Pese a los esfuerzos de las autoridades, a los reiterados llamados a la responsabilidad de conductores y peatones, acompañan a esta prolongada celebración de Fiestas Patrias numerosas víctimas fatales en accidentes en calles y caminos del país. La positiva meta de Carabineros era "víctimas cero", lo sostenía el coronel Enrique Monras, prefecto de Tránsito, Carreteras y Seguridad Vial. Desgraciadamente no se logra alcanzar esa meta pese a campañas, controles y normas legales, como la llamada Ley Emilia cuyo estricto cumplimiento es exigido por muchas organizaciones.
En el panorama de tránsito, más allá de las penosas cifras que empañan celebraciones como las que culminan hoy, aparece un constante aumento del parque automotor nacional. Sólo en el mes de agosto las ventas de automóviles subieron en un 44% en relación a igual mes del año pasado, con un total de 25.544 unidades.
En la Quinta Región, en tanto, en los primeros ocho meses de 2017 se vendieron 22.746 unidades nuevas, variación del 20,2% en relación a igual periodo de 2016. En la Región Metropolitana la cifra alcanzo a 138.071 de esos vehículos.
También aumenta notoriamente la venta de camiones, que en agosto totalizó 962 unidades.
Desde un punto de vista general estas cifras son el reflejo mejores condiciones económicas de la población y para muchos un automóvil representa un logro que alcanza a toda la familia.
Esa realidad positiva se refleja en constante aumento en la circulación en calles y caminos lo que supone más complejidad en el tránsito y la necesidad de dar mayor seguridad a las condiciones generales de la vías, necesidades que no van al ritmo del crecimiento del parque vehicular. Hay allí una responsabilidad de parte de diversos ministerios, de los concesionarios de rutas y de las municipalidades.
En cuanto a las leyes se debaten cambios en las normas, bajando las velocidades máximas en carreteras y urbanas. Se habla de bajar en máximo en ciudades a 50 kilómetros por hora. Actualmente la norma general es 60. Incluso se habla también de 30 y se exhibe el ejemplo de Londres, donde las máximas son muy bajas.
Pero hay que reconocer que incluso los límites actuales poco se cumplen y en muchas calles de nuestras ciudades se sobrepasa. Ejemplo constante lo tenemos en nuestra avenida España, pese a las malas condiciones generales de la calzada. Pero el tema de fondo no reside únicamente en leyes, vías y vehículos. Hay responsabilidades personales ineludibles dentro del cada vez más complejo cuadro del tránsito público y en ese aspecto se debe insistir en una permanente educación vial para toda la población, pues en las cifras rojas de tránsito la clave está en el factor humano.