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Locatarios de Aníbal Pinto valoran mayor sanción a incivilidades

VALPARAÍSO. El proyecto promete aumentar el control para evitar rayados y consumo de alcohol y droga en la vía pública.
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Esta semana, el Presidente Sebastián Piñera firmó el proyecto de Ley de Conductas Antisociales que, entre otros puntos, sancionará los rayados a inmuebles con multas y penas de presidio, creando así la figura de delito calificado cuando el "graffiti" se realice en algún edificio declarado Monumento Nacional o Patrimonio de la Humanidad. La iniciativa también incorpora sanciones con multas más elevadas a quienes consuman alcohol y droga en la vía pública, o mantengan acumulación de basura.

Un proyecto que, a primera vista, calzaría a la perfección con el escenario que vive Valparaíso, sobre todo los fines de semana. Por eso, el anuncio del Gobierno fue recibido de manera positiva por los locatarios y trabajadores de la plaza Aníbal Pinto, quienes frecuentemente se ven afectados por este tipo de incivilidades.

Uno de ellos es Germán Poblete, trabajador de un kiosco ubicado a pocos metros de la subida Cumming. Pese a que el hombre comentó que de lunes a viernes el municipio porteño subsana los daños que se generan en la vía pública, aseguró que el consumo de alcohol y drogas no se detiene.

"Con este proyecto se tendrá una sanción que nos permitirá cuidar nuestro espacio de trabajo y, a la vez, tener mayor seguridad, porque si haces algo, vienen y te increpan y no sabes a lo que puede llegar", comentó el joven, recordando que en una oportunidad fue agredido por increpar a una persona que rayó el kiosco.

Jorge Morelli y sus esposa son dueños de una florería y cafetería ubicada frente a la Gobernación de Valparaíso. Por su experiencia, el locatario coincidió con Germán, y aseguró que todos los días debe pintar la fachada por los rayados que sufre en las noches, generándole graves problemas económicos a su negocio.

"En Valparaíso es una lucha bastante titánica. Por eso, sería bueno que ciertas leyes se aprobaran, porque creo que alguien debe pagar por los daños", afirmó el trabajador.

Además de las sanciones a los "graffitis", Morelli valoró también el anuncio que apunta a elevar las multas a quienes consumen alcohol en la vía pública. "Está muy bien, porque hay mucha gente que anda 'curada' y eso termina provocando distintas peleas durante la noche", dijo el comerciante.

En tanto, Érica Vergara, que trabaja en la panadería Aníbal Pinto, expresó que la situación que vive Valparaíso ha hecho que muchos turistas se alejen de la ciudad. "¿Cuánto uno se gasta en pintar una pared para que en dos horas la vuelvan a rayar? Lamentablemente acá no hay ningún respecto", criticó la mujer.

"Es una lucha bastante titánica. Por eso, sería bueno que ciertas leyes se aprobaran, porque alguien debe pagar por los daños"

Jorge Morelli, Dueño de florería"

"Con este proyecto se tendrá una sanción que nos permitirá cuidar nuestro espacio de trabajo y, a la vez, tener mayor seguridad"

Germán Poblete, Trabajador de kiosco"

"¿Cuánto uno se gasta en pintar una pared para que en dos horas la vuelvan a rayar? Acá no hay ningún respecto lamentablemente"

Érica Vergara, Trabajadora de panadería"

No te quiero en mi comuna

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La reciente visita de Richard Florida a Chile -y a nuestra Región de Valparaíso- es un buen insumo a la hora de interpretar algunos de los hechos acontecidos en los últimos días. Si bien las teorías del estadounidense no dejan de ser polémicas, lo cierto es que pocas veces tenemos la oportunidad de reflexionar masivamente sobre la efectiva integración urbana. Más allá de sus controvertidos índices y sugerentes hipótesis, su concepto de "clase creativa" parece radicar en la inclusión en su estado puro, en el aprendizaje y progreso que se genera con ciudades heterogéneas.

Pero el problema es que la heterogeneidad no es tan natural como la homogeneidad. Las diferencias molestan, incomodan e intranquilizan. Nos sacan de ese cómodo estatus quo que se genera cuando todos somos iguales. Nos obligan a adaptarnos a circunstancias distintas, no peores, pero distintas. Y el sólo hecho de que sean distintas nos genera algo de temor.

Lo natural es la homogeneidad, esa que en su comodidad nos estanca y nos inmoviliza. Esa que mata la creatividad y que impide el progreso.

Entonces, como nos agrada la tranquilidad de la homogeneidad, nos suele incomodar esa típica voz discrepante del trabajo. Ese personaje que siempre tiene un punto de vista contrario. El que levanta la mano cuando comenzamos a pararnos de nuestros asientos y hace que las reuniones duren -innecesariamente para nosotros- cerca de media hora más. No piensa ni actúa como el grupo, y quizás por eso usualmente termina siendo el primer damnificado.

Como nos agrada la tranquilidad de la homogeneidad, nos incomoda vivir al lado de personas que no trabajan donde nosotros -al menos no en el mismo puesto-, que no nacieron donde nosotros, que no estudiaron donde nosotros y que no tienen nuestros mismos amigos. "No sabemos sus costumbres", declaraba una manifestante entre cacerolazos. Y como efectivamente no las sabemos, sentimos el temor de tener que aprender, de tener que adaptarnos, de progresar.

Pero ese problema está lejos de ser patrimonio de Las Condes o de sectores acomodados. Lo que se vive en Valparaíso -otrora comuna emblema de la diversidad- no está muy lejos de esa realidad. Desde hace algún tiempo se ha venido instalando una hegemonía avasalladora, que poco tiene que ver con progreso. Si no compartes el diagnóstico, la formación, los ideales… más bien estorbas. Estorbas en la universidad, estorbas en los barrios, estorbas en las instancias culturales y hasta estorbas en el concejo municipal. Con el mismo fervor de la señora de las cacerolas, en Valparaíso también terminamos sacando a los distintos. Al parecer sus "costumbres" también incomodan a la pujante hegemonía porteña.

Bien sabemos que la integración es un problema cultural y que, como cualquier desafío similar, requiere precisamente de un cambio de costumbres y de mentalidad. Si en verdad ese es nuestro norte, debemos combatir aquella homogeneidad paralizante. Y eso corre para todos quienes se esfuerzan por expulsar al distinto, sea un trabajador o un empresario. Vaya que sabemos de eso en Las Condes y en Valparaíso.

Director de Estudios de Fundación P!ensa y Académico UAI

Pedro Fierro Zamora