-Maestro, el ojetillo es más grande que la cabeza del tornillo…
- No se preocupe, lo voy a "broquear".
El maestro -que resolverá el pequeño problema con una broca- podría haber usado la palabra taladrar, pero eligió la que le suena más grata al oído. Si el uso de ese término nuevo ya es común en su medio o se hace común con el tiempo, terminará dentro del DLE, Diccionario de la Lengua Española, que recibe y procesa lo que América va generando en el habla cotidiana.
Hay una simpática y traviesa tendencia a convertir los sustantivos en verbos, a pesar de todo lo que ofrece nuestro idioma castellano para expresarnos debidamente. Pistolear ya fue incorporado como un coloquialismo chileno. Alharaquear (sí, con hache) se usa no sólo en Chile y también ha sido incorporado. Para ampliar la mirada y salir del universo urbano, recuerdo ahora la expresión que usaba Rosa Yagán a orillas del canal Beagle, en Tierra del Fuego: guanaquear, es decir, salir a cazar guanacos. Por supuesto, no figura ni será agregado, porque el acto perdió vigencia o es demasiado exótico. El diccionario, físico o virtual, se convierte así en un depósito teóricamente sin límites, tras la aceptación del habla, del uso, como herramienta importante y respetada de la formación del idioma, indicando la marca correspondiente, cuando se trata, por ejemplo, de un vulgarismo.
Esta tolerancia no significa que debamos aplaudir el "portavoza" sugerido hace poco en Madrid por una parlamentaria, existiendo el sustantivo vocera, pero tarde o temprano se aceptarán los nuevos verbos derivados de palabras extranjeras, como bloguear o hackear. Desafortunadamente, los creadores de la tecnología no nos dan tiempo para un reemplazo, y cuando lo tenemos, se opta por el anglicismo. ¿No alcanza la palabra acoso para interpretar la acción del "bullying"?
Es preciso admitir que hablamos un idioma con muchas palabras largas, a diferencia del inglés, que nos ofrece los bit, los tips (consejos), y hasta las órdenes al perrito en una sílaba, como go, sit, up, down, round, mientras nosotros tenemos que decir aquí, allá, sentado, arriba, abajo, la vuelta… y el perrito se va a buscar otro hueso.
Hablar bien en castellano exige cuidado, dedicación y consultas. ¿Habría o hubiera? ¿Se vende o se venden? Hoy no solo tenemos el diccionario en papel, sino también la consulta instantánea en internet o a la misma Academia Chilena de la Lengua, a través de su página web. La respuesta no es instantánea, pero es segura.
Me sorprendo cada día con las peripecias de nuestro idioma, sobre todo cuando camino por lugares distintos a los habituales. Hoy escuché en el sur la palabra "trompezón" y pensé que era la obvia interpretación de caer de trompa, es decir, caer de bruces. Es preferible ese error simpático y literal que la degradación a que nos está sometiendo el imperio del garabato.
Patricia Štambuk M.
Periodista, Academia Chilena de la Lengua