasar un año siquiera en el tradicional edificio del establecimiento educacional de calle Victoria, que data de 1924. Los daños que ocasionó el último terremoto en el inmueble fueron tan serios que se optó por trasladar a las alumnas.
Sin embargo, lo que parecía una situación temporal, terminó siendo un "exilio" demasiado largo para toda la comunidad educativa.
Las responsabilidades por la inexcusable tardanza en la recuperación de la escuela, que fue declarada Monumento Histórico Nacional en 2003, atraviesan a todo el aparato público, partiendo por el municipio porteño, que no fue capaz de sostener un proyecto para reparar el patrimonial edificio. Tampoco se escapan los ministerios de Educación, Bienes Nacionales y Desarrollo Social.
Esta deuda que aún mantienen con las estudiantes de la escuela de niñas más tradicional de Valparaíso, de a poco parece irse saldando. Al menos da la impresión de que se avanza.
La semana pasada, la comunidad educativa de la Barros Luco, que integran sus docentes, apoderados, alumnas y exestudiantes, sostuvo una reunión con el intendente, Gabriel Aldoney, para acelerar la concreción de los trabajos de recuperación del inmueble.
En la cita también estuvieron presentes los seremis de Desarrollo Social, Bienes Nacionales y Educación, además de representantes de la Corporación Municipal de Valparaíso.
El jefe regional aseguró que quieren crear en este emblemático establecimiento la primera escuela patrimonial del país, con un carácter abierto a la comunidad y donde se realicen talleres patrimoniales para quienes estén interesados en capacitarse en este ámbito.
Por su parte, el gerente de la Corporación Municipal de Valparaíso, Marcelo Garrido, afirmó que están afinando el proyecto que tiene el gobierno comunal para la reconstrucción, y luego de concluido aquel proceso podrán llamar a licitación para el inicio de las obras.
Más allá de las buenas intenciones y novedosos proyectos para la Barros Luco, lo que no se debe perder de vista es que durante más de siete años el Estado le falló una y otra vez a las alumnas de la escuela, a sus padres, a sus profesores y a todas aquellas mujeres que pasaron por sus aulas y le guardan un cariño entrañable. Ahora no se pueden equivocar. Se les terminó el margen de error.