Triste y alarmante récord: el 60,7% del comercio de Valparaíso y Viña del Mar ha sido víctima de algún delito. La medición, resultado de un estudio de la Cámara Nacional de Comercio, Servicios y Turismo de Chile, indica que esa cifra es la más alta del país. Este indicador corresponde al primer semestre de este año y supone además un aumento de 16 puntos porcentuales en relación al mismo periodo de 2016.
El delito de mayor incidencia es el hurto, con un 23,3% del total, seguido por el "hurto hormiga", 18,7% y por los rayados dañinos, 14,7%.
Esta realidad ha llevado a los comerciantes de diversos rubros a aumentar sus medidas de seguridad en un 30%, en tanto que la percepción de un 61,3% de los encuestados es que sus establecimientos se ubican en barrios poco o nada seguros. Estos números son reflejo de una realidad concreta que afecta tanto al patrimonio de pequeños y grandes emprendedores, como también desalienta iniciativas futuras en diversos rubros del comercio, servicios, producción y turismo. Se da el caso también que comerciantes reiteradamente afectados por el delito simplemente cierran sus establecimientos. De este modo el daño delictual tiene una proyección social que limita fuentes de trabajo y afecta también el rendimiento tributario.
Para el presidente de la Cámara Regional de Comercio de Valparaíso, Pier-Paolo Zaccarelli, esta situación da cuenta de "la ineficacia de las medidas que se han adoptado para combatir delincuencia". Denuncia demás que a los ilícitos mismos se suma un aumento en la violencia con que actúan sus autores.
Agrega un hecho inquietante: seis de cada diez comerciantes afectados no realizan denuncia, especialmente en el caso de los minoristas.
No lo dice el dirigente, pero ese hecho refleja desconfianza en el resultado de esas denuncias que terminan generalmente archivadas. Para esas víctimas las instituciones no funcionan.
El desafío frente a la ofensiva delictual es hacer que las instituciones funcionen y funcionen bien. Es cierto que los recursos son escasos, pero existen, al igual que hay personal calificado en las policías y en el Ministerio Público.
La exigencia, entonces, está en tareas de inteligencia, planificación y coordinación, con el objetivo de lograr los mejores réditos de los recursos materiales y humanos disponibles. A la vez, es importante dejar de mirar la denuncia como una pérdida de tiempo, como diligencia inútil. La denuncia individual, sumada a otra y otra, pueden ser una contribución valiosa en el combate a la delincuencia.
Este combate debe ser asumido como una tarea permanente de las policías, fiscales, tribunales y de la sociedad en su conjunto. Así hay que asumirlo y lo peor, síntoma de una derrota anunciada, es la resignación.