El principal acceso carretero a Valparaíso, la avenida Santos Ossa, está marcado por una serie de accidentes de tránsito, varios con víctimas fatales. El último, ocurrido el jueves pasado, cuando un bus procedente de San Antonio quedó sin control y se precipitó a gran velocidad hasta el plan de la ciudad, advierte nuevamente sobre la peligrosidad de esa vía.
En primer lugar está la prolongada pendiente, que exige circular a velocidad prudente, manteniendo el control del vehículo, especialmente de máquinas de gran peso, caso preciso del bus siniestrado el jueves con un saldo de 47 heridos, varios de gravedad.
En la ruta, considerando accidentes allí ocurridos, hay advertencias sobre límites de velocidad y también pistas laterales de emergencia a las que los vehículos con fallas y sin control pueden ingresar. En teoría, ese recurso permite detener el vehículo y evitar mayores daños. Habría que ver el estado y mantención de esas pistas.
En cuanto al bus protagonista del accidente, hay dos hechos que deben ser investigados: falla en el sistema de frenos, conocida al iniciar el viaje y que fue comentada por el conductor y el auxiliar, pese a lo cual la máquina continuó su recorrido. Además, según testimonios, el conductor no conocía la ruta de ingreso a Valparaíso, de lo que se deduce que no habría asumido el riesgo de Santos Ossa y su prolongada pendiente. Estas dos situaciones, falla mecánica y desconocimiento de la ruta, eran previsibles y deben ser esclarecidas en la indagación que se está realizando con pericias en la máquina afectada y con declaraciones de pasajeros, del conductor y de testigos del hecho.
Por otro lado, se debe destacar que si bien hubo numerosos heridos y además del bus dos vehículos afectados, el hecho pudo ser mucho peor, pues a ciertas horas por el lugar hay gran circulación de estudiantes de colegios cercanos y los miércoles y sábado funciona en el sector la tradicional feria con numerosos puestos y gran cantidad de público. Al respecto, hay fatales experiencias.
Tras el accidente tenemos una investigación y un proceso en marcha, petición de condenas, pago de seguros legales a los afectados, por montos generalmente insuficientes, y posibles acciones judiciales tras indemnizaciones por daños personales y materiales.
Todo lo anterior refiere a lo puntual de este caso y a lógicas demandas reparatorias; pero dejando de lado lo específico, hay que insistir en lo general, en las condiciones de seguridad de Santos Ossa, en la rigurosidad de los controles a los vehículos de transporte público y en la capacidad y preparación de los conductores, responsables de ese valor superior que es la vida humana.